🍭⭐Capítulo 4: Súbditos⭐🍭

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Al día siguiente fue peor. La mayoría de los alumnos que estaban en el pasillo central llevaban mascarillas y se tapaban la nariz cuando la veían pasar, e incluso, algunos la insultaban. Pero no podrían con ella, bajo ningún concepto dejaría que alguien la humillase.

—¡Escuchadme súbditos! — gritó y atrajo la atención de todos los que se encontraban a su alrededor, lo que era medio instituto — ¡decís que estoy acabada, pero esto es un claro intento de destronarme! ¡Pero no lo conseguiréis, habéis topado con la reina equivocada! — sonrió con superioridad al ver las caras de decepción de sus contrincantes. —¡Y quitaos esas estúpidas cosas de la cara que vuestras casas seguro que huelen peor que un desodorante!

Acto seguido se echó el cabello hacia atrás y siguió su camino hacia su casillero para dejar la mochila y coger el libro que le hacía falta.

Durante el cambio de clase Yougjae contaba a Momo, Jihyo, Sana y Mark lo que había sucedido a la entrada.

Ni las chicas ni Mark quisieron participar en la broma del mal olor a Nayeon cuando la tarde anterior, Jackson se lo había propuesto.

Como no habían estado, Youngjae les relataba lo sucedido en unos cinco minutos antes de entrar a clase. Momo y Sana expresaron su admiración hacia Nayeon, mientras que a Jihyo y a Mark no les había parecido nada fuera de lo normal. Ambos conocían a la coreana y sabían que hacía falta mucho más que eso para hacerla caer.

Pese a que la mayor había sabido resolver la situación, Momo estaba preocupada por ella.

La última hora del día era Lengua y literatura. Momo estaba deseando llegar a clase para ver a la castaña. En todo el día no había podido olvidarse de ella y la seguía preocupando su verdadero estado.
Bien sabía gracias a Mina que había personas que ocultaban sus sentimientos, su amiga era una maestra en ello. Había intentado enseñarles el truco a Sana y a Momo cuando Nayeon se metía con ellas, pero ambas eran demasiado transparentes.

Llevaban veinte minutos de clase y Nayeon parecía estar feliz, muy feliz. A Momo realmente la asustaba su sonrisa de felicidad, le parecía demasiado grande y no enseñaba sus dientes. Decidió hablarla para averiguar la verdad.

— Nayeon.

— ¿Qué quieres Hiraifa? — preguntó mirándola con desdén.

Momo contuvo la risa por el sobrenombre que le había puesto. Era mucho mejor que "mono".

—¿Te parece bien si quedamos esta tarde para jugar al tenis?

—¿Por qué me lo preguntas ahora?, estamos en clase ¿Y no te dio Yoo mi número? Haberme mandado un mensaje, idiota.

— Te lo mandé, pero me dejaste en visto.

Momo hizo un puchero y consiguió sacar una carcajada a su compañera. Gracias a eso, pudo confirmar que su anterior sonrisa era una farsa, y también, que le encantaba el sonido de su risa.

Nayeon tosió y volvió a ponerse seria.

— A las cinco sería una buena hora.

Momo se pasó el resto de la hora preguntándose cómo alguien con una risa tan angelical y una sonrisa tan luminosa podía llegar a ser tan malvada como lo había sido Im Nayeon con ella y sus amigas.
En cambio, Nayeon no dejaba de golpearse mentalmente por haberle parecido tan adorable el puchero de Momo.

A las cuatro y cuarenta y cinco Nayeon salió al porche para tumbarse en uno de los sofás a escuchar música.

— ¡Nayeonnie! — la llamó el ama de llaves.

Nayeon estaba demasiado concentrada cantando, así que no la oyó. La señora se acercó enfurecida y arrancó los audífonos de sus orejas.

—¡Oye!— protestó.

The Queen (Namo / Monayeon) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora