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"No" se repita una y otra vez Ares, sin poder decir más, sin que sus ojos parpadearan puesto que nada de lo que hiciera iba a cambiar la imagen de su hija sosteniendo entre sus brazos el cadáver de su hijo, el cuerpo de Alarick.

Angeline recostó la cabeza de su hermano con mucho cuidado sobre sus piernas, sus lágrimas caían sobre su rostro, deslizándose por sus ojos aun abiertos, los cuales la miraban pero ya no tenían ni un poco de brillo de vida, su piel estaba pálida y lastimada.

—¡NO PUEDES DEJARME! —vociferó Angeline —. Despierta, ¡ALARICK DESPIERTA POR FAVOR —suplicó y la respiración empezaba a faltarle.

Angeline se agachó lo suficiente para juntar su frente con la de su hermano, estaba frío.

—¿Qué voy hacer sin ti? —susurro—.No puedo, no puedo continuar con mi vida, no, no...¡NO QUIERO CONTINUAR SIN TI!

Draco apareció y al notar la desgarradora imagen, se quedó estupefacto. Observó a Ares creyendo que había sido él el autor de esta tragedia pero descartó la idea al ver reflejado desconsuelo en el rostro de aquel hombre frío y ruin.

El mortifago tenía una especie de trance, no se movía, no hacía más que ver a su primogénita llorar con el cuerpo de su mellizo en sus brazos.

Samantha llegó y casi se derrumba al percatarse de la escena, cubrió su boca con sus manos y en automático sus lágrimas salieron sin control.

Samantha cayó de rodillas, mientras cruzaba la mirada con la hermana de quien había considerado su gran amor, Angeline la miró, tal vez ella comprendía su dolor, tal vez...

Aquel momento inmovilizó a Draco, no tenía idea de cómo actuar, nunca había imaginado o si quiera pasado por un segundo en su cabeza el tener que consolar a su novia sobre la muerte de un ser amado, sobre todo, de su propio hermano. Draco muy en el fondo estaba tan dolido como Angeline, al fin empezaba a entenderse con Alarick, quizás igual o más que la primera vez que se conocieron. Creyó que acabando esto, volverían a la normalidad, empezarían una vida juntos y su relación tanto con su novia como con quien hasta ese momento consideraba su único y más fiel amigo, pero claro estaba, que eso ya no pasaría. Alarick no despertaría.

Alarick se había ido, la unión con su hermana por primera vez se había roto desde la raíz , y sin forma de solucionarlo, no se trataba de una pelea o un mal entendido. Fue la propia muerte quien había separado a los mellizos Edevane.

—Una carga menos, Ares —dijo con una fuerte risa gutural Rabastan.

Angeline sintió que la sangre le hervía al escuchar las sátiras palabras. Lo miro con odio como si se tratase del ser más inmundo que hubiese cruzado con su vida. Dejó con cuidado el cuerpo de su hermano en el suelo, tomó su varita con firmeza y se levantó.

𝐓Ú 𝐌𝐄 𝐇𝐀𝐂𝐄𝐒 𝐕𝐀𝐋𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora