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Estábamos con Felipe en una plaza, había pocas gente ya que hacía un poco de frío. Era otoño y me encantaba ver las hojas marrones caer de los árboles, así que le pedí venir a un parque a pasar el rato. Estábamos acostados en una manta, mirando el cielo y charlando un poco sobre nuestros sueños. Nuestras manos estaban entrelazadas, y nuestras cabezas unidas.

Llevábamos como media hora así, simplemente descansando, viendo las nubes pasar cambiando su forma, y sintiendo el suave viento en nuestro rostro. Estar con él era así, estar en paz.

Era una persona tranquila, nunca tenía conflictos con otros, o eso intentaba.
Era justo y a pesar de aspecto de chico malo, con los tatuajes, su altura y musculatura, era una persona increíble. Suspiré feliz por tenerlo a mi lado.

-Si pudieras pedir un deseo, ¿Cuál sería?- me preguntó de repente.

-Mm- dudé unos segundos - viajar-

-¿A dónde?- ambos seguíamos mirando el cielo.

-A donde sea, quizá iría primero a Europa...-

-¿Y por qué no puedes hacerlo realidad?-

-Bueno... Muchos motivos. Pero principalmente porque no tengo mucho dinero y porque tengo miedo a los aviones...-

-Uh... ¿A qué exactamente?-

-A la turbulencia... Y básicamente a que se caiga- reímos.

-Son muy pocos los casos donde pasaron esas cosas Juli...-

-Si... Pero es parte del trastorno de ansiedad tener fobias... Creo que la mía es a volar-

-Lo sé, mi hermana también tuvo-

-Háblame de ella...-

-Bueno se llama Mariana, tiene 6 años menos que yo... O sea 16, y cuando era más chica tuvo problemas alimenticios y ansiedad...-

-Uf, que feo... Pobre- murmuré sorprendida -Imagino lo difícil que debe haber sido para tus padres y para tí...-

-Solo mamá y yo... Papá falleció-

-Perdón... No sabía-

-No pasa nada - rió achinando sus ojos -tuvo un accidente y no lo logró...-

-¿Eso fue la causa de los trastornos de Mariana?-

-Creemos que si... Sumado a la presión de la escuela, ya sabes que esa época es pura mierda-

Reí.

-Totalmente de acuerdo, todo es sobre apariencias y crueldad. Me alegro que ella ya esté mejor-

-Si, y tú lo vas a estar también. Cada día que pasamos juntos veo más brillo en tus ojos...- Sonreí feliz.

-Si, cada día me siento mejor-

Unos minutos de silencio nos invadieron y quise retomar la charla.

-¿Como estuviste tú cuando tu papá falleció...?- no sabía como formular la pregunta de una manera delicada, así que lo hice de la mejor manera posible.

-Bueno al principio fue duro... Sobre todo siendo el único hombre en la familia, pero después el tiempo fue acomodando las cosas. Muchas veces me pregunté, y lo sigo haciendo a veces, por qué él, y por qué tan joven... Tenía 40 años. Claro que no hay respuestas... Solo pienso que él me querría ver bien, y por eso todos los días hago lo posible por disfrutar la vida-

-Entiendo... De algo tan difícil y misterioso como la muerte, sacaste a la luz la importancia de disfrutar cada instante-

-Exacto- murmuró acariciando mi mano con su dedo gordo.  Luego se quedó pensativo unos instantes y no quise que se entristeciera por la conversación, así que cambié de tema.

-¿Cuál sería tu deseo?-

Giró su rostro hacia el mío y mirándome a los ojos murmuró:

-Que viajes conmigo a Italia- Sonreí.

-Algún día prometo hacerlo realidad-

-Lo sé- y acercando su mano a mi rostro, me besó con ternura.

El sol hacía brillar sus ojos, y éstos demostraban felicidad pura.

Me permití cerrar los ojos y, como él me había enseñado hace unos instantes, disfrutar el momento.

La tarde pasó y cuando el sol bajó tuvimos tanto frío que volvimos a mi casa.

-Gracias por todo hoy- murmuré abrazándolo cuando llegamos a mi puerta. Él era mas alto así que me ponía en puntas de pie para rodear su cuello con mis brazos.

Nuestros corazones estaban unidos y podía sentirlos latir con fuerza.

-Gracias a tí... La pasé increíble- nos miramos unos instantes a los ojos y a continuación nos besamos.

El beso al principio fue lento, una caricia de nuestros labios primero y luego de nuestras lenguas.

Era sin duda el mejor chico que había besado en toda mi vida.  Sus besos me transportaban a otra dimensión y me hacían sentir cosquillas en la panza.

De pronto el beso se volvió mas pasional, él me tomo de la nuca con una mano y de la cintura con la otra, pegándome a su cuerpo. Yo repartía caricias en su nuca y agarraba su cabello.

Cuando nuestras respiraciones se volvieron agitadas, nos separamos para tomar aire, y entre sonrisas cómplices y unos besos cortos, nos despedimos.

***************

Mi celular comenzó a sonar en la mesita de luz al lado de mi cama. Dormida, abrí los ojos un poco confundida y miré la pantalla.

"Cata llamando"

Luego vi la hora.

"02:34"

Mierda, pensé. Algo pasó. Agitada y asustada, respondí.

-¿Cata?-

-¡Julii! Ana tuvo un accidente...- la escuché llorar.

-¿¡Qué?!- me senté de prisa en la cama.

Mi mundo se puso en alerta y la ansiedad vino inevitablemente. Traté de mantener la calma respirando, no quería preocupar de más a Cata. Pero Ana era como una hermana para mí.

-¿Dónde estás?-

-En el hospital San José...-

-Voy ya mismo- murmuré y colgué.

Mamá se despertó enseguida en cuanto le dije lo que había sucedido y me llevó en auto hasta el lugar.

Mirando en la oscuridad  #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora