Capítulo 1

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 JADE

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JADE

Deben ser al menos las once de la noche y llevo media hora intentando memorizar dos frases. Creo que mi cabeza ya no da a más.

Cierro el libro y suelto un suspiro.

¿A quién se le ocurre dejar todo para última hora?

Llevo aquí desde las ocho de la mañana, así que tal vez debería hacerle caso a Brad e irme a casa.

Apago el portátil, lo cierro y lo meto en la mochila junto con la libreta y el estuche.

Bajo las escaleras tan distraída como siempre, así que tropiezo y me doy de bruces contra el suelo.

—Niña, ¿estás bien? —me pregunta la bibliotecaria con cara de pocos amigos.

—Sí, no se preocupe, sólo ha sido un golpecito de nada —le respondo ásperamente.

Y, sin más, sigue a lo suyo. Supongo que trabajar de noche en una biblioteca tiene que ser el trabajo más aburrido del mundo, por lo que no la culpo por tener cara de espinaca hervida.

Mientras tanto, ya he cruzado la sala audiovisual y estoy abriendo la puerta, cuando, de repente, alguien aparece delante de mí.

Es un chico joven y tiene cara de enfadado. Su nariz aguileña me recuerda a un pájaro muy feo que vi en un documental de National Geographic, pero me contengo para no reírme porque sé que me metería en problemas.

Tiene el pelo cubierto con un gorro de lana negro, pero me es fácil adivinar que es rubio, porque le llega casi por los hombros.

No me dice ni una palabra, así que supongo que quiere entrar y me hago a un lado, pero me agarra por el codo y me frena.

—Hola, guapa ¿qué haces a estas horas tan solita por aquí? —me pregunta con una voz profunda.

Consigo librarme de la mano que me agarra el codo, pero vuelve a sujetarme y esta vez más fuerte y yo lo empujo.

—Te he hecho una pregunta. ¿No piensas contestarme? Porque podemos hacerlo por las buenas o por las malas —vale, ya está. esto es lo típico de las películas. Esto no puede estar pasando. No, no, no.

—Déjame en paz si no quieres que te meta una patada en los huevos —me felicito mentalmente a mi misma por tener unas agallas así precisamente ahora, aunque en el fondo sé que ha sido cosa de la adrenalina.

—No seas tonta, vamos a pasarlo bien —arrastra las palabras y su aliento huele a alcohol etílico.

No sé ni cómo, levanto una de mis piernas y lo golpeo justo en medio de la entrepierna.

¡Directo en la diana!

Echo a correr, pero él me sigue de cerca. Escucho sus pasos correr a un ritmo frenético detrás mío y me reprendo a mi misma por no haberme apuntado al gimnasio.

| COMPLETA ✔ |   Aunque tú no lo sepas © [ATNLS 1]Where stories live. Discover now