• Capítulo 3 •

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—Este piano es hermoso—comentó Sunnie, sintiendo que su corazón y sus ojos brillaban al ver semejante instrumento.

Había pasado una semana ya desde que había entrado a clases, y al fin, el profesor de música los había llevado al salón de la asignatura. Ahora se encontraban en la sala sin el profesor, puesto que este había salido a buscar algunas cosas que servirían para el transcurso de la clase.

La castaña suspiró con añoranza, acariciando las teclas del instrumento con suavidad extrema, como si acariciara a un recién nacido. ¿Hace cuando que no tocaba piano? Ella solía tener uno y vaya que lo amaba. Incluso había tomado clases cuando era pequeña, pero...

—¿Tocas piano, Sunnie?—Escuchó la voz de Jimin, a su lado.

El rubio la miró con curiosidad, viendo como la castaña asentía suavemente, mientras sus ojos brillaban con un dejo de tristeza.

—Solía tener un piano en casa. Incluso tomé clases—contó sin mirarle, mientras ubicaba sus dedos se posicionaban como si fuera a tocar un acorde—, pero hubo un tiempo en que mi madre y yo no podíamos permitirnos muchas cosas. Así que primero no pudo pagar al profesor y, eventualmente, tuvimos que vender el piano porque había muchas deudas que pagar. —Alzó la viste para ver a Jimin. Él la observaba con una suave sonrisa, antes de acercarse y poner una mano sobre su hombro, confortablemente.

—Tal vez puedas hablar con el maestro—Oyeron decir a Tae, que estaba detrás de ellos con los brazos cruzados—. Es estricto, pero también tiene un buen corazón—le aseguró—. Si le preguntas, creo que te permitirá venir a tocar piano en los recesos.

Sunnie miró el piano y dejó que el peso de sus dedos tocara un hermoso Sol Mayor. Cielos... Sentía su corazón hinchándose y una extraña sensación de paz y excitación extenderse en todas direcciones. ¿Debía preguntarle al profesor? No tenía mucho que perder, después de todo. Y si aceptaba, ella iba a ser la chica más feliz del mundo por al fin tener la posibilidad de reencontrarse con su música.

Asintió suavemente, mientras volteaba a ver a sus amigos.

—Creo que es... una buena idea.

Tanto Tae como Jimin sonrieron de inmediato, mirándose entre ellos. El rubio, entonces, se acercó a ella, y le dio ligeras palmaditas en la espalda, antes de tomar la pequeña banquilla que estaba bajo el piano y acercársela.

—¿Podrías tocar para nosotros? —le preguntó él, haciendo un puchero.

¿Por qué ese chico era así?, pensó sonriendo avergonzada. Sunnie puso su mano sobre el rostro de Jimin, sintiendo la sonrisa de ojos bajo su mano.

—¡Hace mucho que no toco! —replicó, negando con la cabeza.

Jimin siguió riendo juguetón, a pesar de que la muchacha seguía con la mano en su rostro. Tae se acercó a ellos, posicionándose detrás de Jimin y abrazándole por la espalda. Terminó por apoyar su mentón en el hombro de su amigo, logrando por consiguiente que Sunnie quitara la mano de su rostro.

—¿Y qué? —contraatacó Tae—. ¡Lo harás bien!

Sunnie frunció los labios, insegura. No podían darlo por sentado. Llevaba tiempo sin tocar y estaba muy, muy oxidada. Alzó la vista y notó que ambos chicos la miraban con ilusión en los ojos. ¿De verdad ellos le estaban pidiendo que se avergonzara a sí misma?

—Me voy a equivocar mucho, chicos—insistió.

—¿Qué es la vida sin los errores? —la instó Jimin sonriendo dulcemente.

Fools || BTS Where stories live. Discover now