Capítulo 48

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Águila.

Durante los siguientes días tuve un sueño recurrente. Siempre era el mismo, y se repetía en mi cabeza una y otra vez.

Estaba de nuevo sentada en el campo de entrenamiento, viendo a aquella persona que vestía de negro con nubes rojas. No podía ver su rostro, estaba sumido en las sombras, así que me levantaba y caminaba hacia la persona.

Al ver que me acercaba, él o ella se dio la vuelta y empezó a caminar delante de mí. Le seguí en silencio hasta llegar a una cueva, y en ese instante pude ver que era un hombre.

Era más alto que yo, pero sentía que ya lo conocía. Algo dentro me decía "Es Sasuke, Sasuke Uchiha", pero cuando se giró para mirarme me di cuenta de que no era así.

En cambio, sí se parecía, se parecía bastante. Tenía el pelo liso y largo, los ojos negros y oscuros, y aquella capa que ocultaba todo su cuerpo de nubes rojas.

En ese momento, en sus ojos aparecía el sharingan, y luego me despertaba.

Tenía que ser un Uchiha, estaba segura. Si no, no entendía cómo tenía esos ojos.

También tenía un parecido escalofriante a Sasuke, por lo que no podía parar de pensar que era su hermano mayor.

Aquel que, según decían, había asesinado a todo su clan, dejando sobrevivir sólo al pequeño Sasuke.

Pero no tenía ninguna forma de comprobarlo y no quería decir algo que alertara a los demás, así que lo clasifiqué en la parte de sueños y traté de olvidarlo.

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Aquella mañana me levanté temprano. El sol aún estaba saliendo, pero yo ya estaba vestida y lista para comenzar el día.

Por la tarde iba a ver a Kiba, pero por la mañana no tenía nada que hacer. Así que salí de casa y fui a entrenar un poco, más que nada para distraerme y mejorar.

Cuando fui a recoger los kunais que había lanzado a la diana, oí un graznido y elevé la mirada. Vi cómo un águila, que volaba alto, comenzó a descender hasta mí, y empezó a bajar hasta detenerse en la rama más baja del árbol bajo el que estaba. Me miró, ladeando la cabeza, y yo la ladeé también. Alcé la mano y vi que no se inmutó, así que acaricié su cabeza y vi como cerraba los ojos complacida.

Reí y terminé de recoger mis armas para luego separarme y mirar de nuevo al ave.

-Bueno, pequeña, deberías apartarte por si se me escapa un kunai...- hice un pequeño aspaviento, pero ella no se inmutó.

No quise enfadarla, así que me cambié de árbol y busque otra diana. Estaba a punto de seguir lanzando kunais cuando el mismo águila pasó volando por delante y se posó sobre mi cabeza.

-¡Oye! ¡Sal de ahi!

Moví mi cabeza hacia los lados, pero el ave sólo se cambió de sitio y se puso sobre mi hombro. Asombrada, la miré seria.

-¿Viniste para llevarme la contraria?

Intenté cogerla con cuidado, pero se removió entre mis manos y la solté.

No era tan grande como lo suelen ser las águilas, por lo que debía de ser una pequeña que todavía estaba creciendo.

No parecía querer alejarse de mí a pesar de todos los aspavientos que hacía, así que me rendí por hoy y me fui a casa para darme una ducha.

Había practicado de nuevo con mis elementos, pero como era de esperar, no había señal de que fuera capaz de usar la Tierra o el Rayo. Simplemente habían desaparecido, como si nunca hubieran sido parte de mi chakra.

Genjutsu  (Kiba Inuzuka y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora