El dolor de estómago interminable (James Potter)

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Sofi-The-Killer


       Para Anna no era sencillo presenciar todos los intentos de conquista de James hacia Lily. Su corazón se rompía un poco más con el paso de los días como una vieja mochila a la que se le maltrara sin cesar.
     Anna sabía que no tenía oportunidad con James desde primer año. Ser su mejor amiga no le daba ninguna ventaja teniendo a Lily como contrincante. ¿Quién era ella comparada con la chica más linda, inteligente y humilde de Hogwarts? Un cero a la izquierda. Y lo era, porque antes de las vacaciones navideñas se lo habían recalcado.
     Caminó hasta el patio de la escuela con la vista fija en una carta. James era el remitente. La citaba al borde del bosque prohibido para darle su regalo de navidad. Semanas atrás Anna habría deseado que la carta fuera para más que eso, sin embargo, todas sus esperanzas con James habían desaparecido.
     Lo recordaba más claro que su propio nombre. El último día de clases antes de las vacaciones navideñas, en la mañana. Caminó al gran comedor, decidida a contarle a James lo que sentía, pero cuando atravesó las puertas un espectáculo la recibió. La mayor tortura de todas, su peor pesadilla, el castigo más injustificado: James estaba besando a Lily mientras todo el comedor aplaudía. Juró escuchar el último crujido de su corazón antes de separarse por completo: la mochila estaba rota. Retrocedió, con los ojos cristalizados, culpándose solo a sí misma por no haberse controlado desde un principio. Si tan solo hubiese olvidado a James, siguiendo el consejo de su cabeza, no estaría sufriendo por un amor que nunca iba a ser correspondido.
     No pudo viajar a casa. Al final se quedó en Hogwarts para sufrir libremente.
     Desechó los recuerdos y suspiró, alzando la cabeza. No le compró ningún regalo a James esa navidad; el tiempo se le escapó y las ganas no fueron suficientes. Lo vio a lo lejos, intentando corresponderle la sonrisa, pero no pudo.
     —Feliz navidad, preciosa —dijo él sonriendo, dejando el regalo en sus manos.
     —Feliz navidad, James —miró el regalo y luego a él.
      Anna amaba sus ojos. Tan profundos y expresivos, la puerta a su alma. Estaban tristes. James puso una mano en su mejilla, dejando una leve caricia.
     — ¿Por qué tan deprimida, linda? ¡Es navidad! ¿Dónde está tu entusiasmo? —preguntó con genuina preocupación.
     —Solo estoy cansada, James —respondió soltando un ligero suspiro, apartando la mano de James.
     — ¿Qué sucede? —susurró James con confusión. Anna jamás había rechazado un gesto de cariño de su parte.
     No comprendió la mueca que pasó por el rostro de Anna. Desde que la conocía nunca se había comportado tan distante con él. No quería pensar que le había hecho algo porque nada pasaba por su cabeza.
     —Me siento un poco mal del estómago, te lo dije antes de que te fueras —James estaba cada vez más confundido. No podía llevar una semana completa con un simple dolor de estómago. Algo más le pasaba y él lo averiguaría.
     —Está bien. Te dejaré sola para que estés más tranquila —dejó un beso en su frente—. Feliz navidad otra vez.
     James se alejó escuchando el “Feliz navidad” de Anna a lo lejos, mientras pensaba en cómo averiguar qué le pasaba.

...

     Las cosas con Lily no iban tan bien.
     Por más que James intentaba consentirla, mimarla o hacerla reír no lograba dar en el clavo. Las vacaciones habían acabado una semana atrás y a James le parecía que Lily no era su novia. Aunque no lo rechazaba directamente siempre tenía una excusa para no salir con él y eso no le gustaba. ¿Se estaba partiendo el lomo tratando de contentarla y no le daba la oportunidad de mostrarle que estaba cambiando por ella?
     Para colmo aún no sabía qué le pasaba a Anna.
     Bufó caminando hacia Sirius, quien hablaba con la recién nombrada. Cuando James de sentó al otro lado de Anna ella se levantó y se fue de comedor, luciendo el collar que James le había regalado para navidad.
     James se desordenó él cabello.
     —No entiendo qué mierda pasa —suspiró recostando su cabeza en la mesa.
     —Es obvio, Cornamenta. Que le gustas —Sirius le dio un sorbo a su café, divertido.
     —Esto es serio, Sirius. No jodas —lo miró, sin creer sus palabras.
     —Es la verdad. Si no me crees ve a preguntarle —se encogió de hombros.
     James lo consideró. ¿Perdía algo si Anna me decía que era verdad? Quizás perdía a Lily, porque muy dentro de él sabía que su corazón latía más rápido cuando Anna estaba cerca. ¿Pero y si le decía que no?
     Solo había una forma de averiguarlo.
     James se levantó y salió del comedor, tras Anna.

One-Shots de Harry Potter (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora