Capítulo 21 NO TE PERDONO

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_Hola, mi nombre es Hania. -dijo sin apartar la vista de Mark.

_Hola. -dijo él con voz casi inaudible.

Estaba pálido, la había reconocido de inmediato, era imposible no hacerlo, había vivido los últimos cuatro años con esos sueños aterradores viendo su rostro bañado en llanto lleno de angustia, pánico y dolor a causa de lo que él le hacía.

Quiso retroceder, pero la cama que estaba detrás de él se lo impidió.

Se llevó las manos al rostro con desesperación, como tratando de borrar la imagen que tenía enfrente, como si de una ilusión se tratara y al mirar de nuevo ya no estuviera, pero ella seguía ahí, mirándolo con esos ojos claros, cristalizados por las lágrimas que pugnaban por salir.

Karen desde un rincón miraba con angustia la escena, luego pensó en sus niñas en la habitación contigua que ya asomaban sus cabecitas a través de la puerta viendo con curiosidad a la mujer desconocida que acababa de entrar.

Sin pensarlo más se dirigió hacia ellas y con discreción las sacó de ahí para llevarlas hacia la cafetería, deseaba con toda su alma quedarse al lado de su esposo para darle apoyo moral, pero no quería que sus niñas se dieran cuenta de lo que sucedía, sobre todo si ella gritaba o se ponía violenta, estaba en su derecho y en cierto modo la entendería si así sucedía.

*****
Hania por fin se había armado de valor, tenía que enfrentar sus miedos, tenía que liberarse de esa carga si quería empezar una nueva vida y darle una oportunidad a Derek.

Por fin estaba parada frente a esa habitación, abrió la puerta y se encontró con tres pares de ojos mirándola con sorpresa, ella no dijo nada solo pasó a la siguiente habitación.

Ahí estaba él parado junto a la cama, vestido, ya sin la bata del hospital, también estaba ella, su esposa que la miró con incertidumbre, luego volvió su mirada hacia él saludando, ni siquiera sabía por qué lo había hecho, los nervios la traicionaban, un nudo se formó en su garganta y lágrimas pugnaban por salir.

No era lo que había esperado, esperaba ver a un hombre mayor con expresión dura, pero lo que veía era a un hombre joven aproximadamente de la edad que tuviera Rob en esos momentos, muy bien parecido su cuerpo aunque en esos momentos lucía delgado se notaba que había tenido muy buena constitución física, pero lo que más llamó su atención fue su reacción de desconcierto de querer salir huyendo y sobre todo su mirada, no era dura como ella creía tenía unos hermosos ojos azules de un color sumamente especial que nunca había visto en nadie más, salvo en los de su hijo, y su mirada con una mezcla de desconcierto, dolor y si... culpa, sus ojos revelaban culpa.

Ella se acercó pero el intentó retroceder solo que la cama se lo impidió, entonces ella se detuvo.

_Necesito hablar con usted -dijo con voz temblorosa.

El solo asintió con la cabeza, no sabía que decir.

Ella buscó con la mirada donde sentarse, él se dio cuenta y de inmediato acercó un pequeño sillón, luego acercó una silla y se sentó enfrente de ella.

_Lo que sucedió -dijo por fin ella. _me tuvo molesta y dolida por mucho tiempo, arruinó mi matrimonio y arruinó mi vida y aprendí a odiarlo aún sin conocerlo. -lo miró por leves segundos para bajar de nuevo su mirada. _pero llegó alguien a mi vida que me hizo ver lo bueno dentro de lo malo, usted me lastimó pero me dejó algo bueno, mi hijo, al cual no cambiaría por nada en el mundo, y aun así continué odiándolo, pero por el solo hecho de darle una oportunidad de vida a mi bebé -dijo entre sollozos. _estaba dispuesta a perdonarlo.

Mark permanecía estático escuchando, no tenía palabras, no podía defenderse, no merecía solicitar el perdón de ella, mucho menos recibir su absolución, todo lo que ella dijese o hiciera en su contra lo recibiría y eso no quitaría la culpa que llevaba encima.

