🍭⭐Capítulo 3: Entrenar más ⭐🍭

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A las 9:59 am Momo entró en la casa de Nayeon. La misma señora del viernes la había abierto la puerta, con la diferencia de que esta vez la había dado los buenos días.

Nayeon estaba ya esperándola, se encontraba en la esquina de su casa. La hizo una señal para que la siguiese y fue.

Esta vez Nayeon quiso practicar el saque. Momo no se opuso.

Tras cuarenta y cinco minutos entrenando, la coreana decidió que era hora de tomar un descanso.

Momo cogió su cantimplora llena de agua de su mochila y de sentó en el banquillo que había en la pista de tenis. Se sentía cansada todavía por culpa de la fiesta, menos mal que no quiso practicar el sábado, sino habría muerto.

Nayeon cogió una botella de bebida energética y fue a sentarse junto a Momo. La otra vez se había sentado en su porche y ni siquiera había mirado a la japonesa, por eso ésta se sorprendió cuando vio a Nayeon sentándose a su lado.

- Hola - saludó Momo con una pequeña sonrisa.

La contraria no contestó y la preguntó directamente y de forma amenazante.

- ¿Le contaste a alguien que ayer me viste?

Momo la miró con extrañeza, un par de segundos después cogió a que se refería.

- No - afirmó con seguridad.

- Ya, claro - dijo despectivamente y rodó los ojos.

- Es verdad, no he dicho nada porque no creo que sea algo importante - respondió Momo tajante.

Nayeon se dio cuenta de que la otra chica se había molestado, por lo que decidió cambiar de tema.

- ¿Y cómo lo pasaste ayer?

- Muy bien, fue muy divertido.

Nayeon sonrió con superioridad

- Mis fiestas eran mejores. Yo no dejaba entrar a cualquiera.

Momo torció un poco el gesto y bebió de su botella.

- Me refiero sólo a que invitaba a menos gente y todos nos conocíamos por lo que había más confianza y nos lo pasábamos mejor.

La de pelo corto observó como el rostro de Nayeon se ensombrecía al recordar los viejos tiempos, y sintió la imperante necesidad de abrazarla, pero se contuvo. Seguramente Nayeon se incomodase si lo hacía.

Dos segundos después la coreana sonrió de nuevo, mostrando sus característicos dientes, y ordenó a Momo que siguieran entrenando.

Nayeon estaba en su taquilla intercambiando el libro de química, la asignatura que había tenido en la hora anterior, por el de francés, su siguiente materia.

Iba a cerrar su taquilla cuando vio pasar a su lado a Jeongyeon y Yugyeom, junto a Mark y a Sana dados de la mano. Entonces, cerró con mayor fuerza de la necesaria la puerta de su taquilla, provocando que todos los presentes la mirasen.

Mark y Jeongyeon pasaron de largo, arrastrando a sus compañeros e intentando ignorar la presencia de la antigua reina.

Los susurros comenzaron, eran como un zumbido incesante y la provocaban dolor de cabeza.

- ¿Qué miráis idiotas? -. Increpó a los dos chicos que estaban justo delante de ella - ¿es que no tenéis vida?

Tras esta frase no se volvió a escuchar nada más en el pasillo hasta que Nayeon estuvo lo suficiente lejos de ellos.

Antes de la hora de comer tenía clase de Lengua y literatura, en la cual, compartía mesa con Hirai Momo. La profesora las había puesto juntas dos semanas atrás para evitar que Hirai hablase en clase, ya que ella era la única con la que no se llevaba bien.

A Nayeon le resultaba realmente increíble lo cercana que era la japonesa con todo el mundo, no había nadie sobre el planeta que hubiese dicho algo malo sobre Momo, exceptuándose a sí misma, claro.

En la entrada de la clase vio a Jeongyeon, Momo y Yugyeom hablando sobre algo. Cuando sus ojos se cruzaron con los de su ex mejor amiga, la otra los apartó rápidamente y se acercó más a Momo para asegurarse de que Nayeon oyera lo que estaban hablando.

Pasó al lado de los tres y Yugyeom se calló en mitad de una frase, estaban hablando de ella.

- ¡Por fin te encuentro! - exclamó la japonesa y dejó a sus dos amigos atrás para acercarse a ella.

Nayeon frunció el ceño, extrañada. ¿Qué quería?

- Creo que deberíamos practicar más, Mina-chan y Sana-chan quedan casi todos los días para entrenar.

La castaña asintió y fue directa a entrar al aula, pero la mano de Momo, rápida como un rayo, la atrapó del brazo para impedírselo.

- Si me das tu número será más fácil quedar.

Nayeon suspiró.

- Pídeselo a Yoo o a Park.

Se soltó de su agarre y por fin, entró en clase.

Cinco minutos más tarde entraron todos los compañeros que estaban en el pasillo, incluyendo a Hirai, quien se sentó a su lado con una gran sonrisa.

- Ya lo tengo.
- Enhorabuena - contestó Nayeon sarcásticamente.

Momo no pilló el tono irónico de su contestación y le dio las gracias, sintiéndose feliz porque la coreana la había dicho algo positivo por primera vez en su vida.

La profesora entró en clase y comenzó la explicación.

Momo oía murmullos por debajo de la voz de la profesora cada vez que ésta se giraba para anotar algo de su explicación en la pizarra.

Vio a Jeongyeon y a otra chica, una tal Yerin, hablando animadamente y riendo, pese a que la próxima vez que la señora Han las descubriera las echaría. Si fuese en otra hora las mandaría notitas para participar también en la conversación y pasar de manera más amena la materia, pero en esos momentos no le importaba realmente de lo que estuvieran hablando y no porque estuviera concentrada en la clase, sino porque Nayeon tenía una expresión confusa en su rostro y de vez en cuando la miraba como si quisiera leer su cerebro.

- Señorita Im - llamó la profesora-. Los ojos de la chica se dirigieron con presteza hacia la señora Han y Momo pudo mirarla y respirar tranquila. -¿Hay algo que no entienda?

La mente de Nayeon se quedó en blanco durante dos segundos, aunque nadie lo notó, y contestó algo sobre las partículas que acompañaban al objeto.

La maestra le explicó lo que había preguntado, clavando sus ojos en ella. Nayeon no se amedrentó y le sostuvo la mirada.

Cuando el concurso de no pestañear terminó, la profesora volvió a lo suyo y la coreana dejó de pensar en su compañera de mesa para concentrarse en maldecir a la señora Han, a Jeongyeon y a Sana, principalmente.

Después de terminar el horario lectivo de ese día, tres chicos se acercaron a Nayeon en plena calle y la rociaron con desodorante de hombre. A continuación estuvieron riéndose de ella y llamándola perdedora, mientras que les insultaba y amenazaba.

Cuando se cansaron de los gritos, se marcharon. Aún así seguían burlándose de la antigua reina.

Nayeon apretó los puños clavándose las uñas en las palmas de las manos y cerró los ojos con fuerza para evitar que alguna lágrima saliera de sus ojos. Se sentía realmente frustrada, ya nadie la tomaba en serie, nadie la temía o respetaba, y lo peor de todo: ni siquiera tenía a alguien que quisiera participar en su plan de venganza contra esos tres idiotas.

The Queen (Namo / Monayeon) Where stories live. Discover now