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Angeline 

Las semanas han pasado volando aquí en Hogwarts. Me vuelto gran amiga de Neville y Luna, gran parte estamos juntos, bueno lo suficiente podría decirse, parece que ocultan algo, cada vez que estoy muy tranquila con ellos de la nada se van y nunca me dicen por qué.

Incluso Alarick se a comportado extraño, más distante...solo se la pasa con esos bobos y si no es con ellos, esta solo y eso es lo que más me preocupa, nunca lo sentí tan apartado de mí.

Otro día sola, sin mis amigos, sin mi hermano. Todo este vuelto cabeza en Hogwarts.

Pase alrededor de unas dos horas metida en la biblioteca investigando y haciendo un reporte de 2 pergaminos para la clase de Snape, era un castigo por causar alboroto en su clase.

¿Alboroto? Una maldita poción se me salió de control. En realidad, no tengo idea ni que fue lo que mezcle, solo que algo viscoso y azul salto de ahí directo a la cara de una de mis compañeras, su rostro se hincho al tal grado de parecer una mora gigante, claro que cause risas, ni yo pude contenerme y eso fue lo que molesto tanto a Snape.

Me mando hacer un reporte donde explique paso a paso como realizar el filtro de la paz (la cual falle) más sus efectos. Por lo menos su castigo no dejaba daño visible en mí, me lleve un buen regaño, y claro no pudo evitar compararme con mi hermano, no solo por pertenecer a su preciada casa, sino también porque ha sido de los mejores en su clase. Aunque, he notado que Alarick ahora pasa mucho tiempo después de clase en el aula con el profesor, según dice le da clases especiales. ¡Por favor! — me humilla por no ser igual a él.

Cuando por fin termine, regrese los libros que había ocupado para mi reporte y me llevé otros pocos para estudiar, si esto fue por fallar en una práctica no quiero imaginarme en el examen.

Caminaba directo hacía el gran comedor, moría de hambre y esperaba poder cenar algo delicioso, bien merecido lo tenía.

—Edevane — la odiosa sapa rosa me llamo a mis espaldas. Hubiera seguido de largo, pero prefiero evitar más castigos. Resoplando y sin muchas ganas regrese a mirarla.

—¿Si profesora? — sonreí forzosamente, como si de verdad estuviera feliz de verla.

—Su uniforme —señaló mi camisa desfajada.

—Claro — deje caer mis libros al suelo. Lo cual volvió loca a la odiosa mujer. Acomode sin ganas mi uniforme y me di una vuelta para que se cerciorara que todo estaba bien —¡Listo!

—Por lo visto no aprendió nada de su castigo ¿no es así?

—¿Cómo puedo olvidarlo? — señale mi mano. Ella dibujo una amplia sonrisa de satisfacción en su horrible rostro, me paso de lado pateando unos libros y se fue sin decir ni una palabra más, mientras empezaba a recoger mis cosas.

𝐓Ú 𝐌𝐄 𝐇𝐀𝐂𝐄𝐒 𝐕𝐀𝐋𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora