Regalada al Mafioso [02]

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Narrador Omnisciente

Los tres hombres encargados de haber raptado a la chica se bajaron del auto.

Lo primero que hicieron fue revisar si en aquel callejón donde se encontraban aparcados no hubiera nadie. Una vez asegurado esto llamaron a su jefe.

— La tenemos señor — el hombre al otro lado de la línea sonrió maliciosamente al escuchar eso.

— Bien, ya voy — dijo cortando la llamada y dirigiéndose hacia ellos.

Los dos hombres encapuchados estaban nerviosos, eran novatos y nunca habían participado en un secuestro. Se quitaron la capucha y la guardaron nerviosos en sus bolsillos.

— ¿Estará bien? — preguntó uno de ellos refiriéndose a la chica.

— Sí, eso creo — le contestó el otro dando una mirada rápida a la parte de atrás del auto.

— Hagan silencio — el conductor los fulminó con la mirada y estos agacharon su cabeza.

La puerta de metal que daba al callejón fué abierta de golpe y de este salió el encargado de tal acto.

El conductor no esperó ninguna orden y de una vez se dirigió a abrir el baúl del auto.

Narra Emma

— ¿Pero que tenemos aquí? — me sobresalté. Un chico me observaba como si fuera la octava maravilla del mundo— Hicieron un buen trabajo — dijo agusto —, por primera vez — agregó arrogante.

En ese momento quise hacer una locura pero mejor me quedé quieta antes de que me hicieran daño.

Dejó de mirarme y se giró para ver al hombre que condujo el auto.

— Amarrenla y llevenla a mi oficina, no tardará en llegar y la nesecito ahí — le ordenó para irse.

El conductor hizo una seña y dos hombres aparecieron en mi campo de visión. Supongo que eran los de la capucha.

Me tomaron de las piernas y me sacaron.

Mis piernas y mi espalda dolían fuertemente.

Me pusieron de pie y uno de ellos me soltó y se fué al interior del auto, segundos después traía cinta en sus manos. Cortó un pedazo y lo puso en mi boca. El hombre que se encontraba sosteniendome por detrás puso mis manos en frente y el conductor las amarró.

No sé qué tendrá en contra mío porque las amarró muy fuerte.

— Camina — ordenó él.

No puse ninguna resistencia y me dispuse a seguirlo mientras el hombre detrás de mí me empujaba.

Apenas entramos a lo que fuera ese lugar quise taparme la nariz.
El pasillo por donde íbamos no es para nada lindo, con un olor de animal muerto y las paredes sucias con restos de pintura vieja que al parecer fueron de un beige tiempo atrás. Todo el lugar tenía charcos de agua sucia verdosa, y de algo color rojo que ya estaba seco, parecía sangre.

No duramos tanto caminando por ahí y agradecí eso en mi interior. Al final del pasillo, había otra puerta de metal grande .

Apenas y fue abierta me quedé boca abierta.

Aquello que se escondía detrás de ese pasillo asqueroso era una especie de prostíbulo.

Me volvieron a empujar y seguí caminando.

Chicas jóvenes en ropa interior haciendo de meseras, otras estaban bailando sobre una especie de escenario con solo una diminuta tanga cubriendo su parte íntima. Cortinas perfectamente alineadas al final cubrían pequeños cuartos.

Regalada Al MafiosoWhere stories live. Discover now