EPÍLOGO: sobre la oscuridad

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El fuego se había apagado hace mucho tiempo. Los troncos quemados no servirían para más que leña y ninguna flor o planta había vuelto a crecer en aquel claro manchado de sangre.

Los niños del pueblo decían que allí había ocurrido un asesinato, pero a pesar de toda la sangre que encontraron cuando, por accidente, un cazador había recorrido esa zona del bosque hasta detenerse frente al claro, nunca se encontró ningún cuerpo.

Sangre había, y mucha, pero no había víctimas.

El cazador dijo que debió haber sido un animal salvaje, pero tampoco encontraron los huesos de su presa. Tal vez lo había arrastrado, sugirieron algunos, había huellas de algo o alguien siendo arrastrado por el suelo y un rastro de sangre que se introducía al bosque. Y aunque lo siguieron, se había detenido al llegar a la carretera. Después de eso, solo quedaba el sonido de los autos.

Pasó algún tiempo y los niños crearon un juego y una canción.

Los más grandes comenzaron a retarse, a caminar por el bosque durante la noche en busca de monstruos y vampiros. Todos reían, algunos se asustaban, pero ellos sabían que no había vampiros en esa zona a las afueras de Seúl. Era un pueblo pequeño y muy antiguo, nunca habían aceptado muy bien los cambios que en las grandes ciudades se dieron como el agua en un río.

Una noche particularmente fresca, un grupo de chicos decidió que era tiempo de un nuevo reto. Acampar en el claro donde se había encontrado la sangre y vivir para contarlo.

Habían llevado carpas simples, cerveza comprada ilegalmente y música. Celebraron a la noche, la luna y las estrellas e hicieron ruido, gritaron, cantaron.

Hace mucho tiempo que las autoridades habían limpiado la sangre. Sin embargo, aseguraron que aún quedaban restos en la tierra y que esta nunca olvidaba las tragedias.

Ocurrió cuando todos se durmieron. Faltaban pocas horas para que el sol volviera a aparecer entre los árboles y los jóvenes se habían dormido dentro de sus carpas. El lugar estaba sucio, con latas de cerveza y botellas de alcohol. Pero en un rincón, justo detrás de una carpa, la tierra comenzó a moverse.

Al principio fue un movimiento sutil, como si algo temblara bajo esta. Pero después, era evidente que algo quería salir de allí. Siguió moviéndose, temblando hasta que, finalmente, una mano demacrada y pálida vio el anochecer.

Después de la mano le siguió un codo, un hombro, un cuello y una cabeza.

El vampiro respiró solo para sentir el aire en sus pulmones, para sentir la frescura de la que fue privado por tanto tiempo, y observó a su alrededor más alerta que nunca antes en su vida.

Sintió la presencia de los humanos, oyó el latir de sus corazones, incluso sonrió aliviado cuando uno roncó. Estaban vivos, él estaba vivo, y la tierra que antes lo había aprisionado había dejado de tener presión sobre él.

Las runas habían sido borradas con el tiempo y la ignorancia de los hombres.

Yoongi era libre, y qué mejor que liberarse para encontrarse con un festín a sus pies.

Sonrió, sonrió tanto que sus mejillas dolieron, y cuando sacó su cuerpo completo de la tierra, revivió el caos que aquel claro tanto había extrañado.

about vampires ー bangtanWhere stories live. Discover now