Capitulo 31

4.6K 291 17
                                    

Nick me dio una mirada sorprendida y luego se convirtió en una llena de confusión. Cuando él estaba apunto de hablar tapo ligeramente su boca y salió corriendo en dirección al baño.

Tenía miedo sobre si seguirlo o no. Después de considerarlo varias veces, decidí ir junto a él. Y lo encontré con su cabeza en dirección al retrete, soltando todo su desayuno y probablemente la cena.

Él estaba vomitando.

—¿Qué rayos? —pregunté sin nada más que decir. ¿Por qué él estaba vomitando?

Nick señaló con su mano a la puerta, probablemente pidiéndome que saliera. Pero no iba a hacerlo, quería ver si estaba bien porque vomitar no es sinónimo de estarlo.

Una vez que terminó enjuago su boca incontables veces y se cepillo los dientes. Me mantuve todo este tiempo observando a un lado del cuarto de baño cada uno de sus movimientos, no quería hablar sin que él dijera algo antes.

—¿A qué venía eso, Taylor? —pronunció cuando estuvo calmado—. ¿Tú embarazada? ¿De quién estas embarazada?

—¿Por qué vomitaste?

—No lo sé. Te escuché y me dieron ganas de vomitar, ni siquiera he asimilado bien eso que dijiste. ¿Era un broma o algo así?

—No. Estaba hablando en serio... Estoy embarazada.

—¿De quién?

Me mantuve callada. No me gustó la forma en la que pronunció aquella pregunta, y estaba segura de que en su mente estaba la peor imaginación que alguien podría tener sobre mí.

—¿A qué estás jugando, Taylor? ¿De quién estas embarazada y hace cuanto lo sabes? Sobre todas las cosas, por qué en el mundo, elegiste este momento para decirmelo. Un embarazo no aparece de la nada, como para que ayer no sepas y hoy ya sí. ¿Por qué me entero hasta ahora?

—Tenía miedo —simplemente respondí.

—¿A qué?

—De tu reacción.

—No estoy dando ninguna reacción porque no estas siendo lo suficientemente clara. ¿Estabas embarazada para el día en que nos conocimos? ¿Por qué no veo tu vientre? Dios, que locura. Te juro que si esto es una broma todavía no has llegado al punto gracioso.

—Estoy embarazada. De ti. Con tu bebé. Por supuesto que no estaba embarazada el día en el que te conocí, al menos no durante ese momento.

—¿No durante ese momento? —él cerró la tapa del retrete y se sentó ahí, viéndome fijamente. Haciéndome sentir nerviosa porque no dijo más eso.

—¿Estas molesto?

—¿Cómo voy a estar molesto si ni siquiera comprendo que es lo que estás hablando? Si tan solo fueras más clara y explicaras bien, yo podría molestarme o responderte con coherencia.

Suspiré. ¿Debía decir todo de un sólo o por partes? Nunca antes le he dicho a una persona algo como esto, así que no soy demasiado buena manejando estas situaciones.

—¿Recuerdas aquella vez me tuve un altercado con Jazmyn?

—Sí, ¿qué pasa con eso?

—Ella se enteró ese día que estaba embarazada. No lo sabían esa vez nadie más que mis padres y yo, y hasta este momento, Jazmyn, ellos y tú. Que ahora te lo estoy diciendo. Jaz se mantuvo diciéndome desde que se entero que debía decírtelo a ti, e iba a hacerlo hoy antes de que nos fuéramos por si me odiabas llevarme conmigo el recuerdo de nuestro fin de semana siendo completamente feliz. Yo quise decírtelo en varios ocasiones pero... te amo, ¿sabes? Me siento tan bien contigo que no quería llegar y arruinarlo.

—A ver, déjame entender. Estás embarazada de mí, lo saben tus padres y tu mejor amiga, ¿yo te lo puse y soy el último en enterarme?

—¡Yo quería que fueras el primero!

—Se nota bastante —lo veo suspirar y agarrar su cabeza gacha antes de continuar hablando—. No sé cómo sentirme, porque molesto no estoy. Herido tampoco, un poquito feliz para ser honesto. Si no te conociera estaría recriminandote por ocultarme esto, o gritandote por tratar de encaramarme al hijo de otro hombre.

—¿Hijo de quién?

—Dije que si no te conociera lo haría. Pero te conozco Taylor, y esa primera vez estabas tan estrecha que dudo que tu vida sexual haya funcionado en al menos un año.

—¿Qué debería responder a eso?

—Sh, cállate. Estoy tratando de dejar claro un punto. Bueno, teniendo en cuenta tu consideración y la forma en la que revelaste la noticia quiero decirte que... yo, Taylor, lo más serio y sincero que puedo decirte en este momento es, lo supe desde el día en el que Onel, el doctor, te leyó los resultados porque él me llamó a felicitarme ¿por qué tardaste tanto en decírmelo?

Estuve escuchando atentamente cada palabra que decía. Y cuando terminó de hablar mi primer movimiento fue lanzarme a darle golpes, bastante golpes por todo su cuerpo. Nick en vez de apartarme simplemente se reía y cubría su rostro.

Estúpido insensible.

¿Cómo en el mundo no había dicho eso desde un principio? Sino que esperó hasta que me sentí enferma conmigo misma y la peor persona del mundo para soltarlo.

—Ya para —dijo entre risas. Y yo paré, porque ya me dolían las manos de tantos golpes soltados.

—¿Por qué hiciste un drama de preguntas si lo sabías? Y sobre todo, ¿por qué vomitaste, cerdo?

—Me dieron ganas de vomitar, fue bastante emocionante escucharte decirlo. Además quería ver un poco de arrepentimiento en tu cara, realmente necesitaba eso para ser completamente feliz. ¿Qué tal si yo no lo hubiera sabido? Es malo ocultar ese tipo de información, Taylor. Te lo perdonaré esta vez y haré como si nada paso, solamente si me dices que no le dijiste a tus padres que yo no lo sabía aquella vez que fuiste.

—Entonces no me vas a perdonar.

—¿Qué van a decir los suegros al verme? ¡Van a pensar que soy un irresponsable!

—Jazmyn se encargó de hacerles saber lo muy responsable que eras.

—Bien —respondió antes de asentir—. El anillo que viste allá fuera, y nunca me dejaste explicar a que se debía. Es un anillo de promesa, no de matrimonio. Te estoy prometiendo que voy a reservarme para ti hasta que llegue el momento en que tenga que ponerte uno real en la mano. ¿Recuerdas que le dije una vez a Jazmyn que no iría a conocer a tus padres sin antes ponerte un anillo en el dedo? A eso me refería.

—Te odio tanto.

Nick se acercó a mí con una sonrisa resplandeciente en su bello rostro. Envolvió sus brazos en mi cintura y yo le correspondí.

—Yo te amo tanto —me dijo viéndome a los ojos, con tanta excitación y entusiasmo que me recordó a la primera vez que nuestra mirada de encontró.

—También te amo, pero te odio. Odio saber que te amo.

—Mentirosa —jugueteó con la punta de mi nariz, y yo me quejé riendo—. Te besaría pero todavía no te has lavado los dientes, iu.

Claro que Nick jamás dejaría de ser un viejo juguetón. Me separé de él recordando que de verdad todavía no había cepillado mis dientes, o al caso de lo que veníamos a hacer, bañado.

Me metí a la ducha del hotel y encendí el grifo, gritándole a Nick que trajera la toalla para cuando terminara.

—Tengamos sexo de reconciliación por tus mentiras —pronunció entrando a la ducha completamente desnudo—. A una semana de cumplir tres meses de embarazo, ¿no sientes ganas de reconciliarte?

—¿Sabes hasta el tiempo?

—Diría que soy Dios porque lo sé todo, pero lo que estoy apunto de hacerte me deja diciéndote que soy el diablo. En todo ando.

Bajo las sábanas; Nick Bateman, Taylor Hill Donde viven las historias. Descúbrelo ahora