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Nerea

Presente

Puedo decir que tengo una gran experiencia cocinando, ya por poco y salgo en esos programas de chef que pasan por la tv, aunque al vivir con la ausencia de tus padres lo hace un hábito y costumbre, mis padres trabajan mucho, casi nunca los veo y lo bueno es que nunca me ha faltado nada, económicamente claro, no puedo decir que son unos padres extremadamente cariñosos porque no lo son, son más fríos que el congelador.

Subo a mi habitación para cambiarme, ya que estoy frescamente sentada en el retrete de mi baño con el teléfono en mi manos registrando mis redes sociales antes de bañarme, coloco el teléfono en el tocador que tengo a la par y entro a la ducha antes de que el agua caiga sobre mí, con un movimiento ágil de mi mano hago que se frene y la hago una bola solo de agua, con mi dedo índice lo introduzco para ver cómo está el agua, pero esta fría y hace que los vellos de mi brazo se ericen completamente.

Dejo caer el agua que se había formado sobre mí, y pegue un grito, no se escuchó tan fuerte ya que el agua se introdujo en mi boca por tonta, hago todo rápido para no llegar tarde al instituto así que levito el agua y la enrollo en mi cuerpo pasándola por todos lados donde se encuentre jabón, ya dejo caer el agua sobre mí, lavo mi cabello, salgo me envuelvo en una toalla y lavo mis dientes, salgo de mi habitación y comienzo a vestirme mientras viejos recuerdos llegaban a mi mente.

Hace dos años.

Mis padres venían a casa después de tres meses de viaje, lo que hacía que cada personal de esta casa se volviera loco, nunca los veía limpiar o cocinar buena comida solo cuando mis padres venían a casa.

Mientras tanto yo estoy en la mesa con un cuchillo partiendo una sandía a la mitad para comerla, pero en mi descuido deslizo mi dedo en el filo del cuchillo y le hago una cortadura, sin poner mucha atención a la línea sangrante que tengo, tomo un cuchara y la meto dentro de la sandía y empiezo a comerla, camino a mi habitación tarareando Homesik de dúa lipa, sonrió al recordar a mi amiga Fayna y la vez que se cayó del auto, camino tan despistada que no vi cuando bote la tasa de agua que estaba en la escalera, al intentar recogerlo pongo la mano en el charco y esta subió por mi dedo y sano la herida que me había causado recientemente, es verdaderamente asombroso, asustada reviso mi dedo y veo que no hay nada.

Fue interesante ver cada cosa que podía hacer con mis dones, moví mi mano sacando el agua de un jarrón que estaba a mitad del pasillo y salía mucha agua y nunca se acababa, sentí que muchas cosas que me habían pasado en el pasado, tenían mucho más sentido.

El sonido del timbre de mi casa resuena, y con lo que acababa de descubrir creo que cualquier a notaría la alegría que tengo.

Corro para abrir la puerta, un chico mayor que yo, rubio, tez blanca, con una sonrisa que en mi punto de vista parece sacado de un anuncio de pasta dental hace una reverencia y me observa, su ceño fruncido y los labios torcidos me hace pensar en que tiene un pequeño debate interno,

—Buenos días, ¿Qué se le ofrece? —dije amablemente.

—Buenos días princesa, necesito hablar contigo ya que tus dones emergieron y necesitas aprender a controlarlos.

—¿De qué me estás hablando? ¿A quién le dices princesa? — interrogue

—Para eso necesito hablar contigo, sin que me taches de loco—Menciono

—Está bien— dije dudando de mí misma y de él, y aunque quisiera decirle que no y cerrar mi puerta, no puedo ya que mi curiosidad por saber lo que pase gana la batalla interna.

Presente

Ya estoy casi lista para irme al instituto, llamo a Fayna mi amiga y que sabe todo de mí, claro menos la existencia de mis dones, eso queda totalmente restringido para todas las personas que conozco hasta mis padres, todos.

Llamada

— Fayna buenos días ¿Pasaras por mí? — hable por el teléfono.

— Pasa algo con mi auto y no podré lo siento Nere.

— No te preocupes ya veré como hago, adiós Fayna.

— Adiós Nere.

Fin de la llamada.

Bajo la escalera a toda prisa, tomo mi mochila y corro por toda la avenida, son seis calles de aquí a mi instituto, mi corazón este acelerado no deja de punzar por cansancio, inhaló y exhalo repetidas veces reduciendo las punzadas hacia mi pobre corazón, soy un persona que suele hacer ejercicio, por que me gusta mucho.

Llegando a la entrada del instituto me siento en la escalera, mi pulso acelerado, mi pecho subía de arriba abajo.

— Nerea, Nerea — escuche que gritaban mi nombre, en ese momento voltee mi rostro y ahí estaba Jack.

Jack era un chico muy dulce en todos los sentidos ha sido mi mejor amigo desde que me explico lo de mis poderes y me dijo quién era él, viene de una familia baja de recursos y todo se lo ha tenido que ganar por su propio merito, trabaja por las tardes y estudia en la mañana, pero eso no le ha quitado lo bueno que es.

— Neri, ¿hiciste el trabajo de literatura? — hablo con un tono cansado igual que el mío, las bolsas que se posaban bajo sus ojos eran muy visibles.

— Claro, hice una copia diferente, porque sé que no lo hiciste — sonrió estirando el trabajo para darle el trabajo.

Me dio una sonrisa triste resaltando los hoyitos de ambas mejillas.

— Ahora el restaurante se llena más y tantas personas, lo han tenido que cerrar hasta más tarde para acaparar a todas esas personas. — Me dijo suspirando mientras pasaba la mano por su rostro de cansancio puro.

— Ya solo te falta un año más y listo, aguanta lo que puedas para lo que necesites ahí estaré para ti. — le dije posando mis manos sobre las suyas e instintivamente sonríe.

— Vamos entremos ya, es hora de entrar. —exprese mientras sonreía.

— Welcome to the jungle. —dijo sonriendo Dylan, mientras pasaba su brazo sobre mis hombros.

Herederos a la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora