Exterior.

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31 de Agosto. 3225

Hoy es el séptimo aniversario de la muerte de mis padres...y el cumpleaños 20 de mi hermana y mío. Hace mucho que dejé este diario, pero por alguna extraña razón hoy tropecé con él entre unas cajas viejas de nuestro hogar cuando intentaba buscar herramientas para los proyectos de mi tío abuelo Ford, aunque, bueno, solo les decimos tío a él y su gemelo. Me parece extraño tener que explicar algo que ya se y que solo leeré yo mismo pero...supongo que es la costumbre, todo se explica en las bitácoras y a veces le ayudo al tío Ford a hacerlas. Como sea, creo que esto podría servirme un poco para desahogarme, como cuando escribes una carta y la quemas...supongo que es un inicio. Comenzaré entonces por liberarme del recuerdo de ese día, quiero librarme de la sombra que me persigue desde que cumplimos 13 años. Aún lo recuerdo con claridad...

Mamá, papá, nuestros tíos Stanley y Stanford junto con algunos otros conocidos habíamos salido a la superficie. El tío Ford y un par de compañeros necesitaban materiales para el proyecto en el que estaban trabajando, unos cuantos más habían salido intentando buscar comida, como animales y semillas que pudieran llevar a las grutas para intentar cultivarlas. Mis padres en cambio se encontraban con Mabel y conmigo explorando los alrededores, conocíamos por primera vez el mundo que antes había pertenecido a los seres humanos

Habíamos salido a las orillas de un bosque, cerca de lo que en el pasado fue una ciudad, el lugar perfecto para las refacciones y piezas que el tío Ford buscaba y a la vez nosotros tuvieramos un paisaje mas o menos lindo, pues los restos de máquinas no eran muchos. Fue poco antes del atardecer, por lo que pudimos ver el ocaso y conocimos las estrellas...son mucho más hermosas de lo que imaginé, y de entre todas las estrellas, el tío Ford me mostró "mi estrella"...un pequeño conjunto de brillantes puntitos que al dibujarlo en el mapa estelar que poseíamos, formaba la Osa Mayor, un patrón igual al que surcaba la piel de mi frente, tenía una constelación por marca de nacimiento jeje... Fue el mejor momento de mi vida hasta entonces...

Pero por la ley de la vida he aprendido que todo tiene un costo...

Regresábamos a la grieta de donde veníamos cuando un robot centinela pasó cerca, flotando solo a unos metros del suelo. no le costó nada percibirnos, no se como lo hicieron, pero las máquinas desarrollaron la capacidad de sentir la presencia orgánica de los humanos y así comenzó a perseguirnos. Sin darnos cuenta corrimos a las fauces del lobo, caímos por accidente en una serie de túneles que seguramente fueron un alcantarillado y terminamos saliendo de nuevo casi en el centro de la ciudad, donde las máquinas nos rodearon, pero no eran como las demás, eran androides similares a humanos y de entre todos ellos, uno destacó...

Al principio creímos que era otro humano que también había sido acorralado, no tenía una cubierta metálica, parecía un chico común, pero de repente sus ojos cambiaron y ordenó a sus semejantes eliminarnos. Fue la última vez que vimos a mis padres y algunos de nuestros amigos, cuando logramos escabullirnos y regresar a las alcantarillas mientras ellos los detenían...logramos sobrevivir con su sacrificio... 

Fue mi mejor cumpleaños, porque conocí el mundo exterior...pero también fue el peor, porque fue el último con mis padres...

Después de eso mi memoria se bloqueo intentando evadir ese cruel recuerdo, pero con el tiempo lo recordé mientras asimilaba las cosas; sin embargo, hubo algo que no pude nunca olvidar. Esos brillantes e hipnóticos ojos...el dorado puro refulgiendo en el negro profundo de la noche, solo segundos antes de ser invadido por un vivo escarlata igual a la sangre...pero algo había en ese cambio, quizá solo fue mi mente infantil queriendo ver bondad en algo que pensaba que era humano, pero creí ver por unos segundos como ese dorado se resistía a ceder ante el profundo y tétrico rojo... ¿Algo había obligado a esa cosa a eliminarnos?.... Y si fue así... ¿Por qué?...

- - - - -

Cerró el desgastado libro que yacía recargado en sus piernas tras escribir esa última pregunta, sin poder sacarla de su mente, divagando en las posibilidades. La tecnología en aquel momento era demasiado avanzada, las prótesis eran perfecto ejemplo de ello, los cybor eran reales y comenzaba a desarrollarse el proyecto de trasladar a una persona a los androides, eso lo sabía gracias a su tío Ford, quien había trabajado cerca de la élite cuando aún no se desataba el caos. Habían sobrevivido gracias a todo su basto conocimiento, pues él había estudiado toda su vida para llegar a conocer y trabajar junto a la élite, quería pertenecer a ellos.

Al momento de escapar, logró llevarse parte de los archivos más antiguos digitalizados que no necesitaban enlaces con la matriz para ser leídos, siguiendo así su investigación, esta vez para librar al mundo del robot que una vez anheló conocer. Gracias a su persistencia, ahora era algo aún más cercano el crear un robot orgánico, lo que Stanford buscaba era la manera correcta para transferir todo sin ser corrompido como cualquier otra máquina, mente y espíritu, todo lo que hace al ser humano justo eso. Ford sabía donde encontrar la solución, cualquier problema podría ser resuelto por esa cosa, pero claro que no iba a volver a aquel lugar; por lo tanto, se la pasaba estudiando todo lo que podía esos viejos archivos donde leía símbolos desconocidos y frases apenas legibles en idiomas antiguos que no comprendía.

-Estoy listo tío Ford...-la voz del joven se hizo presente en la habitación, interrumpiendo cualquier pensamiento que estuviera teniendo el científico de seis dedos.

-Dipper, eres el único que faltaba... -apagó el lector holográfico donde estaba leyendo y volteó a ver al muchacho tras guardar todo lo que necesitaría en una mochila más o menos grande-...¿Seguro que quieres hacer esto?

-Ya no soy un niño tío Ford...además debí haber empezado a ayudar con las provisiones desde hace 3 años...bueno, 4...

-Esta bien, vamos entonces, el grupo ya nos espera en la salida. ¿Te despediste de tu hermana?

-Sí, le dije que no se preocupara, igual que al tío Stan...él no quería dejarme salir, pero Mabel lo convenció aunque a ella tampoco le agrada la idea... 

La vida bajo tierra no era perfecta, pero era algo más que solo sobrevivir al infierno metálico que gobernaba el exterior. Las pocas personas que aún existían en Earth II, tenían los mismos escondites, siempre alejados de la superficie, donde las máquinas perdían sus fuerzas y conexiones a la red principal. Inexplicablemente, esto comenzó a ocurrir un par de años después de que la guerra con las máquinas iniciara, y a pesar de que lograron conquistar toda la tierra, esta reacción se incrementó tras la pérdida de esos primeros grupos de expedición sobrevivientes. Las que antes habían sido las mejores piezas autómatas de la era, ahora fallaban al alejarse demasiado de la central, ya fuera su sistema de geolocalización, el software completo, la batería, siempre que pasaban cierto límite, fallaban de una u otra forma. Gracias a esta peculiar anomalía, los científicos que quedaban lograron conseguir piezas y mecanismos de todos los sirvientes electrónicos caídos a las afueras de las ciudades, volviendo a desarrollar tecnologías fuera del alcance de la red central, nuevos algoritmos cifrados que mantuvieran seguras las colonias subterráneas que comenzaban a prosperar.

El grupo avanzó cauteloso y en total silencio, vigilando cada centímetro a su alrededor. Los que ya tenían experiencia cuidaban de los 3 chicos nuevos en la exploración, les enseñaban con señas lo que debían buscar, qué debían evitar, cómo huir y a dónde en caso de peligro. Dipper era el mayor de todos, pues, como ya ha expuesto él antes, no lo habían dejado salir hasta ahora, no desde que perdieron a sus padres, por el mismo miedo de perderlos a ellos, algo justificado en vista de que la familia Pines siempre había estado a la cabeza de todo, eran líderes por naturaleza y su mayor esperanza en todo momento...

Llegaron finalmente al límite de un pueblo pequeño y se organizaron para ir en parejas, buscarían lo de siempre: comida, medicinas y máquinas completamente apagadas que pudieran reutilizar en casa. Aquello era algo rutinario, no tenía que haber complicaciones, pero la vida juega malas pasadas y en complot con el destino, puede dar los golpes más duros.

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