| COMPLETA ✔ | Aunque tú no lo sepas © [ATNLS 1]

Capítulo 5

Siento que un montón de emociones se agolpan en mi interior. Sé que algo grande está por venir, pero no sé qué es. Sé que aquí termina una etapa en mi vida y comienza otra y eso me da miedo. Pero no pienso dejar que el miedo me estropee este momento.

Aún no me termino de creer que todo esto sea verdad, pero sé que tengo que confiar en el viejo canoso que tengo delante aunque sólo haya pasado un par de horas con él.

Cualquier persona en su sano juicio saldría corriendo y se iría a casa, o lejos de aquí. Pero yo no. Estoy harta de huir de todo y de todos. Creo que es la primera vez que me veo con fuerzas para afrontar todo lo que se me ponga por delante, y creo que me merezco darme ese lujo.

No me importan los pocos meses que quedan de carrera, ya los acabaré, no tengo prisa. No me importa tampoco Brad: sé que el no dudaría en irse del país si le dieran esa beca que tanto espera. Lo quiero, pero en el fondo nunca ha dejado de ser un amigo con el que de vez en cuando me acuesto.

Al fin y al cabo, sólo somos compañeros de una parte del viaje del otro y no el viaje al completo, ambos lo sabemos. Ha estado bien mientras ha durado, pero este ha sido el empujón que necesitaba para tomar las riendas de mi vida.

Erin cruza la sala y yo lo acompaño. Seguimos en silencio hasta llegar a una habitación en la que se para.

—Esta es la habitación seiscientos treinta y seis. Aquí vive Kai. Estáis muy cerquita, así que si necesitas cualquier cosa puedes avisarle —por favor, que Dios me libre de tener que pedirle ayuda a ese salvaje. Preferiría morir comida por hormigas —. Vamos a decirle que quieres ir a despedirte de Brad. Él te llevará.

Agggggggg.

—Vale —suspiro y me cruzo de brazos mientas él golpea la puerta con sus nudillos.

Su mano toca la puerta un par de veces hasta que se abre.

Kai tiene el torso desnudo y puedo fijarme por primera vez en que tiene tatuajes. Y muchos. La mayoría de ellos no tienen sentido para mí, son simples símbolos, flores, el rostro de un lobo, frases... un batiburrillo de arte que le cubre prácticamente todo el cuerpo. Puedo distinguir un pequeño corazón negro en uno de sus brazos y algo parecido a un dragón. También veo una rosa negra, una serpiente y....

Madre mía, ¡qué cuerpazo!

—Jade, ¿me estás escuchando? —pregunta Erin.

Yo asiento, pero pronto me corrijo:

—Dios, lo siento, estaba...

—Erin, siento decirte que tu nieta va a morir de desnutrición si sigue babeando así cada vez que me ve. ¿Crees que será buena idea que sea yo quien se encargue de ella? —Erin levanta una ceja y lo mira desafiante —Puedes verlos desde cerca, y, si quieres, incluso puedes tocar... —da un paso adelante y yo un paso atrás. Sonríe, pero me entra el pánico.