🍭⭐Capítulo 2: La Fiesta ⭐🍭

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Momo dejó de dar pedales en cuanto encontró la mansión con el número diez esculpido en oro sobre la verja de la entrada principal. 

Después de dejar la bicicleta enganchada a la puerta de la entrada, buscó un timbre con el que llamar para indicar que ya había llegado. Por desgracia, Nayeon sólo le había escrito su dirección en un papel, no la había dado su número de teléfono. 

Antes de que la japonesa pudiera encontrar el timbre, una mujer la abrió la puerta y la ofreció entrar. 

Parecía tener cerca de cincuenta años y la miró de arriba a abajo de forma inquisitiva, provocando el sonrojo de la menor.

El jardín que había antes de llegar a la mansión donde vivía la coreana era muy verde y estaba salpicado por algunos cerezos y pequeños dientes de león, además de estar muy bien cuidado. 

Nayeon se encontraba en la puerta de su casa esperando impacientemente a su compañera. 

Llevaba unos playeros blancos profesionales, una falda plisada y blanca que la llegaba hasta el medio muslo, un polo de color turquesa, dos muñequeras y una visera también de color blanco. Además, se había recogido el pelo en dos coletas altas que la daban un aspecto algo aniñado. En definitiva, era la perfección en persona. 

Momo se acomplejó un poco al verla, pues, al contrario que la castaña, ella llevaba unos pantalones de chándal negros y largos que se le pegaban a la piel y una camiseta de manga corta gris que era talla L de hombre, en la que aparecía Homer Simpson comiendo una rosquilla y unos playeros naranjas, verdes y azules fluorescentes que su madre le había regalado por su cumpleaños del año pasado. Por no hablar de que tenía el pelo tan corto que apenas podía hacerse una coleta y que, encima tenía deshecha por culpa de ir en bicicleta hasta allí. 

Nayeon dio un pequeño suspiro cuando la vio y comenzó a caminar por la parte izquierda del jardín, ignorando totalmente el camino de baldosas que había a su lado y destrozando la hierba y las pequeñas flores que se interponían en su camino. Momo la siguió, pero optó por ir por el camino construido para no destrozar nada. 

Rodearon la mansión y llegaron a la parte de atrás de ésta. Momo alucinó con la enorme piscina, la zona del porche debajo del cual había una zona con dos sofás blancos y grandes y varios sillones que rodeaban una pequeña mesa de cristal, también había una mesa de por lo menos doce comensales, y dos barbacoas. Pero lo que realmente la dejó anonadada fueron la pista de tenis y la cancha de baloncesto. 

— Comencemos peloteando — ordenó Nayeon.

— Cómo quieras — aceptó la contraria, encogiéndose de hombros. 

Cada una se puso a un lado de la pista y empezaron a entrenar. Después de un suave comienzo y de que la japonesa metiera algunos puntos, Nayeon se enfadó y desafió a la contraria a un partido de tenis. 

Al final el partido terminó con diez sets, todos ganados por Momo, menos el último. La japonesa intuyó en el octavo set que a menos que Nayeon ganase, no la dejaría marchar de allí. Así que perdió aposta para poder marcharse a su casa. 

La mayor acompañó a Momo hasta la puerta y allí se despidió de ella.

— Mañana a la misma hora.

Y a continuación cerró la verja.

— ¡No puedo! — gritó Momo para que la otra la oyese, pues ya se estaba alejando.

Nayeon se paró y giró su cabeza para mirar de forma bastante tétrica a Momo.

— El domingo puedo a la hora que quieras — añadió Momo.

The Queen (Namo / Monayeon) Where stories live. Discover now