Ojos verde dragón (Charlie Weasley)

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     normuchis
    
      Caminé por los pasillos del castillo, con una sonrisita. Amaya me hablaba sobre su viaje al Caribe: estaba completamente enamorada del lugar. Estaba considerando mudarse allá en cuanto nos graduáramos.
     —Por eso necesito, necesito, necesito que me enseñes español —suplicó tomando mi brazo, mirándome con ojos de cachorro.
     Solté una risa, divertida.
     — ¿Segura de eso? El español es más difícil de lo que parece —dije en español para molestarla.
     Me miró confundida, haciendo que riera de nuevo.
     —No seas así conmigo —me regañó dándome un empujón.
     —Ya, ya, bueno. Que el español es más difícil de lo que parece.
     —Nah, seguro es una bobada. Tú lo hablas a la perfección —se sentó en nuestra mesa en el comedor.
     A veces creía que era estúpida.
     —Porque soy argentina, pendeja —me senté junto a ella, dejando los libros a un lado.
     Dejé de escucharla al sentir una mirada fija en mí desde la mesa de Gryffindor. Me voltee y me topé con nada más y nada menos que con Charlie Weasley, quien me sonrió algo tímido. Lo saludé con la mano y volví a darme la vuelta.
     —Y podríamos vivir juntas en Argentina si quieres. Lo que sea, incluso me caso contigo. Pero anda, enséñame —insistió con un tierno puchero.
     —Sabes que Argentina no es parte del Caribe, ¿no? —alcé una ceja y comencé a desayunar.
     —Ya sé, pero queda cerca —se encogió de hombros y se quedó en silencio un rato, mirando a la mesa de Gryffindor. Una gran sonrisa adornó su rostro—. Le gustas al Weasley~
     Casi me atraganto con la comida. Amaya tuvo que darme varias palmas en la espalda.
     —Como que tomaste mucha agua salada —dije haciendo una mueca, recomponiéndome.
     —Es en serio. Lleva años dándote esas miraditas de enamorado que derriten a cualquiera —soltó un suspiro cargado se pena—. Qué envidia. Ya quisiera yo que me mirara así.
     —No me mira de ninguna forma —me pasé una mano por el cabello—. Lo que pasa es que estás loca por conseguirme pareja.
     —No puedes culparme, es nuestro último año y no has tenido novio —sonrió de lado, tomando una taza de café—. Te vas a quedar soltera el resto de tu vida.
     Amaya estaba obsesionada con que si no conseguía pareja en Hogwarts no la conseguiría nunca. Esa mujer estaba loca.
     —Tú estás igual de soltera, no me jodas —me levanté, tomando mis libros.
     —Claro que no, ya conseguí a alguien —sonrió siguiéndome casi corriendo.
     —Pues bien por ti.
     Escuché su bufido y sonreí. La semana pasada había tenido un novio distinto, y así cambiaba semana tras semana. Ya ni siquiera me preocupaba en preguntar quién era el pobre diablo que estaba con ella. Me cansé.
     —Voy a... verme con mi novio —me dio esa mirada. Iba a acostarse con él, cómo no—. Cúbreme en pociones.
     —No voy a cubrirte —dije, aunque fue en vano. Se fue dando saltitos como una niña inocente.
    Suspiré, perdiéndome en los pasillos.
     (...)
     Después de la cena y de la detallada descripción de Amaya sobre qué hizo con su novio (bastante innecesaria) decidí dar una caminata nocturna por Hogwarts. Tenía insomnio. Me cubrí mejor con la capa mientras caminaba, deteniéndome al ver a alguien escabullirse dentro de un armario.
     No pude con la curiosidad. Lo seguí rápidamente y entré al armario, topándome con Charlie Weasley acariciando a un dragón bebé. Me quedé estática, mirando la escena sin creerlo.
     Charlie se volteó y me miró sorprendido, expresión que se convirtió en una de terror. Intentó ocultar tontamente al dragón en su chaqueta.
     —M-mía... no es lo que parece.
     Alcé una ceja y me crucé de brazos, mirándolo a los ojos.
     — Oh, ¿entonces eso que escondes no es un dragón? —pregunté frunciendo el ceño.
     —Bueno, sí es lo que parece —suspiró y sonreí sin poder evitarlo cuando el dragón sacó su cabeza de su chaqueta y me miró, lleno de curiosidad—. ¿Vas a acusarme?
     —No —me acerqué a él y miré de cerca al dragón. Tenía escamas verdosas y sus ojos brillaban esmeraldas—. No podría.
     Extendí mi mano hacia la cabeza del dragón, y aunque Charlie me advirtió que no era buena idea, lo ignoré y lo miré triunfal cuando el dragón buscó que le diera más caricias.
     —Le caes bien —sonrió mirando a otro lado, con un ligero sonrojo en sus mejillas.
     —Y él a mí —volví a fijar mi vista en el dragón.
     Tenía el presentimiento de que nos traería problemas.
     (...)
     Corrí junto a Charlie siguiendo a Prasinos, quien volaba directo a las cocinas. Era media noche y el condenado estaba haciendo escantes.
     Había crecido en los últimos meses.  Aún me costaba creer que Charlie me dejó escoger el nombre. A veces creo que se arrepiente. No estaba creciendo tan rápido como se debería para ser un dragón, pero estas sano y no tenía ningún problema con chamuscar nuestra ropa de vez en cuando.
     — ¡Te atrapé! —exclamó Charlie tirándose sobre él, logrando sostenerlo.
     Prasinos intentó escapar, pero al final se rindió y se acercó a mí, buscando cariño. Se rendía rápido al menos.
     —Viene alguien —comencé a correr devuelta al armario donde escondíamos a Prasinos, seguida de Charlie y él.
     —Mierda, ¡es McGonagall! —chilló Charlie yendo más rápido, tomando mi mano para apurarme.
     Por un segundo no nos atrapó. Charlie me apegó a su cuerpo mientras McGonagall pasaba. Prasinos se quedó muy quieto contra la pared. Cuando McGonagall se alejó suspiré aliviada, volteándome para mirar a Charlie.
     Estábamos muy cerca. Charlie me sonrió avergonzado mientras abrazaba mi cintura. Alcé una ceja, dejando mis manos en su pecho.
     —Eres tú, ¿no? —adiviné con una sonrisa.
     — ¿Yo? ¿De qué hablas? —se hizo el confundido.
     —El de los regalos y las cartas. Eres tú —negué soltando una risita.
     —Bueno, sí, lo soy, pero...
     Lo callé con un beso antes de que pudiera inventar alguna excusa de porqué me enviaba regalos anónimos, más que gustosa de hacerlo.

One-Shots de Harry Potter (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora