Los mellizos Edevane reciben su carta de Hogwarts para cursar su quinto año. Toda la vida han sabido que su familia tiene un linaje de sangre pura y para ellos el tema de la magia es lo más normal. Al llegar a Hogwarts se encontraran con las reglas...
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Se dirigieron grupos de combatientes donde tendrían una vista panorámica y un punto estratégico para lanzar hechizos a los próximos en entrar.
Filius Fliftwick estaba a la cabeza de la entrada frente a las enormes estatuas de piedra que McGonagall había despertado y dicha profesora se quedó en la entrada al castillo junto a más estudiantes.
En las torres más altas del castillo, Remus Lupin y Arthur Weasley se dirigieron con otro grupo de estudiantes y miembros de la orden, entre ellos Alarick Edevane, a quienes los mencionados anteriormente, no confiaban del todo aún. Los gemelos Weasley cubrieron los pasadizos y entradas que conectaban al colegio con el exterior. Sam, Laionel y Dagna se quedaron en los jardines de Hogwarts con Pomona Sprout y demás estudiantes.
Mientras tanto, Neville Longbottom y Angeline Edevane cubrían la entrada de uno de los puentes del castillo.
—Neville quiero decir que...
—Angeline, no hay nada que decir ni perdonarte —le sonrió tal y como el primer día que se conocieron—, jamás podría enojarme por algo que tu corazón dictaba era lo correcto.
—No diría que es porque era lo correcto era...era...
—Para protegerte a ti y a tu hermano —lo miró sin poder creer la comprensión del Gryffindor. Sin duda, Neville ya era alguien maduro en todo aspecto y no pudo evitar sonreír ante eso—, nunca cambiaría a mi mejor amiga por nada.
—Gracias —sonrió, pero ese gesto se desvaneció al notar como los hechizos de mortifagos atacando la barrera protectora—. Ya empezó
Unos gritos los hicieron fijar su mirada en el bosque, entrecerraron los ojos para lograr ver un ejército de carroñeros liderados por Scabior correr hasta ellos, con toda la disposición de atacar. Neville y Angeline se miraron y al mismo tiempo tomaron sus varitas con firmeza, dispuestos a defenderse.
Algunos carroñeros olvidaron o ni siquiera se percataron de la barrera protectora que rodeaba el castillo y fueron desintegrados al instante, haciendo que el resto de ese pequeño ejército de seguidores de Voldemort retrocediera.
—¡SI! ¿Ustedes y cuantos más? —salto a decir Neville sintiendo la victoria entre sus manos.
—Algo me dice que no debiste decir eso...— Angeline deseaba ahorcarlo por su imprudencia.
—¿De qué hablas? ¡Míralos! ¡Están indefensos! —Neville se cruzó de brazos mostrando arrogancia ante los carroñeros—.¡IDIOTAS!
Por otro lado, Dagna, Laionel y Sam se encontraban en los jardines. Atentos a todo. Los nervios los sentían salir por cada parte de su cuerpo.
—Oh no...—Dagna vió caer un pedazo de aquella barrera, la guerra empezaría.
Otro Horrocruxe había sido destruido y por ende, provocando la ira del señor tenebroso, siendo este quien rompiera la barrera protectora, dando así, el inicio a una guerra.
