Séptimo capítulo

1.3K 104 30
                                    

Tres días después...

Acababa de llegar a la cafetería del centro de la ciudad. Aquel lugar tan emblemático y especial. Rodeado de discos de grandes artistas de rock, del pop, del jazz... Toda la música del mundo en aquellas paredes. El lugar favorito de Alfred, y hasta entonces, también de Amaia.

Esperaba sentado en una mesa al fondo del lugar, absorto en sus pensamientos. Entonces la silla frente a él fue ocupada. Aitana, con un intento de sonrisa, se acercó a darle un reconfortante abrazo. Más que necesario en momentos como aquel.

-¿Cómo estás?

-No lo sé.

Y estaba en lo cierto. Los últimos acontecimientos lo tenían aturdido. No sabia ni como se sentía. Su mente y su cuerpo eran pura confusión.

Aitana preguntó lo que más temía desde que había aterrizado aquella mañana.

-¿Ella?

-¿La verdad?

-Por favor.

Aitana era la mejor amiga de Amaia, inseparables, desde pequeñas. Había estado con ella en todo momento tras el accidente, excepto la semana antes de despertar. Aitana había tenido que salir del país porque su abuela había enfermado. Por suerte, todo estaba solucionado.

No había perdido el contacto, y Alfred la mantenía al corriente de todo. Cuando Amaia despertó, Aitana irradiaba felicidad. Deseaba volver, estar con ella, enseñarle a recordar. Cuando días después, recibió aquella llamada, su mundo se vino abajo.

Amaia había vuelto a entrar en coma. No se sabia con ciencia cierta cuándo despertaría. Y así, ya habían pasado tres días.

-Los médicos no dicen nada. Todo es muy confuso Aitana, y tengo miedo. Bueno, tenemos, todos.

-¿Cómo no se va a saber nada? ¿Y las pruebas de esta mañana? ¿Nada?

Alfred negó. El médico les había dicho desde un principio que los hematomas sufridos por el accidente, eran casi desconocidos. Todo podía ir bien, y en cualquier momento, volver atrás. Y así había sido. Amaia había avanzado grandes pasos, y de repente, había vuelto a retroceder.

La pérdida de la memoria era algo habitual en casos como aquellos. Las paradas cardiorrespiratorias, probables. Y Amaia, no solo había sufrido una. Y eso, era más preocupante.

-Nada. No hay novedades. Ángel está hablando con nuevos médicos. Quieren trasladarla a un centro más especializado.

-Quizás sea lo mejor.

Alfred suspiró, frotándose los ojos.

-También nos ha dicho que los días posteriores a la entrada del coma son cruciales. Lleva tres días en el mismo estado. No mueve ni un solo músculo, ni siquiera se comunica conmigo como antes, y lo he intentado. Infinitas veces Aitana, infinitas.

Sus ojos se empezaron a enrojecer. Aitana extendió una mano hacia él, apretándosela. Mostrándole el cariño y amor que le tenía. Alfred, su incondicional amigo. El amor platónico de su amiga Amaia.

-Si no despierta en menos de una semana... El riesgo aumenta.

-¿En qué sentido?

Cuando la chica escuchó la respuesta, no quiso haber preguntado.

-Si no despierta, puede que no lo vuelva a hacer. Y si lo hace, no responderá. Su cuerpo estará paralizado. Completamente.

La noticia llegó como una patada en el estómago, y no la aguantó. No lo soportó. Con las manos sosteniendo su cabeza, se dejó caer sobre la mesa.

A mi ladoWhere stories live. Discover now