• Capítulo 10 •

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Jungkook no entendía por qué alguien estaría lanzando piedrecillas a su ventana a la una de la madrugada. Dentro de unas horas comenzaba otra semana de escuela y, si bien él no se había quedado dormido aún por estar jugando una versión beta de Overwatch en su celular, no entendía que alguien pudiera molestarlo a esa hora.

No pudo ocultar su sorpresa cuando, al salir al balcón de su habitación, se encontró con la cabellera azabache de uno de sus mejores amigos.

—¿Yoongi? —El interpelado alzó la vista. —¿Qué haces aquí, hyung?

Un miedo se instaló en el corazón del menor y tuvo que reprimir una mueca. ¿Había pasado algo en casa de Yoongi... otra vez?

—Eh, mocoso—llamó Yoongi, lo suficientemente fuerte para que le escuchara, sin despertar a los padres del menor—. Necesito tu cama para dormir esta noche.

El mayor había llegado un par de veces a su hogar antes a buscar refugio y su familia estaba al tanto de la situación del muchacho. Su madre siempre que podía le recibía con una buena cena y, disimuladamente, le daba a su hijo menor medicinas y los implementos necesarios para curar las heridas con las que Yoongi solía aparecer constantemente. Pero ahora se veía bien. Su rostro se veía bien, así que Jungkook estaba confundido.

No pudo reprimir una risa, dándose cuenta de la divertida situación en la que se encontraban.  Su habitación estaba en el segundo piso y, curiosamente, también tenía un balcón.

—¿Así que tú eres lo que llaman un Romeo moderno, hyung? —bromeó. 

Yoongi giró su mirada hacia la calle, esbozando una mueca de disgusto. Maldijo al menor por lo bajo.

—¿Vas a burlarte de mí toda la noche o me vas a dejar pasar, mocoso? —demandó, incómodo.

Jungkook soltó una risa genuina. Su mayor tenía el ceño profundamente fruncido y parecía debatirse entre irse o seguir soportándole.

—De acuerdo. Sube. No debe ser tan difícil escalar hasta el balcón.

El pelinegro lo observó enarcando una ceja, incrédulo.

—¿Hablas en serio? No seas idiota, Kook. ¿Quieres que me caiga? —Jungkook reprimió una risita y Yoongi resopló—. Ve a abrirme la puerta de enfrente, mocoso. Tus padres están durmiendo, ¿no es así? —El menor asintió. —De acuerdo, entonces, entraré por la puerta grande, no por un estúpido balcón.

Jungkook sonrió y volvió a asentir.

—Espérame en la entrada, hyung. Voy enseguida.

El castaño se calzó las pantuflas y bajó con velocidad al primer piso. Sus padres dormían hace un buen rato, por lo que no temió que despertaran. Los Jeon eran conocidos por ser unas rocas cuando dormían. De hecho, el pelinegro había tenido suerte. Si se hubiera encontrado con Jungkook durmiendo, era muy probable que hubiese tenido irse a otra parte o de plano, tendría que haber roto la ventana.

Abrió la puerta, sin esperar encontrarse con aquella imagen de Yoongi frente a él.  Su expresión, siempre gruñona, estaba atravesada por una expresión de dolor. Sus ojos estaban ligeramente hinchados y había un pequeño rastro de lágrimas hacia sus orejas, como si las hubiera secado con fuerza. Quiso decir algo, pero sabía que lo mejor era no hacerlo. Yoongi odiaba mostrarse débil, así que el menor decidió concederle ese pequeño espacio de dignidad.

—¿Por qué no llamaste, hyung? —preguntó el menor en cambio. El pelinegro se removió incómodo—. Podría haberle pedido a mamá que cocinara algo para ti.

Fools || BTS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora