Amparados en la oscuridad los impuros se multiplican. Sus ojos rojos se posan en quien será su próxima víctima, a quien atraparan con sus garras negras semejante al metal corroído, en un agarre mortal de hierro, donde sus picos llenos de colmillos d...
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Jimin veía intermitentemente la batalla en el exterior, ya que pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo, vagando en su interior, que era solo una extraña y vacía cueva donde no podía vislumbrar ni el rayo más débil de luz. Roca incolora, pasillos interminables, era extraño el lugar donde vivía su parte impura, rodeado constantemente de aburrida soledad, aferrándose tercamente a la única fuente de luz y calor, el alma de Jungkook.
Amaranthus alzó la mirada, aquellos ojos rojos lo amedrentaron, aun cuando era su misma mirada, le ganaba en poder —No quieres entenderlo, pero somos lo mismo, tú me limitas tanto como yo lo hago, pero sin ti yo dejaría de existir, como sin mí, el peso de tu alma mortal sucumbiría al tiempo. Nos necesitamos, nos complementamos, unos es el otro y ninguno desea algo que no desea por igual el otro.
—Te equivocas, no quiero que un repulsivo ser como tu siga condenando el alma pura de Jungkook— se defendió la parte que se identificaba como Jimin, separándose de esa parte de la que se sentía avergonzado, la cual odiaba.
—Ten cuidado, estás hablando de ti mismo— la risa del Impuro hizo eco en el gran espacio rocos y vació —Para dejarla ir debes primero, de verdad, querer desprenderte de ella.
Un suspiro lleno de frustración salió de la figura con mirada achocolatada, que luego grito en desesperación, perdiendo el control bajo la impasible mirada de dos rubíes.
—Negártelo no va hacer que desaparezca, literalmente estas discutiendo contigo mismo— el tono irritado revelaba que para Amaranthus, también era molesta su otra parte, demasiado infantil e impulsiva.
—No somos lo mismo, no te siento como una parte de mí, no me siento tú, no lo digas y por favor, no le hagas más daño a Jungkook— el rojo fulguro como una luz potente en el negro escenario, asustando a quien se proclamaba mortal.
—Yo no tomo nada de un alma ajena, solo necesito la tuya, que hace parte de mí y toma energía libremente del planeta, de lo que el núcleo nos provee— Amaranthus entendía que su existencia era fantástica, difícil de explicar y controlar, ni el mismo, con todos sus años vividos, sabía cómo controlar su verdadero poder. Tal vez nunca podría, nunca sería totalmente nada, su existencia estaba limitada a quedar a medias en ambos planos.
—Estas mintiendo, no podemos estar cerca de él, la polución constante de nuestra piel y los fluidos contaminados de nuestro cuerpo lo enferman, morirá si sigue a nuestro lado— Jimin gruño inconforme, mirando con reproche a la figura decaída.
—No puedes culparme, ninguno pidió ser de esta forma. No tienes el poder de suprimirme completamente como nuestros hermanos mayores y yo no me puedo suprimir a mí mismo. Somos una maldición, no pertenecemos completamente a nada, somos un ser solitario que vaga en la intermitencia— ambos sintieron las mismas emociones en ese momento, simpatizando consigo mismo. Por un momento, mirando a Amaranthus, se dio cuenta que no podía seguir ocultando lo que era, negándoselo y rechazándolo como si fuera la peste, cuando solo era otra parte de sí mismo.
