Capítulo 42

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JADE

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JADE

—Mira, Jade, aquí lo tenemos —el aparato de ultrasonido se desliza por mi vientre con facilidad gracias al gel. 

Está helado y me encojo un poco cuando lo esparce por mi estómago.

—No lo veo —admito mirando la pantalla negra.

—Aquí —Enzo señala un punto exacto y entonces la pantalla se agranda.

Ahora sí lo veo. Justo en el centro de la pantalla resalta un minúsculo punto blanco.

—¿Es ese puntito?

—Exactamente ese —me confirma sonriendo —. Aún es muy pequeño, no llega a los cinco milímetros, el tamaño de un grano de arroz. Estás de unas seis semanas.

—¿Eso es mucho?

—Eso es... exactamente seis semanas —me mira y empieza a limpiar el gel mientras reímos —. Ahora vamos a escuchar su corazón. Si late con normalidad, significa que no hay porqué alarmarse.

Se me hace un nudo en el estómago y asiento sin hablar. 

Me coloca otro aparato encima del vientre y lo mueve durante un rato hasta que empiezo a escuchar leves golpecitos.

El doble repiqueteo es cada vez más constante y claro y se me empañan los ojos cuando se escucha perfectamente y sin interferencias.

Pum-pum, pum-pum, pum-pum....

Y, sin previo aviso, rompo a llorar.

Al pobre se le descompone la cara y aparta el aparato de mi barriga.

No puedo creerme que esto esté pasando y aunque me asusta, también me hace feliz.

Sí, soy tonta de remate.

Me ahogo en el llanto durante un rato y cuando me calmo, me da un par de pañuelos y me acaricia la mano con cariño.

—¿Mejor? —habla entonces.

Yo asiento y le pregunto:

—¿Entonces... está todo bien? —me coloco bien la blusa y subo la cremallera de la falda.

—De momento sí —va hacia el ordenador y teclea algo algo —. Independientemente de las náuseas y mareos, ¿te encuentras bien?

—La verdad que no mucho. Me mareo bastante y me noto muy cansada. Estoy siempre agotada y necesito dormir.

—Todo eso es normal durante el primer trimestre del embarazo —dice tranquilo —. De todas formas, además del ácido fólico, que es esencial —explica —, te recetaré unas cápsulas de Vitamina B y hierro.

Asiento.

—¿Por qué vomito tanto? —Enzo ríe y me mira. Mi cara debe ser un poema.

—Hay una hormona en la placenta que provoca las náuseas. No pueden evitarse al cien por cien, pero si comes en cantidades pequeñas cada poco tiempo en lugar de comer copiosamente pocas veces al día, es probable que se reduzcan.

| COMPLETA ✔ |   Aunque tú no lo sepas © [ATNLS 1]Where stories live. Discover now