Capítulo 1

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—Entonces... ¿acabas de mudarte o algo así?

—Algo así —contestó. La miré por el rabillo de mi ojo sin dejar de caminar y ella rio ante su propio chiste, el cual no entendí del todo—. Lo siento, chiste malo. Sí, acabo de mudarme hace poco. Transfirieron a mi papá en su trabajo y aquí terminamos.

—Oh, eso está bien —exclamé. Me mordí la lengua al notar el tinte alegre de mi voz y esperé a que ella no lo notara. Vi que su sonrisa se ampliaba solo un poco más y me di cuenta de que sí lo había percibido—. Eh, ¿y qué piensas del lugar hasta ahora? —quise saber.

Sam aferró su mochila a su pecho y escondió el rostro tras una cortina de su cabello.

—Me agrada. Es... genial.

—¿Sí? ¿Ya has ido a ver los alrededores?

—Eh, no. Acabo de llegar hace dos días —informó.

Seguimos charlando sobre su reciente llegada y, antes de darme cuenta, ya estábamos frente a su casa. Nos despedimos con un gesto de la mano y una promesa de vernos al día siguiente, y así fue.

De hecho durante toda la semana después de clases, estuve acompañando a Sam hasta su casa. Veinte minutos de caminata hablando sobre cualquier cosa, queriendo averiguar lo más que pudiera sobre ella, para después regresar casi cojeando a mi auto por el dolor que causaba estar tanto tiempo en pie y luego regresar a casa, la cual se hallaba al otro lado de la ciudad.

Pero en verdad no me importaba hacerlo. Valía la pena el tiempo, el recorrido y la ligera molestia en mi pierna. Esa chica de verdad me intrigaba. Sabía que su papá era conductor de autobuses y su madre enfermera, al igual que mi hermana. Me contó que la habían transferido al hospital local porque habían perdido personal, contando a mi hermana que había empezado su propio negocio como fisioterapeuta, y casi no se encontraban en casa, por lo que prácticamente se podía decir que vivía sola.

Lo que más me causaba intriga era que no aprovechara tanta libertad para actuar con desenfreno como muchos chicos de nuestra edad hubieran hecho en su lugar. Era amable, reservada y alegre. Siempre se encontraba sonriendo y vistiendo colores alegres, pero lo que más llamaba mi atención era que, a pesar de que los chicos habían empezado a notarla e ir tras ella, Sam no les daba pie para que continuaran sus coqueteos.

Me sentía un poco feliz por eso a decir verdad, pero también me frustraba entrar dentro de la categoría de rechazados. Quiero decir, sabía que yo no era feo. Tal vez no era el más atractivo, pero tampoco era desagradable a la vista, y me molestaba que ella no me prestara atención.

Por un momento llegué a creer que no le gustaban los chicos, pero entonces deseché ese pensamiento. No quería creer que fuera así. La primera chica que captaba mi atención, ¿y que bateara para el equipo contrario?

Eso hubiera sido un golpe duro de superar.

—Hey, Dean —escuché gritar a una voz familiar a mis espaldas.

Una sonrisa se formó en mi rostro mientras me giraba para encontrar a la chica que últimamente pasaba más tiempo del deseado dentro de mis pensamientos.

—Hola, Sam. ¿Cómo estás?

Ella recortó los metros que nos separaban con esas largas y seguras zancadas que la caracterizaban sin dejar de sonreír.

—Muy bien. Uh, solo quería decirte que hoy no podré ir contigo, voy a ir al centro comercial, pero mañana seguiremos con nuestra rutina —informó. Me guiñó un ojo y tras despedirse con la mano se fue.

Todavía faltaban varias horas para que la escuela acabara y la noticia de Sam me había decepcionado un poco. Había estado esperando con ansias que terminaran las clases, pero ahora ya me daba igual.

Vencedor [PQY #2] ✔ versión 2014Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