Capítulo 23. Juguetón y misterioso

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NARRA FRANK

Al mediodía me encontraba conduciendo hacia el apartamento del idiota de Fernando, aún mi mente estaba perdida en el «» de Alexa. Anoche no estaba seguro de si invitarla a salir. Caminé de un lado a otro de mi habitación hasta decidirme. Tras luchar con mi cobardía, fui hasta su puerta y, tratando de no parecer nervioso, le propuse que saliéramos.

Su rostro demostró un poco de sorpresa al principio. Por un momento, pensé que iba a rechazarme. Ya tenía planeado qué contestar si me decía que no, pero me sentí muy aliviado cuando aceptó mi propuesta. Me controlé para no sujetarla de la cintura y atraerla hacia mí con fuerza, y me limité a despedirme antes de volver a mi habitación y quedarme dormido pensando en ella.

Se merecía una salida agradable y sin problemas. La idea de invitarla a salir se me ocurrió cuando Alexa sollozaba a mi lado después de haber descubierto que Fernando estaba con Daniela. Ahora que lo pensaba, mi plan de demostrarle a Alexa que Fernando era un imbécil no requirió de mucho esfuerzo. Él lo puso en bandeja. Después de todo, elegir a Daniela como mi «cita» había resultado útil.

Por otra parte, no había imaginado que esto afectaría tanto a Alexa. Cuando trataba de contener las lágrimas, me di cuenta de que realmente no se esperaba una traición así por parte de Fernando. Me sentí un poco culpable, pero a la vez también me sentí tranquilo. Era mejor que se enterara de cómo era en realidad antes de que se acostaran y después él la dejara tirada. Su dolor hubiera sido mucho mayor.

Aparqué el SUV detrás de su asqueroso Mustang. Me quité las gafas de sol oscuras y bajé del auto para ir hacia el edificio. Tras subir en ascensor, llegué a la puerta y llamé, golpeando con fuerza.

Después de unos segundos de espera, abrió con aspecto soñoliento.

―¿Qué quieres? Daniela ya se fue ―dijo frotándose los ojos.

¿Daniela? ¿Pensaba que venía a buscar a Daniela? Ja. No quería ser cruel, pero ni siquiera me acordaba de ella.

―Vengo a por el bolso de Alexa ―contesté secamente.

―Yo iré a dárselo esta tarde ―dijo con el ceño fruncido.

Suspiré tratando de mantener la calma. El tipo no estaba cooperando y eso comenzaba a frustrarme.

―¿No me has oído? ―dije, mirándolo fijamente de forma amenazadora―. Estoy aquí para recoger su bolso y no me iré hasta tenerlo en mis manos.

―Y yo te estoy diciendo que se lo devolveré yo personalmente.

Dicho esto, cerró la puerta.

«Respira, Frank. Respira. Respira.»

Fue entonces que se me ocurrió una idea.

Una vez fuera del edificio, solté el aire que estaba conteniendo, me dirigí mi SUV y saqué de la guantera un pedazo de tela que tenía para cualquier imprevisto.

Me la enrollé en una mano para proteger mis nudillos y caminé hasta el Mustang. Me coloqué enfrente de la puerta de copiloto y, reuniendo toda mi ira e impotencia, golpeé con fuerza la ventana. Mi puño se tensó al entrar en contacto con el vidrio. Se escuchó un leve ruido y los restos del cristal se esparcieron por el suelo y por el asiento.

La alarma comenzó a sonar de forma escandalosa. Sin perder más tiempo, estiré el brazo y cogí el bolso del asiento trasero. Entré en mi coche y me puse en marcha a toda velocidad. La alarma sonaba cada vez más débil a medida que me iba alejando del lugar.

NARRA ALEXA

―No me puedo creer que golpearas a la chica con la que iba Frank ―comentó Karina con sorpresa.

El Huésped ✅ [ Disponible en físico ]Where stories live. Discover now