Capitulo 3: Bienvenida.

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Irina: Demasiado tarde -ambos miraron en su dirección palideciendo al instante, y a la vez llevándose la sorpresa inesperada de la llegada de su hija menor- en verdad pude haberles avisado que regresaba, pero no me dio la gana -sonrío- preferí esperar a ver sus rostros cuando me vieran, justo como ahora -se puso mas sería- aunque no es muy agradable para mi estar en frente de las personas que me arruinaron la vida.

Cayetana: Hija... ¿Cuándo llegaste? -dijo sorprendida tratado de acercarse a su hija, pero Irina la evito.

Irina: Mas de cuatro años sin tenerlos frente a frente, y la verdad, no me hicieron nada de falta -Ignacio bufo rodando los ojos, mientras a Cayetana si le dolía la sinceridad con que se expresaba su hija- como supongo ustedes tampoco me extrañaron.

Ignacio: Supones bien -dijo con seguridad, Cayetana se limitaba a expresar sus palabras- por lo que no entiendo que haces aquí.

Irina sonrío, sabia que su padre perdía su paz con solo tenerla cerca, mientras con su madre, seguía siendo esa mujer orgullosa que no se atrevía a contradecir a su padre, así como su hermana...

Cayetana: ¿Lo trajiste? -pregunto emocionada- ¿vino contigo? -Irina sabia muy bien que tal vez, Su madre sea la única que lo aceptaría, pero eso no cambiaba las cosas, era un peligro para el estar cerca de su familia.

Irina: Nunca traería a mi hijo a esta casa -enfatizó mirando a su padre- estando lejos sera mas seguro para el, mi hijo es feliz sin ustedes y así seguirá siendo -puntualizo- como esta también es mi casa, pasare unos días aquí en lo que consigo donde mudarme, no quiero estar mucho tiempo cerca de ustedes -dijo antes de devolverse, sin mirar más atrás subió nuevamente a su habitación.

Ignacio: Es una malcriada, la quiero lejos y pronto, podría arruinarlo todo.

Cayetana quedaba en silencio procesando el odio y rencor con el que escucho hablar a la menor de sus hijas, la odiaba, y no le permitiría conocer a su nieto.

Ignacio: ¡Y tu! Mas te vale que no des tu brazo a torcer con ella, si la necesitamos lejos de aquí no podemos mostrarle compasión -dijo antes de marcharse.

Cayetana: No es compasión -dijo sosteniendo una foto donde estaba con sus dos hijas siendo ambas unas niñas.

En su oficina, Flavio tomaba un café mientras analizaba las cuentas del mes actual, su padre había despedido alrededor de 20 empleados de diferentes áreas sin consultarle, lo peor de todo es que ninguno de ellos lo merecía. Y lo únicos que pudo conseguir discutiendo con su padre fue que se le diera un montón adicional a cada uno para que pudieran mantenerse mientras buscaban otro empleo. Sentía mucho cada vez que su padre se ponía caprichoso y terminaban siendo afectados personas inocentes.

Mas allá de todo eso, Flavio estaba sumergido en sus pensamientos, la aparición repentina de Irina lo había descolocado. Hace mucho tiempo que no la veía, y no la recordaba tan... ¿Mujer?

La última vez que la vio era una niña, con sus recién cumplidos 18 años se fue al extranjero, y estaba realmente sorprendido por la transformación de su cuerpo, el cual era mas voluptuoso de como lo recordaba. Sus pechos de tamaño perfecto, la curvatura de su cintura, era obvio que trabajaba para mantener un cuerpo perfecto, pero sus ojos, sus profundos ojos azules, esos no habían cambiado.

Flavio: Adelante -dijo al escuchar que alguien llamaba la puerta interrumpiendo sus pensamientos- Mauricio, ¿hiciste lo que te pedí?

Mauricio: Si, aquí está -le entrego los papeles- creo que deberías echarle un vistazo por si acaso.

Flavio: Confío en ti -ladeo un sonrisa.

Hace unos meses Flavio se encontró con Mauricio, un apasionado e inexperto joven recién graduado de la universidad, pero que no encontraba empleo. Al ver sus notas, de echo sobresalientes, decidió darle una oportunidad, además porque le recordaba a el hace unos años.

No te niegues al amorWhere stories live. Discover now