Sexta carta

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La lluvia estrellas finalizó con un Will Byers siendo destruido debajo de aquella función.

Abrió sus ojos después de un rato. Se encontró con el mismo entorno, pero sentía que algo había cambiado. Espero unos segundos, casi rogando por que sucediera. El silencio de la noche le dio la respuesta; la lluvia de estrellas había acabado.

Se levantó sintiendo su cuerpo pesado y doloroso. Se sacudió las hojas que se habían pegado a su ropa y observó a la misma. Estaba manchada de tierra en varias partes. No se había rasgado ningún trozo de tela, pero podía jurar que aún así su brazos y piernas tenían heridas. Le dolía en exceso su cadera, el moretón que seguro tenía ahí debía ser preocupante.

Empezó a caminar enseguida, notando que su rodilla dolía tanto que cojeaba. Estaba apuntó de sollozar de nuevo por el dolor que sentía en ese momento, pero no se lo permitió. No otra vez. Will Byers no iba a llorar, no de nuevo. Tomó aire y siguió caminando, llegando al camino de la carretera de nuevo. Pudo divisar la casa a lo lejos. Serian unos cinco minutos de caminata. Cojeo durante todo el camino, solo pensando en cómo le gustaría no haber ido a aquella fiesta.

Al llegar observó como la fiesta continuaba sin ningún tipo de problema. Como si nada hubiera pasado, a excepción de su grupo de amigos reunidos en una esquina del patio. Suspiro, se tragó el dolor y se esforzó en caminar sin cojear. Camino por el patio dispuesto a ignorar a el grupo y entrar a la casa. Necesitaba usar el teléfono, quería llamar a Hopper, no soportaría otro minuto más en aquella fiesta, poco le importaba que no fueran las 11:00 todavía.

—¡Byers! —un llamado lo detuvo a mirado de las escaleras del porche de la casa.

Quiso ignorar el llamado y seguir caminando, mas no pudo moverse al sentir la miradas de todos sus amigos encima de él. Se volteó lentamente, encontrándose a los seis pares de ojos -incluida la cita de Dustin- mirándolo con preocupación. Seguro por su ropa llena de tierra y su cara arruinada, o tal vez se enteraron de la hermosa ovación que tuvo su vomito.

—¿Donde estuviste? —pregunto entre nervioso y molesto Lucas— Nos tenías de los nervios, Will.

Le regalo una corta y falsa sonrisa a Lucas para que se tranquilizara.

—¿Fuiste el primero en vomitar? ¿Co- —Dustin se vio interrumpido por la voz cansada y hastiada de Will.

—Eso ya no importa.

El silencio que se instaló ante las palabras secas de Byers parecía no romperse aunque la música de la fiesta estuviera al máximo. Sin importarle el silencio se acercó a Jane que lo miraba con mucha preocupación.

—Yo llamaré a Hopper, no me siento muy bien y quisiera irme ya ¿Esta bien? —le hablo con cierta delicadeza, nunca se atrevería a hablarle mal a Jane, hizo demasiado por él para hacerle eso.

Jane titubeó hasta que formó un sonido coherente.

—Y-Yo estaba pensando en que Mike podía llevarnos, así Hopper no debía venir hasta aquí —explicó la chica.

Will suspiró sin ganas de dirigirle la palabra a Mike. Entonces la miró y le suplicó con su mirada, intentó transmitirle que es noche había sido de lo peor para él y que no podía seguir ahí. Jane siempre supo leer a Will, así que entendió.

—Está bien, llámalo.

La chica le sonrió y Byers quiso abrazarla, pero se abstuvo y le sonrió también. Camino alejándose del grupo. En cuanto estuvo apunto de entrar en la casa, miró hacia Mike, este le devolvía la mirada. Lo miró con todo el dolor y vacío que se impregnó en su corazón esa noche. Lo miró con decepción. Deseo odiarlo por un momento, pero se dio cuenta de que no podría; nunca podría. Entonces, se adentro en la casa con su corazón encogiéndose en su lugar.

Dear, Will ; BylerWhere stories live. Discover now