Deseaba que Karen estuviese a su lado, al menos todo sería más llevadero, su mirada se dirigió hacia la puerta con la esperanza de verla entrar... y ahí estaba ella.
Con discreción, se encaminó hacia su esposo y se puso detrás suyo, él intentó levantarse para que ella tomara asiento pero ella se lo impidió.

_Como le dije. -continuó Hania. _ yo estaba dispuesta a perdonarlo, después de cuatro años de luchar contra ese odio que carcomía mi corazón, sin embargo hoy hablé con Derek. -hizo una pausa tratando de controlarse, su voz amenazaba con no salir de su garganta, le era muy difícil continuar, pero lo hizo.

_Él me contó cómo sucedieron las cosas. -dijo mirándolos fugazmente y bajando de nuevo la mirada. El cree que usted no tuvo la culpa de lo que hizo porque no era consciente de ello, y yo me pregunté -dijo entre sollozos. _ ¿Y yo si tengo la culpa?, ¿solo porque usted, no sabía lo que hacía yo tenía que hacer de cuenta que no pasó nada?, ¿y mi matrimonio roto y los meses de pánico que pasé pensando si en verdad estaba haciendo lo correcto dejando que ese bebé que llevaba dentro naciera aun cuando era producto de su abuso y de que mi esposo lo rechazaba y sabiendo que cada vez que lo mirara iba a recordar lo que yo había pasado?
Y mi contestación tuvo que ser sí, porque como yo no decidí participar de esto y usted no decidió hacerlo, ambos nos vimos forzados a entrar a una situación de la cual no tuvimos control, con la diferencia de que yo tuve a mi hijo y a pesar de las circunstancias llenó mi vida de alegría, y aunque siempre me sentí como una víctima no se compara con llevar a cuestas una culpa de la que ni siquiera se es responsable.

Ambos se miraron por primera vez a los ojos, ambos los tenían cristalizados.

Mark se puso de pie y ella lo imitó, cuando él se acercó a ella su primer impulso fue el de empujarlo para evitar que avanzara, pero se contuvo. Su corazón latía acelerado, sintió pánico, su cercanía, su aroma la transportó de inmediato a esos momentos de angustia, sus manos empezaron a temblar, cerró sus ojos, luego su voz la volvió al presente.

_Perdón. -dijo él parado junto a ella. _por favor perdóneme.

Ella abrió sus ojos, estaba demasiado cerca y sentía que se sofocaba, pero miró su rostro pálido, desencajado, con esa mirada limpia pidiendo perdón, con sinceridad.

_No puedo perdonarlo -dijo ante la sorpresa de ellos, ciertamente él no esperaba su perdón pero tampoco esperaba tal franqueza, abatido bajó la mirada y se iba a retirar, cuando ella continuó.

_No puedo perdonarlo porque no tengo nada que perdonar, ambos fuimos víctimas y creo que ambos hemos pagado lo suficiente concluyó.

Ni él ni Karen daban crédito a lo que escuchaban, lo que nunca creyeron que sucedería, estaba sucediendo.

Él se acercó más y la abrazó sin pensarlo. _Gracias... gracias. -repetía una y otra vez estrechando ese cuerpo tan frágil y desvalido.

Ella se estremeció por la sorpresa y la angustia de tenerlo de esa forma pero se controló y entendió, entonces ella también lo abrazó.

Ambos lloraban soltando por fin la carga que habían llevado por tan largo tiempo.

Karen también lloraba en su lugar abrazándose a sí misma y dando gracias porque por fin su esposo era libre y esa joven también estaba siendo liberada.

Mientras en la cafetería del hospital Derek hacía compañía a tres hermosas niñas ajenas a lo que sus padres estaban viviendo,
Y unos pisos más arriba un bebé iba evolucionando y respondiendo a los tratamientos que se le aplicaban para salvar su vida.

LA MUJER DE MI HERMANOWhere stories live. Discover now