Episodio 8 - Say future

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Episodio 8 - Say future

Un año ha pasado desde la boda real y solo seis meses desde que los príncipes herederos llegasen a las abandonadas tierras del caído Trigón para hacerlas renacer de sus cenizas. Fue un trabajo arduo, que cobro vidas y les habría arrancado la cordura de no ser por la constante compañía de Jasón, Jonathan y Richard que pelearon codo a codo con los príncipes para vencer a aquellos que aun buscaban el caos en aquellos paramos.

Por gracia del destino, o quizás intervención de los dioses antiguos, la relación entre los futuros monarcas germino fuerte y grácil tal como una semilla de girasol haría. La buena disposición de ambos muchachos para llevar su matrimonio de la mejor manera en honor a su gente propicio que los sentimientos de comprensión y cariño florecieran hasta convertirse en algo más fuerte a lo que ninguno se atrevía aun a dar nombre, pero que entrego paz a Lady Allera en sus últimos días.

No se amaban, al menos no aun, pero sin lugar a dudas se habían enamorado y ello provocaba el respeto y admiración de todos aquellos que les conocían, después de todo era bien sabido que difícilmente un matrimonio arreglado, especialmente entre la nobleza, desencadenase en algo tan bello. El pueblo lo notaba y se maravillaba ante la idea, incluso aquellas pobres almas que sufrieron la crueldad de Trigón en el pasado se doblegaban ante la devoción y respeto que el príncipe Damián le profesaba a la hija del tirano, mientras que los nacidos en Gotham alababan la admiración y orgullo que los ojos de la princesa reflejaban en compañía de su esposo.

Ahora que finalmente las fuerzas de aquellos que se decía descendían del dios murciélago se habían afirmado en las tierras de Azarath y con Richard como señor feudal de la zona era tiempo que las tropas y los príncipes marcharan de vuelta al castillo y a sus obligaciones en la capital.

El viaje de tres semanas era tortuoso y agotador para los mejores jinetes, ni hablar para aquellos que no se encontraban acostumbrados a las largas campañas. El príncipe Damián se mostraba preocupado y sobreprotector con sus esposa, a quien los últimos meses de embarazo dificultaban aún más el trayecto, como era de esperar se negaba a separarse de su lado a menos que Jonathan, quien les acompaño en la campaña como banderizo, o alguno de sus hermanos se encontrase cerca de la princesa para cuidarle y atenderle.

Por supuesto no era el único preocupado, a la mitad del camino se encontraron con las tropas de Sir Jordán quien había sido enviado por su padre para acompañarles y brindar comodidades más adecuadas a la futura madre durante el resto del viaje.

Su arribo a la capital se realizó con fanfarria y emoción, el rey Bruce a pesar de su porte siempre estoico y carente de sentimientos les sonreía emocionado por la idea de convertirse nuevamente en abuelo y asegurar el futuro del reino y su familia.

Semanas después, en el justo momento en que Damián sostiene entre sus brazos a su pequeña hija poco le importa el destino del reino o el propio, lo único que desea es que el futuro de su pequeña Allera sea brillante y feliz.

Ambos padres intercambian miradas en ese modo tan particular suyo de comunicarse. "Desgraciadamente es nuestra hija" se dicen ambos en silencio con una expresión que es tan alegre como dolorosa.

Un rey nunca nace para ser feliz, nace para hacer felices a otros.

Historia de un reinadoWhere stories live. Discover now