Capítulo 29

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Varios días después de haber terminado con Sam me encontraba sentado en el sillón de la sala de estar barajeando unos discos entre mis manos sin prestarles mucha atención, cuando Ally llegó a tocar mi puerta.

—¿Se puede saber qué diablos le hiciste a Sam? —preguntó visiblemente molesta lanzándome una mirada de reproche. No nos habíamos visto desde que salimos de vacaciones, pero esas fueron las palabras con las que me saludó cuando abrí.

No un «Hola, ¿cómo estás?» o «Hey, Dean; gusto en verte otra vez».

No, señor, ella fue directo al ataque.

—Estoy bien, gracias por preguntar —solté con sarcasmo.

Era algo que había empezado a hacer mucho. El ser sarcástico se había vuelto parte de mi vida cotidiana cuando yo no había sido así antes, pero suponía que podía atribuirlo a que mi vida era un revoltijo de emociones contradictorias.

Apenas habían pasado unos días, ni siquiera una semana, desde que algo dentro de mí se había roto, pero yo sentía como si hubiera pasado más tiempo. Me sentía mucho más viejo y amargado, miraba las cosas de diferente manera y no estaba muy seguro de que eso me gustara.

Derek y Jan habían salido a una de sus últimas citas con el obstetra antes de la cita que tenían programada para la cesárea, por lo que me encontraba solo en casa. Una vez más.

—No te hagas el gracioso conmigo, Dean. —Cruzó sus brazos sobre su pecho y elevó su barbilla en forma desafiante—. Sam me llamó ayer con el corazón destrozado y lo único que pude entender fue que tú eras el culpable de eso. Ahora, o me dices qué le hiciste o te corto las... las... Agh, sabes de qué hablo.

No pude reprimir mi sonrisa ante su intento de agresión y eso fue un alivio para mí. Por lo menos no había perdido la capacidad de sonreír.

Jamás me habría imaginado que la pequeña y dulce Ally podía ser tan fiera defendiendo a la gente que quería. Parecía una mamá osa protegiendo a sus cachorros, dispuesta a matar si algo parecía ponerlos en peligro. Debía explicarle qué era lo que había pasado antes de que cumpliera con su amenaza; debía explicarle que no quería lastimar a Sam y que fue por eso que hice lo que hice, que la dejé antes de que sufriera junto conmigo.

No quería decírselo pero, si no se lo contaba a ella, ¿con quién más iba a desahogarme?

Soltando un suspiro de resignación, abrí la puerta por completo y la hice pasar. Le ofrecí algo de comer y beber, pero ella se negó. Solo insistía en que le diera una buena razón por la que había dejado a su mejor amiga tan destrozada a solo una semana de entrar de nuevo a clases.

Tomamos asiento en el sillón para poder explicarle lo que había pasado y le pedí que escuchara con mucha atención antes de decir cualquier cosa. La miré directo a los ojos para que supiera que lo que iba a decir era en serio.

—Yo no quiero que ella sufra —comencé diciendo—. Sam es fuerte y hermosa, es una persona maravillosa y quiero que sea muy feliz. Fue por eso que la dejé. Si ella se queda a mi lado se va a marchitar. Esa vitalidad que tiene se va a evaporar lentamente y no creo ser capaz de soportar ver cómo se va apagando por mi culpa.

—Dean...

—Escucha por favor, Ally —pedí ante su interrupción. Cuando ella asintió sin decir más y juntó las manos sobre su regazo, continué—. Unas semanas antes de que ella volviera de con sus abuelos, tuve una... recaída, por así decirlo. Me hicieron exámenes de nuevo y puedo suponer que ya sabes lo que decían. —Sus ojos se llenaron de lágrimas y sacudió la cabeza tratando de convencerse de que lo que le iba a decir era mentira—. El cáncer regresó. A pesar de que todos teníamos la esperanza de que no lo haría, lo hizo; regresó.

Vencedor [PQY #2] ✔ versión 2014Where stories live. Discover now