Park Chanyeol sabe que corregir textos no es precisamente la ocupación más sencilla del mundo, no obstante, no va a negarse a hacerlo cuando recibe un correo electrónico equivocado donde un chico de palabras tan dulces como su persona le solicita ay...
Oops! Bu görüntü içerik kurallarımıza uymuyor. Yayımlamaya devam etmek için görüntüyü kaldırmayı ya da başka bir görüntü yüklemeyi deneyin.
— ❀ —
—¡Byun! Preste atención.
—¡S-sí! —se levanta con los brazos firmemente a los costados, temblándole el labio cuando reconoce que las miradas de todo el grupo están sobre él desde el momento en que gritó— Lo lamento mucho, profesor Choi. ¡No volverá a pasar!
Vuelve a tomar asiento, tímido al sentir las risitas coquetas de sus compañeras tras él. ¿Por qué tiene que pasar por estas vergüenzas sólo por distraerse un segundito? Suspira sin remedio y vuelve la vista al frente. Un segundito, sin embargo, le pareció increíblemente eterno puesto que su vista enfocaba nada más y nada menos algo a través de la ventana: el gigantesco cerezo de afuera. Le gusta tomar la clase de artes visuales y no porque el profesor Choi sea agradable aunque a veces medio renegón, ni mucho menos porque sea el único día cuyas clases inician desde las 9 am. Es sólo que es el único salón y el único asiento desde donde la perspectiva le permite tener una vista directa de su árbol, a pesar de la poca luz diurna si el clima acapara con nubes.
Antes solía agradarle la ventaja de tener este asiento, porque la alegría y las sonrisas secretas a mitad de clase lo embargaban cuando descubría de lejos a cierta persona bajo ese magnífico árbol, hace ya algunos años. Pero ahora la ausencia de esta no hace más que ponerlo triste y hacerlo divagar sobre qué le habrá sucedido para ya no verlo transitar por allí. Baekhyun lo continúa viendo por casualidad durante las horas libres, sin embargo, es muy distinta su faceta a cuando se enconttaa bajo el cerezo.
Muerde la punta del lápiz. Sea como sea irá a mirar más tarde, por si se lo encuentra.
—Ya basta de mirar afuera —le reprende el sujeto a su lado, notando cómo viajan esas pupilas del pizarrón a la ventana sutilmente—. ¿Tan difícil es ir por la tarde a buscarlo?
Buscarlo. La palabra tiembla persistentemente en su cabeza. —No lo busco, yo, yo sólo quiero saber si se encuentra bien.
—¿No sería sencillo si le hablaras de una vez por todas? —Jongdae le codea.
—Ya lo he hecho. ¿Recuerdas ese festival de libros?
—Fue solo un momentito y eso porque había tirado batido sobre su camisa y como eras el encargado de atender las mesas, te pidió una servilleta.
—¿Y... Y la vez que hice mi exposición sobre Yves Klein? Él estaba entre los visitantes y respondí a una de sus preguntas.
—Te preguntó cuánto iba a durar la exposición, por favor.
—Bueno, ¿qué hay de cuando...?
—Chocaron por accidente y ni se molestó en mirarte —cortó con un susurro brusco—. Te lo juro, cuando le vea la cara, yo...
—¡Dae! —Baekhyun toma su muñeca y le da una mirada tranquilizadora— Está bien. Puedo vivir con estos pequeños roces.
