Prólogo

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No, no y no.

Esto no estaba pasando. No había ninguna carta en sus manos, nadie sabia su secreto y no estaba acabado.

Mierda.

Esto sí que estaba pasando.

Will Byers se encontraba revisando el correo ya que desde que cumplió dieciséis su madre le dio algunas responsabilidades, revisar el correo todos los domingos en la tarde era una de ellas. Claro a él nunca le llegaba nada, a excepción de las postales de Jonathan y ese día. Condenado fue el momento cuando abrió aquel sobre con su nombre.

Estaba acabado, jodidamente acabado.

Ese secreto que había intentado guardar, el secreto que juró poner bajo llave en lo más profundo de su ser estaba en manos de alguien desconocido, en manos equivocadas. Juró que nadie sabría, juró que nunca nadie sabría aquello que su corazón gritaba. Nadie sabría sobre su verdadera sexualidad y mucho menos que su corazón latía desde años inmemorables por Mike Wheeler. Pero alguien lo sabía, y no parecía querer guardar el secreto con él.

"Querido, Will.

Conozco tu secreto, y sé que sabes a lo que me refiero. Tu amor secreto por tu mejor amigo...¿Te suena?

Espero que estes listo Byers porque vamos a jugar un juego. Si no me obedeces, te destruyo, a ti y a toda tu vida.

Próximamente tendrás toda la información que necesites.

No te atrevas a decir una palabra de esto, recuerda que tu secreto depende de esto, querido Will. Y claro, no te molestes en intentar averiguar quién soy, siempre estoy tres pasos delante tuyo, cariño.

Nos vemos, Will."

Se quedó congelado ¿Ahora qué?

Miro a ambos lados esperando a que alguien estuviera cerca, riéndose de él; esperando a que fuera una broma pero estaba solo. Nadie iba a venir a su rescate cuando el problema era él. Su vida era un puto mal chiste.

Alguien sabía su secreto y ese alguien quería jugar. Quisiera salir del juego. Pero desde un comienzo siempre estuvo jugando.

Dear, Will ; BylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora