Capítulo 58

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Recuerdo

Shanna pudo ver otro recuerdo.

Era más reciente, aunque no estaba demasiado separado del anterior. Ella estaba en la cama, con los ojos cerrados, durmiendo profundamente. Fuera llovía, llovía mucho para ser verano. El agua caía y golpeaba la ventana como una fuerte y potente riada enfurecida, y la oscuridad de la noche ayudaba a que no se pudiera ver nada en el exterior. 

Shanna recordaba ese día. Debido a la intensa y violenta lluvia, Kiba se había quedado a dormir con ella en casa. El chico se había sentado a su lado y le había dado la mano hasta que ella se quedó totalmente dormida, y cuando había querido levantarse para dirigirse al sofá se dio cuenta de que no era capaz. Shanna estaba abrazando su brazo con fuerza, y se le veía tan tranquila y en calma que no quiso forzarlo para liberarse. Además de eso, una parte del Inuzuka no tenía nada de ganas de alejarse de ella. Si ella fuera metal, él se sentía atraído hacia ella como un imán, como una polilla viajando directamente a la luz de la vela en plena oscuridad. 

Sin moverse demasiado, se tumbó en la cama a su lado, quedando frente a ella. Observó anonadado el rostro de la chica. Sus ojos cerrados, su nariz, sus cejas, unas pequeñas pecas a penas perceptibles sobre su nariz, y sus labios, entreabiertos. Su rostro era la representación de la paz y de la calma, aunque el corazón de Kiba latía desenfrenadamente al verla. Era increíble como Shanna le ponía tan nervioso con simplemente estar dormida. 

Verla preparar el desayuno a escondidas, observar cómo gesticulaba al hablar, ayudarla en el entrenamiento u oír su risa eran unos pequeños y simples detalles. Apenas serían un par de segundos, un efímero y corto momento que conseguía que el chico se sintiera en las nubes. Estaba tan agradecido de haberla conocido, tan feliz de formar parte de su vida, tan aliviado de conocerla, que una pequeña acción de la chica que para cualquiera pasaría desapercibida formaba para Kiba el camino hacia la felicidad. Shanna se lo había dado todo. 

Y la observó dormir, con una sonrisa en los labios, hechizado con la vista de la que gozaba. Usó su otra mano para apartar con suavidad un mechón de pelo pelirrojo del rostro de la contraria, y se estiró para dejar un suave y dulce beso en su frente. En sueños, la kunoichi compuso una suave sonrisa que hizo que la del mayor creciera más. Se acomodó, situando su nariz contra la cabeza de Shanna, atrayéndola hacia él y abrazándola en medio de la noche, pegándola contra él para no dejarla marchar nunca. 

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El funeral. 

Shanna se veía a sí misma de nuevo en aquella traumática experiencia. 

No quería mirar. 

Se cubrió los ojos y se dobló hacia delante. Casi podía sentir la lluvia que caía sobre ella, atravesándola. 

Gritó, gritó tan fuerte que le dolió la garganta. Convirtió sus manos en puños y se golpeó a si misma, sintiendo como si su pecho estuviera siendo abierto en canal y alguien estuviera arrancándole el corazón sin piedad. 

Dolía. 

Le dolía mucho. 

No quería oír, no quería ver, no quería sufrir. Pero, sobre todo, no quería recordar. 

Dejó de gritar abruptamente, para dejar salir su llanto desconsolado. 

-Ayuda...- gimió, con la voz entrecortada y un nudo en la garganta.- Por favor...

---🍥---

-Ya está, tranquila.

Shanna abrió los ojos lentamente, guiada por esa calmada voz familiar y por las suaves caricias que sentía en su cabeza. Se encontró con unos ojos amarillos que la miraban con compasión. Por alguna razón, aquella mirada de tristeza no le molestó como lo hacían las miradas de otras personas de la aldea. 

Genjutsu  (Kiba Inuzuka y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora