#019: sobre espinas y voces falsas

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Había un sonido particular en Jijok-ri que Taehyung había aprendido a asociar. A veces era el arrullo de los autos en la carretera, otras veces era el repiqueo de la máquina de café instantáneo. La mayoría del tiempo era el susurro en las copas de los árboles cuando una cálida brisa acariciaba las tardes. Jijok-ri era, por sobre todo, un lugar ameno y perfecto para descansar, ideal para vivir en una tregua con el mundo.

Aun así, era bastante aburrido vivir durante meses en un pueblo donde nunca sucedía nada. Lo más emocionante, según los cotilleos, era su propia llegada, y de eso ya había pasado un verano y un invierno. Taehyung intentaba mantener un perfil bajo, pero era difícil cuando las ancianas se giraban a mirarlo en las mañanas de feria. No era común ver a un chico joven con el cabello tan rubio en esa zona, mucho menos solo y viviendo en el único motel que servía de refugio para los viajeros nocturnos. Taehyung había llegado igual que esos extraños, pero ahora estaba tan acostumbrado a los muebles despersonalizados de su habitación, que apenas notaba la diferencia. Y si debía hacer una alegoría de su nueva vida, era esa: un mueble perdido, inútil y desprovisto de carácter.

Hubo días, en especial durante el verano, en que no se sintió así. Se sintió como las calles, como las risas de los niños, como los ladridos solitarios de un perro a medianoche. Se sintió vivo después de mucho tiempo y todo ocurría a la vez. Estaba despierto, al fin, y tenía calor y desesperación, pena, rabia, pero nunca felicidad. ¿Cuántas veces debía morir para despertar? Fue una pregunta que lo acompañó en las noches cuando se sentaba frente al ventilador de la recepción, cuando el aire estaba demasiado húmedo y pegajoso que hasta se le pegaba el cabello de la nuca por el sudor.

¿Cuántas veces?

Aún recordaba el ruido del disparo. Todavía sentía el fantasma de unas mordidas en su cuello y su pecho. Y sumido en un pánico sofocante, más de una vez despertó tomándose el pulso para recordar que seguía vivo, que no era un vampiro y que nunca lo sería.

Moriría antes de serlo, esa era su propia profecía.

¿Pero cuántas veces había muerto ya?

Sin duda, su parte favorita de su estadía en Jijok-ri eran las personas. Eran ignorantes, amables y prejuiciosas a la vez. La mayoría eran adultos y ancianos, todos lo miraban con reproche en algún momento. Esa misma actitud había alejado cualquier rastro mágico o sobrenatural que existiese en aquella tierra, era como si el mundo nunca hubiese cambiado. Los televisores eran cajas que ocupaban toda la base de una mesa, los teléfonos eran grandes y con cuerda, las mujeres siempre vestían como si fueran a hacer la cena y los hombres bebían soju en tazones metálicos.

¿Qué pensaría la anciana que le regalaba comida a Taehyung si descubría que él era un asesino? ¿Qué pensarían si vieran a Jungkook, manchado en sangre seca y con la ropa rasgada, hermoso, etéreo y moribundo, sumiso bajo la mirada de Taehyung? ¿Y si vieran lo que había hecho con Yoongi? ¿Seguirían sonriéndole por las tardes cuando él caminaba por el parque después del trabajo? ¿Lo mirarían sin descaro para luego criticarlo con sus familias?

Durante el verano, cuando todo estuvo a flor de piel y sintió escalofríos ante la realización de lo que había hecho para escapar, a Taehyung le importó. Pero esos pensamientos habían sido los rastros de un sueño falso, y con la llegada de las heladas y la escarcha, las últimas llamas y lloriqueos de aquel Taehyung se extinguieron. Fue paulatino, pero al final Taehyung quedó hueco. Todos los muñecos que vivieron dentro de él ya no existían y ahora solo estaba él, alguien frío y sin nada que perder o ganar.

Creyó que las personas notarían el cambio, pero todo siguió igual. Pensó que Jungkook se daría cuenta, que levantaría una ceja y criticaría su nuevo semblante, la carencia de emoción en sus expresiones, pero si lo notó, jamás lo mencionó. Ni una sola vez. A lo único que reaccionaba era a la violencia, por eso Taehyung siguió torturándolo. Quería un comentario, quería algo de consuelo, pero después de un tiempo, Jungkook se acostumbró al dolor y dejó de fingir que respiraba. Se había quedado inmóvil sobre el suelo, como un muerto.

about vampires ー bangtanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora