Pluvofobia (Lluvia)

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La primera vez que Luka Couffaine la vio él tenía unos 10 años y ella tal vez tendría 7, como su hermana. Lo recuerda perfectamente porque fue una de las tardes más lluviosas de setiembre.

Anarka trabajaba en la Mansión Dupain-Cheng para ese entonces. Organizaba las tareas del hogar y se encargaba de mantener el orden. Además, cuidaba de Marinette y Tikki, las dos pequeñas hijas de los Dupain. Habían comenzado con una pequeña panadería. Su negocio prospero tanto que se expandieron hacia otros países de Europa y parte de América. Esto los obligaba a viajar. Su hija mayor Tiphanie, o Tikki como todos la llaman, también solía ausentarse. Entre su entrenamiento de natación, el instituto y su novio, prácticamente iba a su casa solo a dormir.

Salió de la escuela con sus botas moradas y su capa morada. Guardó la sombrilla en el bulto porque no podía perderse esa sensación de tener la lluvia sobre su rostro y sobre su pelo. Saltar de charco en charco, mojándose aún más.

Caminó por París. Se suponía que debía esperar al chofer de la mansión. Sonaba tentador ir en la limusina con comida y un poco de calor, pero no era lo mismo ver la lluvia caer desde la ventana que sentirla directamente sobre su piel.

Observó la mansión aproximarse a su rango de visión. Saltó un par de charcos más con sus dos piernas. Saludó a la cámara, esperó que le abrieran y subió las 15 gradas hasta llegar a la puerta.

Sacudió su pelo negro dejando pequeñas gotas de agua por todo lado y quitó sus botas. Sacó sus zapatos y se los colocó antes de tocar el timbre.

La puerta se abrió dejando ver al mayordomo del lugar. Una figura seria y aterradora. O al menos eso le pareció al niño. Tanto así que no se atrevió a preguntarle por su madre. Lo mejor sería ir a explorar.

El primer piso le resultó aburrido. Habían salones grandes. Uno de cine, una sala, el gran comedor, la cocina y como tres oficinas. No fue hasta el segundo piso que una melodía lo hipnotizó.

Corrió por todo el lugar buscando el origen de ese armonioso sonido.

En la puerta más alejada dio con un cuarto oscuro, una tenue luz lo iluminaba y agradeció que la puerta estuviese entre abierta, le facilitaba el trabajo de entrar sin ser visto.

Abrió y fue recibido por oscuridad, una pequeña lámpara y una niña con el pelo azabache, lacio y hasta su cintura. Estaba sentada con elegancia en un piano negro, sumergida en sus pensamientos y cautivada por la música. Se acercó tratando de no hacer ruido al caminar, no quería perturbar el ambiente que ya se había creado. Al acercarse observó que tenía los ojos cerrados, como si estuviera en trance.

Dejó que terminara su pieza y abriera los ojos para poder hablar.

"¿Quién eres tú?", preguntó ella poniéndose de pie y alejándose un poco.

"Hola, soy Luka Couffaine, tú debes ser Marinette, la hija de los Dupain-Cheng", ella asintió, "Yo soy hijo de Anarka Couffaine". Eso pareció tranquilizar a la muchacha. "Hoy me quedaré aquí", sonrió.

"Mucho gusto, Luka Couffaine", hizo una pequeña reverencia y se sentó en el piano.

"Creo que podrías tocar esa parte de la canción así", señaló la partitura y comenzó a tocar.

Los ojos celestes de ella pasaron de su mano a su cara y frunció el ceño.

"¿Sabes tocar el piano?".

"Sí, pero soy mejor con la guitarra", sonrió y se sentó a su lado para seguir con otra melodía. Ahora ella quién lo observaba.

Un poco de luz pasó por la cortina y el estruendo del trueno hizo vibrar los ventanales. La azabache pegó un brinco, sus piernas subieron a su pecho, cerró los ojos y tapó sus oídos con ambas manos. "¿Le tienes miedo?", preguntó un poco asustado por la reacción.

[One-shots] Lukanette Donde viven las historias. Descúbrelo ahora