De almas destinadas

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A Jimin el sereno de la noche no le molestaba, su plumaje bajo la ropa se esponjo, creando una capa térmica para soportar la temperatura

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A Jimin el sereno de la noche no le molestaba, su plumaje bajo la ropa se esponjo, creando una capa térmica para soportar la temperatura. Era práctico, como ave de caza podía llevar una vigilia nocturna con toda la tranquilidad posible. No le temía a la oscuridad, porque esta era su inseparable compañera desde que nació, nació y se crió entre las sombras, siendo consiente de todas los Impuros que pululaban a su alrededor. Suspiro a la negra noche, hace ya un tiempo que no se encontraba en la absoluta soledad del bosque, en el área contaminada de los suyos.

El aire a su alrededor adquirió peso y densidad, materializándose en un punto divergente de la realidad, una ruptura del plano físico que afectaba sus sentidos. No podía dejarse adormecer por el efecto de una arpía, creyó poder levantarse, enfrentar al impuro que iba a emerger envuelto en un ataque de furia. Más el poder del ser corrupto estaba sobre el común, sobre lo que podía aguantar su alma envuelta en tinieblas, eso que se estaba convocando no era cualquier bruja, era su madre, Celeno lo había encontrado, al final Jungkook si lo estaba usando de carnada.

— ¡Amaranthus! — el graznido colérico rompió la quietud de la noche, contrario al terror que imagino sentiría, lo invadió el sentimiento cálido, una entrega total a su progenitora, estaba sucumbiendo al sello que ella tenía sobre su entera existencia. Estaba perdiendo el control de sus pensamiento, que volvían a desorganizarse, volverse erráticos y violentos, arrebatándole esa pequeña humanidad que lo ayudaba a sentir.

— ¡Mi nombre es Jimin, apréndetelo miserable bruja! — le grazno en respuesta a la horripilante Arpía que terminaba su viaje, aterrizando en frente del pequeño cazador. Era tal y como la recordaba, nauseabunda, deformada al extremo, surcada por dolorosas cicatrices.

—Mírate pequeño— la colosal Omega se pavoneo, una túnica roja constituía su única prenda, abajo estaba su forma real, aquella que solo debería mostrar en el laberinto de las almas perdidas, porque traerla al mundo de la luz la ponía en riesgo, de nunca volver si era vencida. —Definitivamente de mis tres bastardos, tú eres el más parecido a mí— su voz no denotaba rabia, era lenta y dulce, como la recordaba. —Traicionando a los tuyos en un ataque de rebeldía y pasión.

—No me compares contigo, eres solo una herramienta, no eres ni amada ni valorada, fuiste utilizada y corrompida. Ahora eres un ser aberrante que mata inocentes y atenta contra el núcleo— la mujer miro con burla a su hijo, riendo como desquiciada.

—Me has hecho reír pequeño ¿Crees que lo tuyo con ese mortal es amor? — se carcajeo con más ganas, llevando el estridente sonido más allá, provocando un eco desagradable por todo el lugar. Las agradables facciones de una vida mortal, se compungieron en una mueca de desprecio que dirigió a su tercer bastardo. — Tienes razón, no hay punto de comparación, yo era una tonta ingenua, una mortal que cayó en promesas. En la aceptación sincera, en las dulces palabras de un pretendiente que no le importaba mi estatus y riqueza, me enamore de una mentira. Aprendí dos cosas importantes de tu padre, que las decisiones importantes son irreversibles, y estas no solo te condenan a ti, sino a todos los seres que llegaste a querer. También que todos están esperando por obtener algo de ti, puedes dejar que abusen y se lo lleven todo, pero no fue mi caso, yo a cambio de mi sacrificio, obtuve vida eterna, poder inimaginable, la crudeza de vengarme de todos los que me hicieron daño.

Impuros /Kookmin (Omegaverse)Where stories live. Discover now