Episodio 7 - Say night

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Episodio 7 - Say night

El banquete de bodas se realizó en los jardines del palacio; vino, comida y música fluían sin intenciones de detenerse provocando que más de uno de los presentes comenzara a sucumbir ante sus efectos.

La pareja trataba de disfrutar tanto como podía y por momentos casi lo lograban, especialmente durante la entrega de obsequios por parte de sus invitados. Como era de esperar el oro y las piedras preciosas no escasearon, pero algunos de los convites realmente se esmeraron con sus presentes provocando que incluso el siempre estoico príncipe Damián hiciera amago de una sonrisa.

La Reina Diana de Themyscira que trajo consigo a dos de sus mejores yeguas pura sangre o el Rey Oliver Queen les obsequio una colección completa de arcos y flechas ricamente tallados, para consternación de Dick y diversión de Jasón. El duque Constantine les hizo entrega un tomo de hechizos antiguos forrado en cuero que Rachel encontró maravillosos y Sir Jordan una armadura ligera forjada en hierro especial que logro complacer el exigente gusto del futuro rey.

El regalo de su abuelo y madre fue, por supuesto, tan exuberante como impresionante. Una espada forjada en las incandescentes arenas del desierto en cuyo filo descansaba impreso en oro el emblema de la familia Al Ghul, así como una caja de madera finamente tallada en cuyo interior descansaba el rubí más hermoso que alguna vez los ojos presentes apreciaran. Ambas reliquias ancestrales diseñadas para volverles tanto a él como a su esposa en monarcas invencibles.

Ninguno de los presentes, ni siquiera aquellos que los entregaron sabrían jamás cuanta falta les harían ambos objetos en el amargo final.

Conforme le fiesta menguaba y la noche les absorbía la hora de cumplir con sus deberes conyugales se acercaba. Sin poder posponerlo más, el príncipe se puso de pie anunciando la hora de que ambos se retiraran al tiempo que sin expresar emoción alguna extendía su mano hacía Rachel en clara señal para marcharse. La joven tampoco dudo y haciendo gala de todo su porte camino a su lado con la cabeza en alto y el gesto estoico.

Una vez en las habitaciones la incomodidad de ambos no menguo, eran demasiado jóvenes y con demasiado peso sobre sus hombros para entender los secretos de la pasión. La experiencia de Damián era poca, se limitaba a unos cuantos encuentros incitados por sus hermanos y bajo los efectos del alcohol mientras que Rachel enclaustrada en la orden de Azarath era aún más inexperta en el tema.

Un nuevo intercambio de miradas basto para tomar una decisión; era desconcertante como solo bastaba para entenderse. Con delicadeza y la misma medida de curiosidad comenzaron a desnudarse mutuamente; conforme las telas caían y la piel se hacía visible, el tacto se volvió el único medio para conocerse pues se negaban a apartar la mirada del otro.

El primer acercamiento lo dio Rachel al posar con timidez sus labios sobre los del ojiverde en un beso que se antojaba más tierno que sensual. Fue Damián quien profundizo el contacto internándose en la boca de la muchacha que se estremeció en respuesta. Se besaron durante lo que les parecieron horas, conociéndose, reclamándose y entregándose como los seres necesitados de afecto que eran. Para cuando Damián les arrastro hasta el lecho y se adentró en su esposa que le recibió gustosa la luna ya se encontraba en su cenit.

A la mañana siguiente, cuando el rey Bruce y Lady Allera entraron a la habitación confirmando la unión, todo el pueblo se regocijo.

El matrimonio había sido consumado.


Historia de un reinadoWhere stories live. Discover now