Octava carta

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Tres días.

Habían pasado tres días desde que no cumplió el cargo obligatorio. Todo seguía extrañamente normal, su madre actuaba normal, Mike también, sus amigos también. Nada sucedía, y eso lo estaba matando. Saber que en cualquier momento todo se derrumbaría era una tortura.

Las vacaciones habían empezado y el grupo se reunía más a menudo. Aún más gracias a que Mike tenía su casa a su total disposición. Los Wheeler habían estado planeando viajar desde inicios de Junio hasta mediados de Julio fuera del estado para visitar a unos parientes. Mike se la pasaba quejándose porque no quería ir. Al finalizar los exámenes supo la perfecta estrategia para quedarse en casa. Gracias a sus excelentes notas, le pidió a su madre que lo dejara en casa, también prometiendo mantenerla limpia y mantenerse a salvo a sí mismo. Karen aceptó pero dejó a la vecina de al lado dándole un chequeo diario a Mike, pero es no importaba, tenía el auto nuevo de los Wheeler a su total disposición y claro, también la casa. Así que ahora llevaba a todo el grupo a todos lados. Aunque aveces preferían que conduzca Lucas por su propia seguridad.

Sus amigos iban de aquí para haya realizando planes, y él y Jane se les sumaban en absolutamente todos, pero aún así, su nerviosismo no paraba. No dormía, casi no comía. Solo se mantenía alerta, cada movimiento era importante, cualquier cosa podría indicarle que alguien sabía algo. Todos lo notaban, pero Will siempre se irritaba cuando sacaban el tema de si estaba bien, así que todos se tragaban sus preocupaciones.

Era la primera semana de vacaciones que tenía, era lunes por la mañana y todavía seguía pensando en que el día anterior en el buzón no hubo ninguna carta. Sus amigos no habían hecho planes, pero apostaba que terminarían llamando en la tarde para salir al arcade, o a cualquier otro lugar.

Se encontraba mirando por su ventana, casi esperando a que su madre entrara con ojos llorosos y con una carta en la mano, pero nada sucedía, solo seguía en la dolorosa espera de que algo sucediera. Entonces, la puerta se abrió de repente y se giró al instante, pero se alivio al ver a Jane.

—Saldré un rato con Mike. Volveré pronto.

Su voz sonó tan apagada que Will llegó a asustarse. Asintió, sin palabras ante el tono seco de la chica. Después de eso, Jane despareció por el pasillo.

...

Will se había quedado dormido después de terminar otro dibujo que había hecho para relajarse y matar el tiempo. Un bostezo salió de sus labios en cuanto sus ojos se abrieron. Seguro ya era un poco tarde. Se levantó dispuesto a tomar un vaso de agua, en el acto dándose cuenta de que no había nadie en casa. Cuando regresaba a su cuarto escuchó un sonido y se quedó quieto. Espero a oírlo de nuevo; volvió a escucharse. Camino despacio y cada vez podía oírlo más nítido. Venia del cuarto de Jane. Sin pensarlo dos veces y al descubrirse preocupado por lo que podía suceder dentro; entró.

Lo imagen que lo recibió logró que su corazón se retuerza. Jane se encontraba con su cara entre sus manos, sentada en su cama y llorando. El chico se apresuró a caminar hasta su lado y sentarse junto a ella, tocó su hombro y la chica dio un respingo. Parecía no haber escuchado cuando Will entró.

—¿Jane?, ¿Que sucede? —preguntó en cuanto los ojos rojos de la chica se fijaron el los suyos.

—Y-Yo...

Un sollozo la interrumpió y Will la abrazó con fuerza, intentando darle fuerzas a la castaña.

—Mike y yo terminamos.

Will se quedó estático. No sabía si seguía respirando siquiera. Miles de preguntas se amontonaron en su cabeza, pero la que más le aterró fue la incógnita de si aquello había sido su culpa. Si aquella persona detrás de las cartas había tenido que ver, y si había sido capaz de hacer eso.

Dear, Will ; BylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora