BJ Kyubi - Naruhina (+18)

Capítulo 2

Naruto

Me reí... pero por dentro estaba que moría del horror.

Frente a mí tenía a la chica con la que estuve soñando los últimos años de mi vida, mi fantasía más oscura, la dueña de los deseos más tórridos que un hombre podría tener. Y tenía que ser precisamente ella la que descubriera la verdadera identidad de Kyubi.

Esto no podía ser peor.

Ser Bj Kyubi me había dado la estabilidad económica que durante años tanto carecimos mi madre y yo. Ahora podía ayudarla, pagar sus cuentas, llenar su nevera... y aunque no me hacía sentir orgulloso lo que hacía para ganar ese dinero, muy en el fondo sabía que en ninguna parte me pagarían tan bien, no al menos hasta que terminara mi carrera.

Y para eso necesitaba el anonimato absoluto, no podía arriesgar que nadie supiera que yo; Naruto Uzumaki, era Bj Kyubi, el camboy que se prostituía virtualmente por mucho que ninguna mujer pusiera sus manos sobre mí.

¿Pero debía ser Hinata precisamente la primera en descubrirlo?

Empecé a sudar.

―Er, no sé de que estás hablando ―carcajeé, girando sobre mi eje. Lo mejor que podía era fingir que no sabía de qué mierda hablaba―. Prepararé algo de té para que te calientes, luego te llevaré a casa.

Abrí el cajón donde guardaba la cafetera. De repente un escalofrío placentero recorrió todo mi cuerpo cuando sentí su toque en mi tatuaje. Giré bruscamente, apegándome a la encimera como si hubiese tocado un cable de alto voltaje.

― ¿Qué?

―Tú eres Bj Kyubi ―Joder―. Tienes su mismo tatuaje; el zorro de las nueve colas ―Doble joder―. Su misma voz, color de cabello y... ―Elevó una de sus manos a mi rostro, rozando levemente mis labios.

Me estremecí.

―Estoy segura, eres Bj Kyubi, Naruto ―Parecía hipnotizada y por un segundo vi sus ojos resplandecer. Sin poderlo evitar bajé la vista hacia sus labios rojos y tragué saliva. El inferior predominaba sobre el superior, que tenía una bonita forma de corazón. Esos eran los labios que me habían enloquecido años atrás, y que por lo visto; lo seguían haciendo.

Pero entonces; una imagen se formó frente a mí. Hinata ruborizada, sudorosa, jadeando y gimiendo mientras se daba placer a sí misma mientras miraba una de mis transmisiones. Un corrientazo de calor sacudió mi columna y una sensación punzante bajó a mi polla endurecida. Piel de gallina rápidamente me cubrió, y en el momento en que ella mencionó que era mi fan supe que si no la apartaba de mí iba a terminar empotrándola contra la pared.

―Nunca me pierdo ningún show... el de anoche fue...

― ¡Cállate! ―grité en su cara.

La empujé, mucho más bruscamente de lo que quería. Hinata aterrizó sobre su trasero y gimió por el dolor. Mi respiración se había acelerado hasta casi convertirse en jadeos. Una rara mezcla de terror, ira y excitación me embargó, y totalmente fuera de mis cávales rugí pateando la mesa de la cocina, luego la silla y por último lancé un jarrón, destruyéndolo en miles de fragmentos.

Esto no me podía estar pasando.

― ¡Maldita sea! ―Clavé mi mirada furibunda en ella, que se estremeció aterrorizada en el suelo. La tomé de los brazos y la levanté, pegándola a mí―. Si alguien más se entera que yo soy Kyubi, Hinata, juro por Dios que te arrepentirás.

―No pensaba decírselo a nadie...

La solté de golpe.

―A la mierda con esto ―gruñí. Abrí un cajón y saqué los cigarros, desesperado por fumar uno―. De entre todas las malditas fans, tenías que ser precisamente tú. Anda, voy a dejarte a tu casa ahora mismo, no puedo lidiar con esto ahora.