Epílogo

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Últimamente despertar era de las cosas favoritas de Will. No sabía si era por los rayos de sol resplandecientes cada mañana, casi como si el sol se despidiera porque el verano estaba por acabarse, o si era por el aire fresco y la tranquilidad que respiraba desde que todo volvió a la normalidad, o solo era que lo primero que veía cuando despertaba era a Mike. Seguro era la última de las opciones.

Ni ellos mismo se habían dado cuenta cuando Mike empezó a colarse en la habitación de Will de nuevo, pero no era algo que les molestara. La rutina que se formó entre ellos era como un pilar que los ayudaba a de verdad darse una oportunidad.

Era extraño, en cierto sentido. Mike podría simplemente llegar por la puerta principal para juntarse con el castaño. Después de todo, Joyce ya lo sabía todo, incluyendo a Jane y a Hopper, pero aunque los dos nunca lo hubieran discutido, estaban de acuerdo que Mike llegando por la ventana era algo travieso, divertido y se sentía bien.

Despertó al azabache a su lado con un dulce beso en los labios. Siempre era así, él se levantaba primero y lo despertaba de la misma manera. Él chico se removió y abrió los ojos, dibujando una sonrisa inconsciente en sus labios.

—Buenos días —susurró un somnoliento Mike.

—Buenos días —susurró de vuelta.

Mike volvió a juntar sus labios. Esta vez el roce fue más profundo. Ambos suspiraron al separarse.

Estoy tan enamorado de ti.

Los labios de Will saborearon las palabras, cada una. Nunca cansándose de repetir esa frase y Mike nunca cansándose de juntarlos en un abrazo, besando la zona cerca de su oído para después susurrar en este:

Yo más. Todavía no puedo creer que un idiota como yo te tenga.

Ambos rieron tiernamente. Sin saber de qué exactamente. Se quedaron en los brazos del otro un rato más, como siempre. Cuando las voces fuera de la habitación se hicieron evidentes, decidieron mudamente que Mike tenía que irse. Se levantaron y se dirigieron hacia la ventana. Mirándose antes de que Mike abriera la ventana.

—Eres perfecto —dijo Mike, ante de tomar sus labios en un último beso, sus labios moviéndose en un delicioso compás.

De un momento a otro la puerta de la habitación fue abierta y una melena castaña se hizo ver. Will rápidamente lo reconoció cómo Jonathan.

—Eh...y-yo —tartamudeó el universitario al verse interrumpiendo aquel acto.

Will abrió los ojos de para en par y cuando trató de soltar alguna excusa, Jonathan se pintó en una sonrisa con un dejó de complicidad.

—Yo no vi nada —dijo volviendo a tomar el pomo de la puerta—. Solo finjan que no estuve aquí. Nada de excesiva diversión, ¿Eh? —ambos adolescentes enrojecieron y soltaron risas nerviosas, haciendo que Jonathan quisiera retractarse—. ¿Saben qué? No importa. Nancy también está aquí por cierto. Seguro se encuentra en casa con Karen en este momento.

Cuando el mayor salió de la habitación ambos soltaron unas pequeñas risas más relajadas. Volvieron a mirarse.

—Supongo que tendré que irme, lindo. Nancy está en casa.

Oh Dios. Los apodos de Mike. Era algo que atesoraba en secreto, claro, si no contaba que Mike seguro los utilizaba porque sabía que a Will le encantaban.

—Oh, y —soltó el azabache de repente—, esta tarde habrá una campaña. Me gustaría verte ahí, bebé.

Will asintió y besó castamente al chico como despedida. Sin salvarse de que Mike posara sus manos en su cadera y profundizará el beso antes de soltarlo. Para su pesar, Mike salió por la ventana y le sonrió antes de marcharse por completo.

Funcionaban.

Era algo que Will tenía presente. No se permitía pensar en cosas negativas últimamente, de hecho, no podía cuando él azabache a su lado era como un rayo de luz.

Realmente funcionaban.

Su relación se había forjado fuerte con solo el pasar de algunas semanas. Ambos eran sinceros, ambos se amaban, ambos se necesitaban, ambos habían dejado de tener miedo a amar al otro. Y a partir de eso, las cosas estaban marchando bien. Aún necesitaban resolver algunas cosas todavía, de hecho demasiadas, pero realmente no importaba ahora.

Ellos estaban bien, juntos, despertando juntos, riéndose juntos. Por ahora lo único que les importaba era eso. Ambos se amaban perdidamente y eso era suficiente.

Mike seguiría viendo a Will como el ser más perfecto que pudo conocer. Con su risa angelical, sus ternura y su belleza. Todavía sintiéndose solo un idiota, aún cuando Will le había dicho más de una vez que cerrara la boca y dejara de decir eso.

Will seguiría pensando que Mike era todo lo que necesitaba. Haciéndolo sentir seguro, haciendo sentir como en casa. Todavía sintiéndose un idiota llorón a su lado, aún cuando Mike le había dicho más de una vez que debía estar bromeando cuando lo decía.

Nunca existió Grace, nunca existieron las cartas, no existieron las lágrimas, no existió el tiempo donde no estaban juntos, nunca estuvieron separados. Sus corazones siempre estuvieron juntos, ya no tenían que recordar, ya no tenían que llorar, ya no tenían que correr. El ahora, eran sus corazones brillando más que nunca.

No importaba como, cuándo o dónde. Ellos estaban juntos y sentían que podrían permanecer así siempre.

Siempre...

Dear, Will ; BylerOnde histórias criam vida. Descubra agora