Capítulo 5

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Nos encontrábamos a mediados de octubre y los días ya comenzaban a refrescar, tal y como a mí me gustaban. El aire fresco despeinaba un poco mi cabello y me entumecía las mejillas, pero de igual manera el otoño seguía siendo mi estación favorita. Los árboles rojizos y el sereno cantar de los pájaros me hacían sentir más relajado, sin embargo no me quitaban ese malestar que sentía desde un par de días atrás.

No ayudaba que, a mi ánimo sombrío, se le sumara que el día se hallaba nublado. No contribuía a hacerme sentir mejor. Ver el gris sobre mí todo el trayecto hacia la escuela solo me puso de un humor más extraño. Llegué, estacioné el auto en un lugar cerca de la entrada principal y luego bajé colocándome la mochila sobre un hombro.

No había querido ir a la escuela, pero de igual manera me vi obligado a asistir.

—Hola, Dean —saludó Ally una vez que llegué a mi casillero, el cual estaba frente al suyo.

—Ally, hola. ¿Cómo estás? — Le sonreí al tiempo que sacaba el libro de historia y, una vez cerrada la puerta, empezamos a caminar juntos hacia nuestro salón de clases.

—Viva —dijo divertida—. No me puedo quejar, ¿o sí? —Sacudí la cabeza y la empujé con mi hombro en un gesto juguetón. Esa era la respuesta que solía dar yo.

—No, no puedes —estuve de acuerdo. Nos quedamos en silencio un momento sin dejar de avanzar y, cuando ya nos acercábamos a la puerta del aula, me detuvo por el codo.

—Dean... —Me giré a verla y su rostro estaba contraído por una emoción que no podía descifrar. ¿Tristeza, vergüenza, culpa?

No estaba muy seguro de cuál fuera, pero antes de que pudiera decir algo más, Logan se interpuso entre nosotros y tomó a Ally por los hombros.

—¿Podemos hablar? —cuestionó sin siquiera reconocer mi presencia. La miré por sobre el hombro de Logan y elevé mis cejas en forma de pregunta.

Ally miró a Logan a los ojos en lugar de responderme y asintió sin perder tiempo. Cuando se alejaban de mí, Logan casi arrastrándola por el brazo, ella volteó a verme y articuló un «te llamo luego».

Tras sonreírle para tranquilizarla y hacerle saber que comprendía, entré al salón. Sam no me había hablado desde hacía dos días, cuando invité a Ally por un helado, por lo que me quedé de piedra cuando la vi esperándome recargada en mi asiento habitual.

Ella me sonrió pareciendo insegura y me acerqué con lentitud hasta donde se encontraba.

—Hola —saludé con cautela. No sabía si estaba de buen humor.

Sam me sonrió con tristeza.

—Hola, extraño —murmuró en respuesta. Le sonreí levemente y vi sus hombros relajarse un poco.

—¿Cómo estás?

No sabía qué era lo que quería y no sabía si estábamos en buenos términos por lo que me fui a la conversación segura.

—He estado mejor —expresó. Asentí, comprendiendo el sentimiento.

—Uh, ¿y qué es lo que te trae por estos rumbos? —cuestioné en broma. Ella rio y yo la imité sintiéndome alegre de que no se sintiera el aire tan tenso entre nosotros.

La miré a los ojos y, por un momento, me perdí. Eran como dos enormes hoyos negros que devoraban todo a su paso. En mi caso, devoraban mi capacidad de hablar, razonar y respirar.

¿Por qué me sentía tan extraño cada vez que estaba cerca de ella?

—Bueno... Yo quería saber si podrías ayudarme con algo. —Su voz me trajo de vuelta a la realidad y parpadeé varias veces tratando de procesar lo que acababa de decir.

Vencedor [PQY #2] ✔ versión 2014Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu