5. CONTRATAQUE

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Después de un día catastrófico, Marinette llegó a casa sintiéndose una estúpida y una ingenua por haber caído en el juego de aquel engreído desalmado; la había humillado y, lo peor de todo, no fue en sí lo que le dijo, sino el impacto que sus palabras habían tenido en ella.

Tanto Alya como Lila se habían preocupado al ver como había abandonado el aula de forma tan repentina, pero pese a ello, la Cheng no quiso desvelar los detalles ni motivos que la empujaron a reaccionar de esa manera.

Mismamente, en el tiempo que había tenido para pensar, varias incógnitas afloraron en su mente; incógnitas que tentaban a su raciocino y a lo que sentía por su arrogante compañero.

¿Podía ser cierto que hubiera sucumbido a los encantos de ese demonio con apariencia angelical?

El mero hecho de imaginar en que esa probabilidad pudiera ser una realidad la carcomía por dentro, aún y así, después de lo que le había hecho pasar no iba a volver a flaquear ante él.

« Se acabó ser una niña tonta. »

Daba gracias que al día siguiente fuera sábado y no tuviera que ir al instituto, pues necesitaba algo de margen para recomponerse del altercado con el joven Agreste; permitiéndose salir con sus amigas para despejar la mente y distraerse un poco.

El grupo de chicas había quedado en el Pont des Arts, dando un paseo por las calles de la ciudad mientras conversaban animadamente.

- Pues es muy agradable. - murmuró Alya con una sonrisa coqueta.

- ¿Alguien se ha enamorado? - canturreó la italiana a su lado.

- ¡Claro que no! Solo digo que... Es mono. - admitió la de lentes con un discreto sonrojo.

- Así que mono... - provocó con una sonrisa vivaracha la castaña, arrimándose a la azabache para abrazarla por los hombros-. ... ¿Tú qué crees, Mari?

La ojizarca posó sus azules en los ámbares de su compañera, intentando sonreír pese a que sus ánimos navegaran en un mar de autocompasión.

- Le concedo el margen de la duda. - contestó en un tono neutro.

- ¡Eh!¡Eso no vale! - se quejó la Rossi con un puchero-. La gracia está en hacerle pasar algo de vergüenza.

- Mala suerte, Li. - se jactó la de mechas anaranjadas, luego mirándola con fisgoneo-. Por cierto, ¿qué paso al final ayer? Aún no nos has contado nada de nada.

- ¿Ayer? - preguntó la de iris verduzcos, torciendo el gesto-. ¿Es que tenía que pasar algo?

- Oh, vamos, no te hagas la desentendida. - animó la Césaire con socarronería-. ¿Acaso no quedaste con Adrien después de clase?

Al escuchar el nombre de aquel desgraciado, la euroasiática sintió como su corazón se oprimía y un sentimiento de aflicción la inundaba; tratando de hacer oídos sordos a lo que fuera que saliera de los labios de sus amigas en referencia al sujeto en cuestión.

- Oh, sí. - confirmó en un tono que trataba sonar más eufórico de lo que sus facciones reflejaban.

- ¿Y bien? ¿Cómo fue? ¿Es tan apasionado como dicen? ¿Te tiemblan las piernas cuando te besa? ¿Es rudo en la cama? - insistió la morena ávida por saber-. Y lo más importante... ¿La tiene grande?

« Debería haberle pedido un informe detallado, acabaría antes. »

- Pues... La verdad, es que...

- ¿Alya?

El grupo de amigas fijó la vista al frente, identificando a su compañero de clases de tez bronceada y gemas color café.

||+18|| ▪TURN ME ON ▪                  ➤ ADRINETTEWhere stories live. Discover now