Capítulo 30

79K 9.2K 616
                                    

SAMANTHA

—Vamos, Sam. Prometo que será una salida como amigos —insistió Kevin cuando salimos de la escuela. Nos encontrábamos parados en la acera frente al edificio esperando a que nos recogieran, cuando me pidió por millonésima vez que saliera con él. Había sido demasiado obstinado este último mes a pesar de todas mis negativas.

A pesar de que tenía casi ochenta días sin ver a Dean —sí, los había contado—, no podría sacarlo tan fácil de mi mente. Me había lastimado y lo peor era que nunca lo había visto venir. Pensé que habíamos estado bien hasta que dejó de contestar mis llamadas. Fue entonces cuando las dudas me asaltaron y fueron confirmadas el día que regresé a verlo.

Podía recordar con claridad su rostro cansado y esos ojos llenos de algo parecido al remordimiento. Su ceño fruncido con dolor y la determinación en sus rasgos. Estaba segura de que jamás iba a olvidar su rostro justo después de decir las palabras que rompieron mi corazón.

Fue como... Como si se hubiera liberado a sí mismo de una pesada carga, y eso fue lo que más me dolió. El que yo fuera algo tan fácil de desechar para él.

Miré a Kevin. Sería tan sencillo decirle que sí. Decirle que podía salir con él como «amigos» aunque fuera, pero...

—Lo siento, no puedo —dije sacudiendo la cabeza. Su rostro cayó.

Kevin era bien parecido, pero me dolía mirarlo. Si decidiera empezar una nueva relación con alguien, en definitiva no sería con él. Y no era porque fuera una mala persona o algo así. Eran esas pecas y esos ojos verdes los que me obligaban a decirle que no.

Y es que era físicamente tan parecido a Dean que solo mirarlo me lo recordaba. Era algo complicado el convivir unas cuantas horas con él sin querer echarme a llorar, así que ni hablar de empezar algo romántico. Sabía que no sería capaz de quererlo como él merecía, por lo menos no por un buen tiempo. Dean Ferrati me había roto el corazón no mucho tiempo atrás, me lo había arrebatado sin darme cuenta y ahora ni siquiera yo era dueña de él.

A veces eso pasa cuando te enamoras. Entregas tu corazón, tu alma y tu vitalidad sin miedo, creyendo que nada malo va a pasar, pero cuando esa persona se va... se lleva consigo la mitad de ti. Te deja siendo la mitad de lo que fuiste y es por eso que te sientes incompleto; te deja destrozado, arruinado para otras personas.

Es solo con el tiempo que puedes arreglarte tan siquiera un poco. O por lo menos acostumbrarte, porque, en el fondo, sabes que nunca nada volverá a ser como antes.

—Uhm... bueno, entonces tal vez en otra ocasión será. Su afirmación sonó más como una pregunta. Metió sus manos en los bolsillos delanteros de sus pantalones y yo me encogí de hombros.

—Puede ser.

Sin darme cuenta, tomé el pequeño dije que colgaba de mi cuello entre mis dedos índice y pulgar y comencé a acariciarlo. Se había vuelto una manía mía y no había pasado inadvertido para la gente que me rodeaba. No hacía falta tener más de dos dedos de frente para ver que era algo muy valioso para mí.

Kevin asintió con su cabeza hacia el dije y me miró a los ojos.

—Es por él, ¿no? —preguntó en poco más que un susurro. Volví mi vista a él, regresando de mis pensamientos, y fruncí el ceño un poco. No me gustaba ser tan transparente, pero no tenía ni la energía ni las ganas de fingir que me sentía a la perfección.

Solté una risa seca y mi mirada se volvió a perder en la nada.

—Es... complicado —dije sin querer dar más información. No estaba segura de poder confiarle toda mi historia a este chico y que no me mirara de una manera diferente. A pesar de no querer tener nada con él, me gustaba la forma en la que me miraba. Como si fuera hermosa y única, como si fuera algo valioso.

Vencedor [PQY #2] ✔ versión 2014Donde viven las historias. Descúbrelo ahora