Capítulo 1

2.7K 187 52
                                    

l: Secreto

San Diego, California, siempre ha sido una ciudad escandalosa y con mucho movimiento, demasiadas personas yendo de un lado a otro, de aquí para allá; sin ningún descanso. Desde pequeña he pensado que mi ciudad no tiene mucho en común conmigo, creo que soy todo lo opuesto a lo que realmente es San Diego, pondré un ejemplo, que para mí es la principal diferencia entre los montones que puedes encontrar, San Diego es igual a extraordinario, todo aquí es bonito, y luego estoy yo, Riley Blake es igual a ordinario, una castaña de estatura promedio, nada fuera de lo común ¿notan esa gran diferencia? aunque debo admitir que mis ojos azul claro me salvan un poco de mi realidad.

Tal vez lo primero qué pasó por tu mente después de leer lo anterior fue ¡Qué estupidez! y probablemente eso sea cierto, pero, no puedo evitar compararme con mi ciudad. Que rara ¿no? es decir ¿Alguna vez ustedes se compararon con su cuidad? ó ¿Con algún país? Sonará extraño, pero también suelo compararme a diario con continentes, a veces pienso que el único con el que podría tener relación es con Oceanía, tenemos dos grandes aspectos en común, somos pequeños y solitarios, apartados de los demás y sintiéndonos grandes, cuando la realidad es que somos tan pequeños comparados a los que nos rodean.

Solté un grito ahogado en cuanto sentí como alguien alzaba mi refresco desde la base y el líquido casi salió desbordado por fuera de mis labios, por suerte, reaccioné a tiempo y dejé de beber de mi Coca Cola para poder observar a la persona que había realizado semejante acto del mal. Tyler me miró con diversión a tan solo un metro de distancia al frente, empezó a reír sin mucha gracia al ver mi rostro en enfado, aunque mi enojo totalmente falso se fue en cuanto su sonrisa me contagió y terminé sonriendo de igual manera mientras que el chico pelirrojo se sentaba a mi lado en la banca. Tiré la lata vacía dentro de un contenedor de basura a mi lado y le di toda mi atención a Tyler después.

— Te hablé varias veces, pero parecías estar muy concentrada en tus pensamientos —Me dijo colocando su dedo índice al lado de mi cien, dándole un leve empujón juguetón a mi cabeza. Tomé su mano entre las mías apartándola de mi cara y lo miré con los ojos entrecerrados.— no me digas que de nuevo pensabas en Oceanía.

— Debes admitir que somos como gemelos, te he mostrado nuestras semejanzas —Le recordé en tono ofendido, sabía que a Tyler le molestaba que no parara de compararme con cualquier cosa que pudiera ver, pero sabia que no podía evitar hacerlo.

— Pienso que estás loca —Farfulló.

Ese chico pelirrojo sentado junto a mí era mi mejor amigo, un chico alto, cubierto de pecas en su rostro y una linda sonrisa, su cabello siempre fue un misterio bastante abrumador para mí, la mayoría del tiempo lograba verlo anaranjado, casi siendo rojo, y después lo veía totalmente rubio; no sé si era mi daltonismo y miopía juntos, pero muchas veces hablé con él para que se lo tiñera de azul, así sería imposible confundirlo con algún otro color, obviamente él se negó.

Tyler era la única persona en el mundo que conocía todas mis inseguridades, mis puntos débiles y mis fortalezas, aunque nunca han sido muchas, podría decir que era la persona en quien más confiaba, nunca antes le había mencionado a alguien mis semejanzas con Oceanía, solo a él, fue la primera persona que me conoció a detalle, aunque suene imposible, conocía cada parte de mí y viceversa; yo también era su mano derecha, la memoria en donde guardaba todos sus datos, nunca nos escondimos ningún secreto. Éramos uno mismo, como almas gemelas.

— Deberíamos volver a casa —Sugirió Tyler en cuanto se percató de que el sol ya había comenzado a ocultarse. Nos encontrábamos en la orilla de la playa, sentados en una de las tantas bancas alrededor.

Suspiré frustrada, me gustaba estar ahí en los atardeceres porque no había otra cosa que me relajara tanto como esa. Tyler me miró burlón por comenzar a realizar un berrinche mudo, pero finalmente le hice caso y me puse de pie, comencé a caminar en dirección opuesta al mar, seguida por él, hasta que ambos estuvimos de nuevo por las calles de San Diego. Desafortunadamente no teníamos un auto para poder llegar a nuestras casas con facilidad, pero la buena noticia era que vivíamos a tan solo unas cuadras de la playa, por lo cual el sitio era muy recurrido por nosotros a diario.

I'll find you » Shawn Mendes©Where stories live. Discover now