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Los días siguientes fueron complicados... Tuve varios episodios de ansiedad.

Algunos días lograba controlarlo bien con las técnicas que mi psicólogo me había enseñado, como por ejemplo con la respiración.

Pero otros dias... La ansiedad me desbordaba. Era como si me sobrepasara y perdiera el control.

A veces me sorprendía lo poderosa que podía ser la mente, y pensaba, paradójicamente, como con pensamientos, mi cuerpo podía sentirse de esa manera.

También había días donde me sentía más optimista y entonces reflexionaba que si con pensamientos negativos llegaba a sentirme tan mal... Con pensamientos positivos podría lograr cosas geniales.

Así que a veces me metía en esas páginas increíbles como we heart it y buscaba un poco de inspiración para ser positiva.

Aún así no siempre funcionaba... Muchas veces tuve que llamar a mis padres, simplemente para charlar y distraerme.

Otras a mis amigas, que me escuchaban llorar desconsolada por un ataque de nervios. Me desesperaba la idea de no poder hacer todas las cosas que siempre hacía con normalidad.

Por ejemplo un día tuve que faltar a la facultad porque la ansiedad me había provocado tantos mareos que apenas podía levantarme de la cama.  Ese día me desesperé y lloré durante dos horas porque sentía que estaba perdiendo el control y que la calidad de mi vida cotidiana estaba empeorando.

Y por último, mi otro apoyo era Felipe, a quien llamaba y nos veíamos casi todos los días. Siempre que estábamos juntos la pasábamos increíble, porque es muy fácil estar presente en las cosas lindas... Pero cuando la ansiedad llegaba, él nunca me dejaba sola, y eso me hacía quererlo aún más.

Anoche en la madrugada, me había despertado a las 2 am con taquicardia y estaba convencida de que me iba a agarrar un infarto. Mi psicólogo ya me había hablado de que a veces los ataques de ansiedad podían ser nocturnos y despertarte. Pero en ese momento, no lo recordé. Mi mente estaba en blanco.

-¿Juli?-  un adormilado Felipe respondió al otro lado de la linea luego de dos tonos.

Yo estaba sentada en mi cama en una esquina, cerca de la ventana, intentando respirar tranquila.
Pero el problema era que estaba sola, mi mamá se había ido a un congreso por trabajo el fin de semana y ésta noche era la primera que dormía sin nadie en la casa. Al estar en la soledad creo que lo que más me aterraba era sentirme mal y que nadie pudiera ayudarme. Así que después de dudar 32 minutos, me decidí y llamé a mi salvador.

-Feli, perdón la hora...-

-¿Pasó algo?- sentí que se movía.

-No... Sólo que me desperté... Y me siento mal...-

-¿Qué tienes?-

-Taquicardia... ¿Y si es un infarto?-

-No Ju, tranquila. Es un ataque de ansiedad-

-¿Cómo estás tan seguro?-

-Porque te hiciste muchos estudios, inclusive del corazón y todos salieron bien. Y porque estas cosas ya te pasaron. Vas a estar bien, lo juro-

-Tienes razón...- dudé-  Perdón por molestarte, te dejo dormir- no me sentía del todo tranquila, pero tampoco quería ser una carga para las personas que me rodeaban.

Él se rió y eso me desconcertó.  Acto seguido escuché el ruido de una puerta cerrarse.

-¿Dormir? Estoy yendo para tu casa-

-¿¡Qué?¡- una parte de mi se alegraba pero otra se llenaba de culpa -No, no tienes que hacer eso.

-Estoy a un par de cuadras... Espero que estés lista para recibir muchos besos-

Sonreí, hablamos unos minutos más y luego me avisó que estaba abajo. Al abrir la puerta y verlo de pie, con cara de dormido, un buzo gris y un jean, sentí más que amor. 

Lo abracé con todas mis fuerzas y luego lo besé. Un beso dulce al principio y luego mas pasional, demostrando cuánto lo necesitaba.

-Me gusta este recibimiento...- se burló cuando nos separamos.

-Gracias por venir, en serio... No quería molestarte pero estaba realmente asustada... Creo que es por estar sola en casa-

-Pero es un barrio muy seguro, nada te va a pasar- habló mientras íbamos a la cocina.

-Si, no es eso... Me da miedo sentirme mal y que nadie me ayude...- me sentí como una estúpida diciéndolo en voz alta pero quería ser sincera con él. Sabía que ocultar como me sentía no ayudaba en nada.

-Bueno soy un claro ejemplo de que eso nunca te va a pasar... Yo siempre voy a ayudarte y cuidarte- murmuró acercándose y besándome con suavidad -¿Cómo te sientes ahora?-

-Un poco mejor pero muy despierta... Como excitada-

-Tengo una solución...-

15 minutos después él y yo estábamos acostados en mi cama, tapados con una manta de polar, mirando una película que encontramos en la tele. Yo estaba tomando un té de tilo que el me preparó y mientras él repartía caricias en mi nuca.

No se en que momento dejé la taza de té en la mesita de luz ni en que momento me dormí, solo recuerdo haber despertado entre los brazos de un adormecido Felipe cuya respiración tranquila me calmaba.

Habían pasado dos semanas desde que habíamos empezado a salir y todo iba muy bien. Él era increíble y cada día lo quería un poco más.

Era y a la vez no era lo que yo había imaginado... Quiero decir, en esa mañana cuando me sentía mal y le pedí ayuda, jamás pensé que tendría una personalidad tan atrapante...

Era hermoso por fuera, de eso no había duda... Se veía a simple vista. Pero me sentía afortunada de saberlo hermoso por dentro, de poder ver sus cualidades y sentir que el mundo era un lugar más lindo gracias a él.

Mirando en la oscuridad  #Wattys2018Where stories live. Discover now