Capítulo 2

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¡Tako-sensei!

Volví a la torre del Hokage arrastrando los pies.

De pronto, sentí que dejaba de llover sobre mí, pero las gotas de lluvia seguían cayendo desde el cielo.

Es cierto que la tormenta había amainado bastante, dejándome completamente mojada, pero ahora el sonido de la lluvia repiqueteaba lentamente contra el suelo, las ventanas y las casas. Parecía que ahora, que ya había caído el chaparrón, sólo quedaban los restos de la lluvia torrencial de momentos antes.
Levanté la vista y vi a un hombre bastante conocido tapándonos a ambos con un paraguas.

-Hola, Tako-sensei.-saludé desanimada.

-¡No me llames así!-respondió él gritando.- ¡Soy el increíble Sanin Jiraiya, el amador de mujeres! ¡No un simple pervertido!

-Perdona, Tako-sensei, no te volveré a llamar Tako-sensei.- murmuré con la mirada fija en el suelo.

-¡Lo has vuelto a hacer!- exclamó.

Suspiré y seguí caminando con la mirada apagada.

-¿Vas con Tsunade?-preguntó él ahora más serio (algo fuera de lo normal).

-¿A dónde si no?-le contesté fastidiada y con una mueca algo infantil de fastidio.

-Ya.

Caminamos en silencio hasta llegar a las escaleras que daban a la casa del Hokage.

-Te dejo aquí. Corre y no te mojes mucho más, te vas a resfriar.-comentó.

-Venga, tengo que ser fuerte.-murmuré para mí misma, sin que el Sanin me oyera.- No quiero preocupar a nadie.

-¿Oíste?

Sé que había dicho algo más, pero ignoraba el qué.

-¡Sí, sí! -grité y sonreí, levantando la mirada y fijándola en los ojos negros sobre las lágrimas de sangre dibujadas en sus mejillas.

-Nos vemos luego, pequeñaja.

-¡Adiós, Tako-sensei!

-Te he dicho que no me llames así...-dijo, pero yo ya me había ido corriendo. -...Maldita niña...-susurró, pero sonrió.
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Llamé a la puerta y esperé a escuchar la voz de la nueva Hokage dándome permiso. Me va a costar habituarme a esperar respuesta.

-Hola, Shanna, te estaba esperando.-dijo la mujer.

-¡Hola! ¿Sabe que no acostumbro a llamar a esta puerta?- le pregunté cerrándola a mis espaldas y rascándome la nuca algo distraída.- Sarutobi-sensei siempre me dejaba entrar, así que me disculpo si en algún momento entro sin llamar por la costumbre. -dije haciendo una pequeña reverencia.

-No pasa nada.- sonrió.- Lo primero que quiero hacer es decir que siento mucho todo lo que has pasado. Me dijeron que el anterior Hokage y tú teníais una relación cercana.- Su rostro se enserió, haciéndome sentir un poco mal otra vez.- Cuando el Tercero...- esperó a ver mi reacción, pero sólo ladeé la cabeza dando a entender que no me importaba tanto como realmente dolía. -Cuando... Me convertí en Hokage, tu... caso fue de los primeros que me contaron y de los primeros que estudié a fondo. A parte de tus entrenamientos, creo que hay un pergamino que tu sensei solía mandarle al Tercero. ¿Lo has traído?

-Sip, está aquí.- rebusqué entre mis armas ninja el pergamino que la mujer me pedía, y lo coloqué sobre su mesa.

-Gracias. Vives con tu sensei, ¿No?- asentí.- Dicen que es un tanto peculiar...

-Sí... Lo es.-dije sonriendo a medias y rascándome la cabeza, con una gotita al estilo anime recorriendo mi frente.

-Creo que hay algunas técnicas que aún no puedes perfeccionar por su dificultad.

Genjutsu  (Kiba Inuzuka y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora