Un pequeño giro (Compras)

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Ir de compras con Marinette era algo caótico para el chico de ojos aqua y pelo rebelde. Su esposa solía perderse por muchas horas en una tienda solo eligiendo un vestido para alguna actividad importante en Gabriel's. Caminaba por un pasillo, luego por otro y volvía al primero. Mientras la música del lugar lo relajara podía tolerarlo con facilidad, aunque había dejado de molestarle porque ver esa sonrisa en su rostro cada vez que hablaba con pasión sobre los diseños en el lugar, era algo que lo hacía feliz y derretía un poco su corazón.

La ropa no era lo único por lo que iban de compras. Su apartamento siempre estaba lleno de comida, después de todo Marinette había heredado el gusto por la cocina. En medio de los pasillos del súper la principal discusión se basaba entre la jalea de fresa que tanto ama ella y la jalea de mora que tanto ama él. Así que habían llegado a un acuerdo, un mes él elegía y al siguiente mes, ella.

Esas eran las compras más fáciles y que más difrutaba.

Luego estaban esas compras incómodas, donde Marinette tenía su periodo y era necesario que él fuera a comprar las toallas o los tampones. ¿Qué iba a estar sabiendo de textura, olor o...flujo? Era un mundo completamente diferente, pero con el pasar de los años se había vuelto más sencillo y menos vergonzoso, después de todo la admiraba por soportar todo lo que conlleva ser mujer con una sonrisa.

Todo esto era parte de su rutina doméstica, esa que habían creado desde que decidieron vivir juntos. No había sido fácil comenzar a convivir, pero adaptarse fue fácil, porque él se derretía con la cara de Marinette al despertar y ella perdía la cabeza con la imagen de Luka en la cocina.

Todo iba normal, hasta que Marinette le pidió, uno de esos días de compras, que se quedara en casa. Alya la acompañaría esta vez, así que él tendría tiempo para componer canciones o relajarse un rato. Nino estaría con ellas lo que reducía el estrés por el peso de las bolsas.

Esa noche Marinette no llegó a casa. Mandó a Nino con las compras y Luka se encargó de acomodarlo todo. Cuando le envió un mensaje recibió un simple: "Estoy bien, pasaré la noche donde Alya, ocupa ayuda con Jade. Te amo y duerme bien". No sabía cómo cumplir los último, después de todo las noches sin ella eran las más difíciles, las más largas y las más duras. No era bonito tener ese lado de su cama vacío, sin contar el frío que sentía en medio de las sábanas.

Miró al techo varias veces, tarareó 15 canciones e imaginó muchos escenarios. Terminó en la cocina tomando una copa de vino y mirando la tele sin prestar atención. En su celular tenía tres llamadas perdidas de su madre y una de Adrien. Lo mejor sería devolverlas en mañana, porque Adrien tenía que estar dormido, después de todo la bebé que adoptó con Nathaniel debía estar desvelando a los pobres padres primerizos.

Sin darse cuenta terminó dormido en el sillón.

Tikki, su gata, lo despertó en la mañana cuando subió sobre su estómago y comenzó a jugar con su pelo y su nariz. El sol comenzaba a asomarse, lo que significaba que no durmió lo suficiente y pasaría el día de mal humor, lo que se iba a incremetar con la ausencia de cierta azabache, después de todo le tocaría desayunar solo.

Alrededor del medio día recibió una llamada de Marinette, había tomado un taxi e iba de camino a su hogar. Su rostro se iluminó y terminó con los deberes que hacía. Al menos cuando ella llegara encontraría el lugar impecable.

Pasaron el resto de la tarde abrazados en el sillón, Marinette tratando de compensar el tiempo que no estuvo con él.

"Luka", susurró la chica en su pecho.

"Sí, Mari", le respondió con dulzura. Al ver que se quedó callada y se aferraba con fuerza a su camisa volvió a insistir. "¿Sucedió algo?", la abrazó para darle confianza.

"Creo que tengo que ir de compras de nuevo", no alzó la mirada, subió un poco y se escondió en su cuello.

Él la miró extrañado. No tenía ningún evento cercano a no ser que le avisaran hoy. Fue lo primero que le preguntó y ella negó sin decir una palabra.

"La ropa va a dejar de quedarme"

"¿La ropa va a dejar de quedarte?", repitió tratado de entender. "Siempre tienes la misma talla, no creo que quieras perder más peso".

"Al contrario, ganaré mucho peso"

"¿Estás enferma? ¿Tienes algo?", se levantó del sillón y Marinette pasó de estar encima a estar a su lado. Tomó sus mejillas entre sus brazos. "Responde Mari", la chica solo cerraba los ojos.

"No, no estoy enferma", susurró. "Creo que tenemos que renovar el cuarto de visitas también".

"Primero inicias con la ropa y ahora con el cuarto de visitas", corrió un mechón de la cara de la azabache. "No te estoy entendiendo".

"Vamos a tener una visita, un poco permanente en unos meses", se tiró a su pecho de nuevo.

"Está bien, pero no comprendo qué tiene que ver con el asunto de tu ropa"

Marinette se rio un poco y tomó aire.

"No es una visita cualquiera, Luka, es muy pequeña y también va a ocupar ropa y comida. Me hará crecer mucho también, pero tenemos siete meses para recibirla".

Luka abrió la boca de par en par, Marinette se atrevió a alzar la mirada y no pudo evitar reírse. Pocas cosas sacaban ese tipo de reacciones de su esposo, pero bueno, iba a ser papá por primera vez y era normal el estado de shock.

Nino duró un día sin hablar cuando se enteró que Jade venía en camino.

"Creo que vamos a tener que añadir más cosas a la lista de cada mes", habló para romper el silencio.

"Gracias, Marinette", cuando salió del asombro se tiró a abrazarla. "Me haces el hombre más feliz y completo del planeta".

Ambos rieron y para ella no pasó desapercibido como las silenciosas lágrimas de Luka mojaban su hombro.

Luka jamás se hubiese imaginado recorriendo tiendas por gusto, o saliendo en la noche solo porque se quedaron sin pañales. Esta vez en busca de ropa en tonos pastel y en tallas muy pequeñas. La sonrisa en la cara de su esposa y lo hermosa que veía su princesa Emma lo motivaban a querer bajar cielo y tierra por ellas.

Su rutina con Marinette tuvo el mejor giro de 180 grados, uno que lo despertaba cada hora en la noche, pero llenaba su hogar de alegría y en definitiva, había venido a unirlos más. Después de todo, estar rodeado por dos bellas mujeres era motivo para sentirse afortunado.

Luka se sentía como el papá más suertudo de todo París.

[One-shots] Lukanette Where stories live. Discover now