Octavo capítulo

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Los días pasaron, y nada había cambiado. Aitana había informado al médico sobre lo sucedido, aunque nunca había mencionado lo que su amiga le había dicho. Sería un secreto hasta que la propia Amaia quisiera.

Alfred no se separaba de ella, día y noche en el hospital. Su madre solo había conseguido que fuera a casa para asearse, nada más. Se negaba a dejarla, si algo ocurría, tanto para bien o para mal, él quería estar presente.

Su guitarra los acompañaba. Él había seguido trabajando en la canción, buscaba y buscaba su opinión, pero no la obtenía. Ni verbalmente, ni en forma de señal. Nada.

Hacía unos días que su presión en el pecho había vuelto. Y eso solo ocurría cuando Amaia estaba lejos, la única que lo tranquilizaba. Significaba que cada vez la sentía más distante. Menos en aquella vida.

Cuando solo quedaba un día para que el plazo prudencial establecido por el médico terminara, Alfred tuvo una idea. Todos los días que había estado con ella, había tocado la canción que juntos estaban componiendo. Quizás esa no era la tecla correcta.

-¿Alfred? ¿Qué traes en la caja?

Ángela y Aitana estaban en la habitación con Amaia cuando el chico cruzó la puerta. En sus brazos, una gran caja. Y a su espalda, su inseparable guitarra.

-¿Alfred?- Volvió a preguntar Aitana, intrigada por lo que ocurría en la mente de su amigo.

-Es un teclado.

Alfred miró a Amaia. Quería que supiera que las palabras iban también para ella.

-Amaia siempre ha sido música, lo sigue siendo. Todos los días que llevamos aquí, hemos creado música juntos, pero con la guitarra, y siempre nuestra canción. Su mejor amigo siempre ha sido el piano, y no he podido traer uno de cola, pero al menos...

Ángela sonrió maravillada.

-¿Cómo no se nos había ocurrido nunca?

-Amaia no es nada sin su piano. Vive con él.- Puntualizó Aitana.

Alfred comenzó a prepararlo todo. Esa tarde, aquella habitación iba a explotar, ya fuera para bien o para mal.

-También he pensado en cambiar el repertorio. Amaia siempre tiene una selección de canciones dependiendo de su estado de ánimo, su momento del día, y creo saber cual tocaría en estos momentos.

Sentado frente al teclado, ante la atenta mirada de todos los presentes, Alfred comenzó a tocar.

-Espero que no me riñas por el destrozo que voy a hacer Amaix, no me queda tan bien como a ti, ni lo hago igual de bien, pero...

"Para empezar, diré que es el final

No es un final feliz, tan solo es un final

Pero parece ser que ya no hay vuelta atrás."

Ángela agarró fuertemente la mano de Aitana, y se miraron, con lágrimas en los ojos, y la miraron a ella, y a él. Y sintieron la magia, la burbuja que solo ellos dos creaban.

"Solo te di, diamantes de carbón

Rompí tu mundo en dos, rompí tu corazón

Y ahora tu mundo está burlándose de mí"

La puerta de la habitación se abrió, dando paso a Javier y Ángel, quienes habían escuchado la voz de Alfred desde el pasillo.

"Miedo

De volver a los infiernos

Miedo a que me tengas miedo

A tenerte que olvidar"

A mi ladoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt