Capítulo 37. Noche casi perfecta

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El lugar donde estábamos era muy bonito y elegante. Estaba rodeada de empresarios sofisticados y camareros. Cuando llegamos, mi padre fue recibido como si fuera el rey del mundo. Tampoco era para tanto.

Conocí a varios de sus amigos. No es que tuviera mucha otras opciones. Él nos presentaba a cada persona que se acercaba. Lo que me gustaba de esa fiesta era que se celebraba al aire libre, pero la exquisitez de las mesas, el bufet, la música y los camareros me hicieron sentir fuera de lugar. No estaba acostumbrada para ese tipo de eventos.

Nos proporcionaron una de las mejores mesas. Melina y yo tomamos asiento, pero mis padres continuaron saludando al resto de los invitados. Habían pasado más o menos veinte minutos desde que Frank me dijo que ya estaba en camino.

Estaba nerviosa. Comencé a morderme las uñas y a mirar el móvil a cada minuto. Melina se dio cuenta de mi frustración y me calmó diciendo que no tardaría en llegar. Asentí, pero no podía evitar preocuparme. Me levanté y caminé por la fiesta para distraerme un poco.

Había gente bailando en la pista de baile, otros estrechándose las manos, abrazándose o manteniendo una conversación. Divisé a mis padres con otra pareja mayor. Los dos sonreían alegremente. Mi padre miraba a mi madre con orgullo. Estaba muy guapa y se sentía feliz de tenerla como esposa. Lo mismo pasaba con mi madre. Admiro su relación. A pesar de la edad, en sus miradas puedes notar que se siguen amando como si fueran unos adolescentes. Sonreí al verlos tan unidos.

Continué caminando. Hubo algunos chicos que me miraron y me sonrieron. Pero yo desvié rápidamente la vista para que no me vieran interesada.

Cada paso que daba me sorprendía más. La decoración de la fiesta era impresionante. Un poco más allá logré ver una enorme fuente. Me acerqué hasta quedar frente a ella. Era de más o menos cuatro metros de altura. En el fondo tenía luces de colores que le daban un aspecto hermoso cada vez que el agua caía hacia los lados.

Estaba contemplándola cuando sentí vibrar mi móvil dentro del bolso. Lo encontré de forma desesperada y abrí el mensaje.

De: Frank

¿Dónde estás?

Sentí un extraño hormigueo en mi cuerpo. Estaba aquí, respirando el mismo aire que yo. No estaba preparada para verlo. No sabía cómo iba a reaccionar.

Para: Frank

Al otro lado del bufet. En la fuente de colores. ¿Y tú?

Esperé unos segundos y recibí su respuesta.

De: Frank

Encontré a Melina. Me dijo que te habías ido sin decir nada. Espérame ahí, voy para allá.

«Qué mala suerte», pensé. «Justo cuando me fui, llegó Frank. Genial... Si me hubiera quedado con Melina unos minutos más, hubiera logrado verlo antes de que él me viera a mí, y no estaría tan nerviosa como lo estoy ahora.»

No sabía por qué me sentía así. Era Frank. Mi novio. No era ninguna cita a ciegas. Pero es que las sensaciones que experimentaba cuando estaba con él siempre eran nuevas, como recién estrenadas.

Guardé el móvil en el bolso y esperé pacientemente. Lo importante era que ya estaba aquí. Me volví para mirar la fuente. Ver cómo el agua caía serenamente me relajaba. Me giré de nuevo para mirar ahora a la gente paseando y bailando alegremente.

Mis ojos se congelaron al verlo más allá de la pista de baile. Su mirada recorría el lugar hasta que acabó localizándome, y entonces la expresión de rostro fue inexplicable. Levantó las cejas y abrió los ojos sorprendido.

El Huésped ✅ [ Disponible en físico ]Where stories live. Discover now