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Después de comer juntos y conocernos, Felipe me dejó en casa.

Al entrar lo primero que hice fue contarle a mamá todo lo que me había sucedido. Lamentablemente había vuelto a tener ataques de pánico y tenía que retomar terapia.

Le conté de mi compañero y como me ayudó, y también del psicólogo que me recomendó. Así que cuando terminamos la charla (que se extendió mucho porque mamá no dejaba de hacer preguntas), subí a mi habitación y pedí un turno con el terapeuta.

Al día siguiente no ví a Felipe en la facultad, no coincidimos en ninguna clase y pensé enseguida que no tenía su número.
Solamente quedaba esperar al próximo martes para verlo en Macroeconomía.

Me sentía rara respecto a él, porque apenas lo conocía pero sentía que sabía algo muy importante de mí y quería seguir viéndolo para conocerlo más... La manera en la que se comportó conmigo fue lo que me dejó con ganas de más.
Nunca nadie me había tratado así.

Entonces decidí que la próxima vez que lo vea, le iba a pedir su número.

Mis dos mejores amigas de la facultad eran hermanas y estaban de vacaciones por Europa, así que no tener su apoyo en este momento dificultaba las cosas... 

**********************************

Ese mismo día por la tarde, fui a la sesión con el psicólogo. Estaba yendo en colectivo y todo parecía ir bien... Quiero decir, estaba yendo a solucionar el problema. ¿Qué podría salir mal? Solo faltaba que pensara eso para que un ataque de ansiedad viniera a mi encuentro.

Las manos comenzaron a sudarme, un calor me recorrió todo el cuerpo y la conocida sensación de sofoco llegó. Intenté abrir la ventana del micro, pero hacía tanto calor afuera que era muy poco el aire que entraba.

De pronto sentía que me bajaba la presión y que en cualquier momento me iba a desmayar.

Otra vez lo mismo.

Sabía que estaba teniendo un ataque.

Sabía que no me iba a morir.

Pero no podía evitar sentirme mal.


Entonces me bajé del colectivo, bastante apurada y casi desesperada, y me subí a un taxi que me llevara a la casa del psicólogo. Trataba de calmarme pero podía porque no sabía como hacerlo.

Al llegar, toque el timbre una vez, y mientras esperaba que me abriera, el tiempo parecía ir tan lento que hasta creí que iba a desmayarme en la puerta. Respiraba, pero el aire no alcanzaba. 

De golpe, ésta se abrió, dejándome ver a un hombre muy alto, calvo y vestido con una camisa azul y un jean.

-Buenas t... Tardes. Soy Julia- la voz me temblaba por el miedo que recorría mi cuerpo. Sólo quería sentirme bien.

-Hola Julia, adelante- sonrió 

Me guió por un pasillo de paredes amarillas claras y entramos a un pequeño cuarto que tenía un escritorio y dos sillas enfrentadas.

El ambiente era muy lindo y tranquilo, había una ventana que mostraba hermosos árboles y un aroma refrescante en la habitación. Me senté un poco más tranquila en la silla pero aún alterada.

-¿Te sentis bien?- me pregunto Jorge, el terapeuta.

-Mas o menos...- balbuceé -Creo que tuve un ataque de pánico en el micro, de camino acá-

Me miró contemplativo unos instantes y habló con firmeza:

-De acuerdo, vamos a hacer esto. Quiero que respires, que inhales contando hasta tres, retengas el aire tres segundos y exhales contando tres. Hazlo lento, llena totalmente tus pulmones  y luego sacá todo el aire. Además es importante que el aire que inspiras, lo lleves a la panza-

-¿A la panza?- lo miré confundida

-Si, en vez de levantar tu pecho, levanta tu panza. Ponte una mano en el pecho y otra en tu abdomen e intenta que la de tu pecho no se mueva.  Cierra los ojos e intentalo-

Al principio me parecía una locura, pero luego de intentarlo un par de veces, encontré el sentido y tras 5 minutos de respirar así, logré al fin calmarme.

-Bueno, ahora si te veo mas tranquila- sonrió

-Si, muchas gracias... ¿Cómo respirar así me puede ayudar?-

-Bueno, el sistema nervioso se divide en parasimpático y simpático. Básicamente el parasimpático esta presente cuando estas relajada y el simpático cuando corres un riesgo. O mejor dicho cuando crees que corres un riesgo. No sabemos porque todavía pero algo en vos esta siempre alerta y hace que tu sistema simpático esté siempre funcionando y más de lo que debería.
Es decir un poco de ansiedad es normal, te prepara para huir o defenderte si algo ocurre. Pero vivir con ella no lo es.
Como decía, el simpático hace muchas cosas, entre ellas hacer que tu corazón lata más rápido, que sudes, que hiperventiles... Esto significa que respiras muy rápido y más de lo que necesitas. Eso te provoca mareos y la sensación de que vas a desmayarte, por eso es importante la respiración. Tienes que controlarlo-

Lo miré sorprendida. Ahora todo tenía un poco más de sentido.

-Julia- prosiguió- voy a empezar esta sesión diciéndote 3 cosas: Primero que nunca nadie se murió de ansiedad, así que en los ataques no temas morirte, solo son sensaciones horribles, pero sensaciones al fin. Segundo que 1 de cada 4 personas tuvo, tiene o va a tener un ataque de ansiedad, consciente o inconscientemente. Muchos tuvieron una sola vez en su vida y ni siquiera saben que era un ataque de ansiedad. Esto te lo digo para que veas que no estás sola. Y tercero y lo más importante, vas a estar mejor.. Sólo necesitas paciencia y comprenderte a tí misma.-

Hola! ¿Qué les parece hasta ahora? Esto recién empieza!

Mirando en la oscuridad  #Wattys2018Where stories live. Discover now