GANADOR DEL SEGUNDO LUGAR: BYAKUGAN AWARDS 2019. Historia Corta.
Cada noche a las 11; Hinata Hyuga se encierra en su solitario apartamento, toma un pequeño vibrador y ve el show sexual de BJ Kyubi (Broadcast Jockey). La tímida y dulce Hinata pasó t...
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Naruto
Tener a Hinata como mi novia fue la mejor decisión que pude haber tomado. Me sentía feliz, lleno de expectativas y ganas de ver lo que nos reparaba el futuro. Era mi primera relación, mi primera amante y me sentía demasiado entusiasmado con ello, tenía tantas ganas de vivir con ella lo que siempre soñé que no podía esperar un segundo más para empezar a hacer todas esas cosas, y no me refería al sexo. Quería tomarla de la mano, pasear con ella por el parque e ir por un helado. Cursi, pero me moría de ganas con solo imaginarlo ¿Quién lo hubiese creído de mí?
Hablamos mucho ese día y resolvimos nuestros malentendidos. Hubiera sido todo tan diferente si hubiésemos sido sinceros desde el principio, todavía me preguntaba porqué carajos cometí tantas estupideces. Bueno, si lo sabía. Tenía miedo, y mi sentimiento de lealtad a veces era demasiado fuerte como para contradecirlo.
Ahí pude comprobar la teoría de que demasiado de algo nunca es bueno.
Pero solo porque hayamos aclarado las cosas, no significa que ya no esté nervioso. Todavía estoy preocupado de si puedo manejar todo lo que se viene. Tenía mucho miedo de cagarla, solamente quería hacer a esa brujita que me tenía completamente hechizado feliz y me daba terror imaginar hacerla sufrir otra vez. No soportaba la sola idea de que algún día se alejara de mí o dejara de amarme.
Se merecía la luna y yo deseaba bajársela.
Pero cada vez que la miraba, mi corazón amenazaba con salírseme del tórax. Me hace sentir tan bien que con solo una sonrisa desaparecen todas mis preocupaciones.
Mierda, estaba enamorado y la amaba con una intensidad tal, que a veces siento que estoy soñando. Tenerla entre mis brazos, saborear su éxtasis, sentirla piel contra piel, dormir con ella, verla cocinarme apenas vestida con una de mis camisas para luego acurrucarse conmigo en el sofá y disfrutar una película no tenía comparación a todos esos encuentros vacíos con los que buscaba superar lo que ella me provocaba cuando estaba completamente fuera de mi alcance.
No paré de repetirle que la amaba todo ese magnifico fin de semana, quería que se convirtiera en una verdad innegable, que se le tatuara en la piel que mis sentimientos por ella nunca fueron el problema, que no deseaba a nadie más y que soñaba con vivir mi vida a su lado, que la deseaba tanto que a veces me sentía enloquecer, que solo un roce, un pequeño suspiro de su aliento acaramelado, un guiño de sus preciosos ojos era capaz de prenderme como una puta caldera.
Estaba loco y la fuerza de mi deseo se desató con toda su potencia desde que me dio el sí esa misma mañana estando en mi cama.
La cama que todavía es testigo de mi pasión por ella.
